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Ciudad y Territorio

En busca de las gemas y otras colecciones únicas perdidas

  • Las colecciones que alberga el museo han jugado un papel importante en la conexión con la ciudad.

  • Las vitrinas del museo renovado se cambiarán con frecuencia para sorprender a los visitantes. Mónica Escobar/Unimedios

  • Las colecciones se han nutrido de donaciones, compras y muestras colectadas en salidas de campo.

  • El ahora llamado museo de geociencias albergará minerales, rocas y fósiles.

Desde un minúsculo diamante hasta un extraño fósil pueden apreciarse en este museo de Medellín, considerado uno de los más completos de su tipo en Latinoamérica. La UN modernizará la exposición con nuevos atractivos para expertos y público en general.

Un pequeñísimo diamante africano figura entre las piezas que más admiración despiertan en los visitantes del Museo de Geociencias o de Mineralogía, como también se le conoce a este tradicional espacio de la Facultad de Minas.

Así lo comenta su directora, la geóloga y docente Marion Weber, quien explica que sin necesidad de ir muy lejos, en este museo, ubicado en la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, se encuentran rocas, fósiles y minerales representativos de Colombia y el mundo, que hacen parte de la gran colección de piezas.

Esmeraldas de Muzo (Boyacá), mercurio de Aranzazu (Caldas), oro de todos los lugares, platino del Chocó y carbones y hierro de Boyacá se pueden admirar en este lugar.

Sin embargo, las colecciones no se quedan ahí. Zafiros de Madagascar en África, turmalinas de Brasil y otras tantas riquezas de sitios remotos también hacen que esta colección sea considerada la más completa de Latinoamérica, con más o menos 3.000 piezas.

Además, se pueden encontrar algunos objetos importantes que se han ido agrupando y que dan cuenta del desarrollo de las Ciencias de la Tierra, como equipos de laboratorio antiguos, microscopios y herramientas para el trabajo de campo, entre las que se encuentran brújulas o niveles.

"La facultad siempre ha estado en la punta del conocimiento, entonces hay los más modernos y completos microscopios de cada época", señala la geóloga Weber.

El valor patrimonial, histórico y académico que tiene este lugar, específicamente sus colecciones, es incalculable, no solo por la variedad sino también por su antigüedad, pues aunque no se conoce con certeza una fecha de fundación, sus orígenes van de la mano de la desaparecida Escuela Nacional de Minas (hoy Facultad de Minas de la UN) en 1887.

Es justo ese inicio y la importancia que otrora tuvo este lugar, lo que incentiva a que actualmente se adelante un proyecto para determinar qué se tiene, de qué época data y cuál es su relevancia histórica.

Al respecto, John William Branch, decano de la Facultad de Minas, explica que, en el marco del plan de acción de esta dependencia académica, "se tiene como elemento central la infraestructura física y tecnológica. Por eso, el museo será objeto de una inversión que mejore las instalaciones y la adecuación de la colección de muestras de minerales y rocas".

Precisamente, en el segundo semestre del año, se hará un reconocimiento a su papel en la historia de la facultad, aprovechando la declaratoria de la onu que define el 2014 como el Año Internacional de la Cristalografía.

Así lo explicó Branch, quien destaca "la importancia que ha jugado este lugar en la conexión con la ciudad, la región y el país".

Estamos en inventario

La iniciativa, según la directora, consiste en organizar un inventario definitivo de todas las colecciones: la de petrografía (rocas), la de mineralogía (minerales) y la de paleontología (fósiles), debido a que por los múltiples traslados que han soportado a través del tiempo no se sabe con certeza la ubicación de algunas piezas. "No es que se hayan perdido, pero están dispersas y con el tiempo se refunde su información. Además, muchas no estaban registradas adecuadamente", cuenta Weber.

Dichas colecciones comenzaron a estructurarse desde la fundación de la antigua Escuela de Minas. Según los registros, anteriormente solo había un par de estantes que con el tiempo se fueron nutriendo de compras, donaciones y muestras, que los propios estudiantes, docentes y egresados llevaban, producto de sus salidas de campo, como se sigue haciendo ahora.

Pero fue hasta 1940, cuando la escuela formó parte de la Universidad Nacional, que se dispuso de un espacio grande para que funcionara el Museo de Mineralogía-Salón Tulio Ospina, conocido así hasta el año 2000.

En ese entonces, se trasladó a un salón del bloque patrimonial M3 (donde están hoy las pinturas del maestro Pedro Nel Gómez), en el que se exponen principalmente los minerales. "Creemos que en ese momento las rocas y los fósiles pasaron a ser parte de los laboratorios y se separaron las colecciones", agrega la geóloga.

Fuente de investigadores

La relación de este recinto con la investigación y la docencia ha sido fundamental en todos estos años, no solo porque las colecciones se han construido con los aportes de muchos de los que han pasado por la facultad, sino porque es una importante fuente para investigadores locales y de otras zonas del país.

En Colombia no hay muchos museos temáticos y menos de Geología. Existe, por ejemplo, el Museo José Royo y Gómez del Servicio Geológico Colombiano, el Museo Paleontológico de Villa de Leyva y algunas colecciones en universidades como la Eafit y la UN Sede Bogotá, pero no cuentan con los servicios que presta el de Geociencias.

"Nuestras colecciones sirven para proyectos de investigación, pues muchas piezas son registros únicos de lugares que ya no son accesibles o han desaparecido, bien sea porque se cerró una mina o porque se construyó una carretera que dañó un afloramiento, tal y como está pasando con los últimos fósiles que ingresaron, los cuales fueron rescatados de un área donde se construirá una represa", resalta la directora.

Asegura que, en unos años, muchos ejemplares solo se podrán encontrar en espacios como este, de ahí que también tengan la misión de recuperar material para los investigadores y para que personas externas vean fragmentos que, de pronto, dejarán de existir, como algunos cortes de estalactitas de cuevas que ya están protegidas en Colombia.

El museo le ha servido a profesionales en Ciencias de la Tierra, historiadores y otros que han pedido muestras prestadas, desde zonas del país como Santander.

"Hay fósiles que han sido utilizados por paleontólogos de Bogotá, porque son muy raros. Nuestro propósito es que el apoyo que brindamos a diferentes proyectos sea cada vez más activo", recalcó la profesora Marion Weber.

Escritos de gran valor

De igual forma, hay documentos con un gran valor histórico, además de los que se han entegado a la biblioteca. Por ejemplo, se encuentra el registro de la compra de muestras y de información rastreada que podría conducir a Tulio Ospina, historiador y docente de la antigua Escuela de Minas, y una donación muy importante hecha por la viuda de Gerardo Botero, profesor y científico reconocido por sus aportes al conocimiento geológico nacional, un personaje muy importante para la facultad y el museo. Se trata de documentos que hacen referencia a las investigaciones adelantadas por el profesor Botero, dentro de los que se encuentran parte de su correspondencia y referencias a la integración del material a las colecciones.

De hecho, en este momento profesionales en Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la sede trabajan en la recuperación del patrimonio, pues el museo hace parte de los inicios de la facultad.

Precisamente una de las colecciones más importantes que alberga este espacio es la geológica, recolectada durante la elaboración del libro Terciario Carbonífero de Antioquia, realizado por Emil Grosse, ingeniero de minas alemán contratado por el Ferrocarril de Antioquia y la Escuela de Minas para realizar trabajos de cartografía en distintas zonas del país, en los años 20.

Este trabajo fue considerado el más importante de la época, pues marcó un hito por su rigurosidad y sistemática. En él, el alemán hizo una descripción de las rocas y los paisajes que encontró en Antioquia, desde Sucre y Olaya, cerca de Santa Fe de Antioquia, hasta el río Arma, al sur del departamento.

Grosse daba clases en la Escuela de Minas y donó parte de su colección de rocas y de muestras y micromuestras para microscopio. Otra parte la entregó a una universidad en Bogotá, otra a Berlín y otra a Bonn. Sin embargo, según lo manifiesta Marion Weber, lo más probable es que con la guerra en Alemania no se hayan preservado las colecciones en ese país, por lo que "creemos que tenemos un registro único en el mundo que representa un trabajo fundamental, en una época en la que hubo mucho interés por conocer la Geología del país".

Lo que se viene

En cuanto al futuro, la idea es que se cumpla con la función de museo universitario y que sea un medio para transmitir el conocimiento geológico a un público más general, sin perder de vista al especializado.

Finalmente, Marion Weber destacó que lo más importante es saber con qué se cuenta para relacionar los objetos con las colecciones y hacer más dinámica la sala. "Queremos elaborar un guión museográfico más amplio, pues actualmente solo está enfocado en mineralogía y buscamos volverlo una sala de Geociencias, incluyendo una vitrina que cambie cada dos meses y otras especializadas, para que alguien que venga varias veces en un año, no se encuentre siempre con lo mismo".