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Política y Sociedad

El poder también divide a las comunidades indígenas

    En los resguardos indígenas, que suelen percibirse como sociedades igualitarias, existen procesos que dividen a sus habitantes cultural, política y socialmente, debido en especial a las relaciones de poder que se generan con la creación de una autoridad propia a nivel local.

    Así lo advierte un estudio realizado en un resguardo indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el cual se evidencia que los procesos de etnicidad no conllevan necesariamente a una sociedad homogénea o solidaria en su interior.

    Una de las conclusiones principales del estudio es que a partir de la constitución de un gobierno propio se empieza a desplegar una serie de estrategias de poder y surgen grupos opositores que se enfrentan a esta autoridad.

    Para llevar a cabo esta investigación, el sociólogo Ariel David Rincones Marriaga, magíster en Estudios del Caribe de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Caribe, y docente de la Universidad Popular del Cesar, utilizó una metodología de estudio etnográfico a través de la inmersión en la comunidad de Atánquez, que tiene alrededor de 6.000 habitantes.

    En su estudio sobre etnicidad, poder y resistencia en el corazón del Resguardo Indígena Kankuamo, dirigido por la profesora Raquel Sanmiguel Ardila, de la UNAL Sede Caribe, el sociólogo desarrolló herramientas de análisis en especial mediante observación y entrevista semiestructurada para conocer historias de vida y cómo se dan las relaciones entre habitantes, las manifestaciones de poder y la cotidianidad de la comunidad de Atánquez en general.

    Esto le permitió identificar tres manifestaciones de poder: una autoridad, que es el Cabildo gobernador; una resistencia, que son las organizaciones que escapan al control de la autoridad tradicional, en este caso Atánquez Libre, y por último las posiciones del resto de la comunidad.

    Por otro lado, se identificaron tres unidades temáticas: primero los procesos de etnicidad, que se dan cuando se empieza a rescatar la historia, las prácticas del pueblo indígena, y en general a gestionar el reconocimiento por parte del Estado.

    Después de ese proceso surgen unas relaciones de poder y resistencia, es decir que existe una autoridad legalmente constituida que controla la educación y la estructura organizativa del territorio, lo cual genera resistencia: movimientos que se oponen, desconocen a la autoridad, rechazan la educación, e incluso lo étnico.

    Por último están los antagonismos, tensiones y rupturas. El sociólogo Rincones explica que “las relaciones de poder terminan extendiéndose por todo el entramado social, y entonces cualquier miembro de la comunidad puede decir: ‘o soy kankuamo o soy Atánquez Libre’”.

    Diversidad étnica

    En el resguardo kankuamo se encuentra mayoritariamente la comunidad de Atánquez, además de otras nueve de Valledupar. Este pueblo sufrió todo un proceso de colonización de la Sierra Nevada de Santa Marta, primero por parte de los españoles y después por los campesinos. Eso los llevó a dejar a un lado los elementos culturales indígenas, por lo que fueron desapareciendo su lengua, vestimenta y algunos usos y costumbres.

    En el contexto del reconocimiento de la diversidad étnica, con la Constitución de 1991, y al presentarse un riesgo de perder parte de su territorio frente a comunidades reconocidas –como los arhuacos–, los kankuamos se vieron amenazados. Entonces, a través de un proceso de etnicidad y autorreconocimiento, lograron que el Estado, en 1997, los reconociera como pueblo indígena con acceso a un territorio.

    “Sin embargo esta comunidad se encuentra fraccionada; la división se percibe en antagonismos entre habitantes de la comunidad o personas de una misma familia. Por ejemplo, la esposa se identifica como indígena kankuamo y el esposo estaba del otro lado”, asegura el investigador.

    Ese “otro lado” hace referencia a un movimiento opositor llamado Organización Atánquez Libre, que reúne a las personas que no están de acuerdo con la autoridad del Cabildo gobernador. Por lo anterior, el estudio buscaba analizar las complejidades que se presentan dentro del resguardo indígena.

    Estrategias de poder y etnoeducación

    Las tensiones y manifestaciones de resistencia se presentan más en relación con el modelo etnoeducativo, principal herramienta de la autoridad indígena para que desde niños se enseñe lo tradicional del pueblo kankuamo y se “construya un sujeto étnico”.

    Ante esto, los padres huyen como mecanismo de resistencia. Alrededor de 100 niños fueron retirados de la institución etnoeducativa de Atánquez y los matricularon en Patillal, una población vecina que está por fuera del resguardo, para llevarlos al modelo tradicional nacional.

    “Ellos dicen que allí nadie habla la lengua, que no quieren usar mantas ni educar a sus hijos para que estén solo en el territorio y no salgan a competir, a ser profesionales”, cuenta el sociólogo Rincones.

    Otra causa de esta resistencia interna se da por la permanencia de una sola autoridad en el poder. El actual Cabildo lleva más de 20 años, por lo que la Organización Atánquez Libre ha creado su propio cabildo, llamado Chiscwinya, que busca reconocimiento legal del Ministerio del Interior.

    La investigación revela entonces cómo las relaciones de poder y los modelos educativos son determinantes en la cohesión del tejido social de un pueblo, cualquiera que este sea.

    Aunque este estudio se hizo específicamente con el pueblo indígena kankuamo, es probable que situaciones similares se presenten en el interior de otras comunidades étnicas.