El concierto público en la Plaza de San Pedro Claver fue una clase magistral para las decenas de estudiantes de conservatorio, muchos de la Universidad Nacional de Colombia, que pudieron evidenciar que con la música se puede hacer, literalmente, de todo. "Esto sí es innovar", coincidían varios asistentes.
Lo que se puso en escena fue un mestizaje musical de altura, ese era el propósito. Según Hugo Candelario González, nativo de Guapí (Cauca) y director de Bahía Trío, su música se caracteriza por acudir a ritmos que ponen de manifiesto el binomio alegría-dolor de esa tierra boscosa y retirada.
"Incluso en Colombia la música del Pacífico es muy desconocida. No se puede comparar con la que se hace en la costa Caribe, donde siempre hay sol y un mestizaje distinto, que, en mi concepto, la hace más alegre. En el Pacífico existe más dolor, por eso hay más introspección en la música", asegura González.
Esto se puso en evidencia cuando mezclaron sus ritmos negros con los compases del piano de Stephen Prutsman, director artístico del festival. La inspiración mutua rindió frutos; el público pudo compenetrarse con una fusión que llevó a todos hasta lo más profundo de la sensibilidad del Pacífico.
Algo similar lograron el grupo Puerto Candelaria, de Medellín, y el Cuarteto de Shangai. Parecía imposible unir sus sonidos, pero la música hecha con pasión lo puede todo. Los paisas, con su jazz innovador y con una puesta en escena desparpajada, lograron extrovertir a los músicos chinos y al norteamericano, quienes parecían sorprendidos consigo mismos.
Juan Diego Valencia, compositor de Puerto Candelaria, destacó la posibilidad que tuvieron de compartir escenario con el grupo chino-estadounidense.
"Sé que para los artistas extranjeros es mucho más sorprendente la experiencia de tocar con grupos como el nuestro. Nosotros de alguna manera conocemos la música clásica, pues hemos tenido formación académica en ese sentido, pero para ellos es descubrir algo completamente diferente, un tipo de música que ellos nunca se imaginaron que existía, por ejemplo, el porro", anota el carismático artista.
Iván Benavides, destacado compositor y arreglista colombiano, reconocido por participar en trabajos clásicos de la música colombiana como La tierra del olvido, junto a Carlos Vives, asegura que, contrario a lo que muchos puedan pensar, la música clásica y la popular de América Latina están íntimamente ligadas.
"A mí me parece imposible separarlas. El génesis de la música latinoamericana tiene bases en la música clásica y tomó forma al encontrarse con los ritmos africanos. En vía contraria, no se puede hablar de una música clásica pura, de una u otra forma esa música es el resultado de mezclas", opina Benavides.
Precisamente el grupo Bahía y Puerto Candelaria hacen parte de los artistas que participaron en Mestizajes, disco en el que la Orquesta Filarmónica de Bogotá interpretó la música popular de artistas como Cabas, Aterciopelados, Totó la Momposina y Andrés Cepeda, entre otros.
No faltan los escépticos ante las posibilidades de esta clase de fusiones. En el primer concierto de Bahía y Puerto Candelaria, en el Teatro Heredia, puristas de la música clásica se salieron del concierto al escuchar la fusión. Pero en la plaza pública, donde la música vive y evoluciona, donde extranjeros y colombianos, jóvenes y mayores se encontraron, el experimento pasó la prueba final.
Sedes