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Ciudad y Territorio

El Cable: tradición y técnica hechas patrimonio

  • Fotos archivo Unimedios / Manizales

  • La Facultad de Arquitectura de la UN en Manizales funciona en la sede de El Cable desde el año 1969.

  • El sistema de monocable, pionero en el mundo, fue creado por el director de Ropeways Engineering Co. Ltd, firma inglesa que lo construyó en Mariquita-Manizales.

  • Desde 1996 el edificio de la Facultad de Arquitectura es Monumento Nacional por su importancia histórica.

La sede donde funciona la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales es claro ejemplo de la noción contemporánea de patrimonio: una construcción social. La torre y la antigua estación del cable evidencian la mezcla de las técnicas académicas con las tradicionales, como el bahareque.

La histórica e interesante sede de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales está constituida por varios cuerpos arquitectónicos y una obra de ingeniería única. Por esta razón, adquiere cierta singularidad dentro del conjunto de construcciones que tiene la Institución en el país.

Otro hecho distintivo es que su origen no se ubica dentro de un contexto académico. Los cuerpos arquitectónicos originales (estación de bodegaje, cuarto de máquinas, casa vigilante) fueron edificados para servir como estación terminal dentro del sistema de transporte del Cable Aéreo Mariquita-Manizales.

La Torre de Herveo, como también se conoce localmente, fue una obra de ingeniería que hizo parte del conjunto de las 376 torres que se requirieron para cubrir los 72 kilómetros que recorría el cable construido entre los años 1912 y 1922.

La altura (52 metros), la ubicación y la configuración formal de la torre cumplen un papel referencial en el paisaje urbano de Manizales. La estructura se hace visible desde distintos y distantes lugares de la ciudad, tanto o más que la catedral. Su estratégica ubicación sobre el espinazo de una estribación de la cordillera Central, eje del camino que dio origen a la fundación de la ciudad y que lleva hoy al Centro Histórico de Manizales, es la razón de esa posición visual dominante dentro de la ciudad, lo que la establece como una singularidad urbana. 

En la memoria 

Esa cualidad urbana se complementa con varios aspectos singulares de su historia y constitución. Fue la única torre que se elaboró totalmente en madera y una de las más altas entre todas las construidas. Se diseñó y construyó como solución ante la interrupción de suministros de las partes metálicas que llegaban desde Inglaterra, en ese momento, inmersa en la Primera Guerra Mundial.

Además, se constituyó en un alarde técnico producto de la combinación de la habilidad de los carpinteros paisas con los conocimientos de los ingenieros ingleses.  Igualmente, fue la única que sobrevivió al desmontaje de todas las instalaciones que se vendieron como chatarra a partir de 1967, pues en ese momento se consideró que la madera no tenía ningún valor.

Todos estos aspectos le otorgan el mérito de ser el único vestigio de las torres que se construyeron del sistema de transporte de Cable Aéreo Mariquita-Manizales, titánica empresa que cubrió una década entera.

Además de lo anterior, la torre se consolida como ejemplo claro de la noción contemporánea de patrimonio: una construcción social. En efecto, entre los años de 1981 y 1983, cuando ya servía como sede de la Facultad de Arquitectura, un grupo de estudiantes y profesores adelantaron el desmonte de las piezas de la torre en su ubicación original (hoy municipio de Herveo). Posterior a esto, las volvieron a montar en el Parque Antonio Nariño de la estación de El Cable, en Manizales. De esta manera, se configuró, en muy pocos años, ese hito urbano referencial para todos los visitantes y lugareños.

El conjunto construido, conocido como El Cable, es testimonio de una de las empresas pioneras y más emblemáticas de la historia del transporte en Colombia en el siglo XX. En efecto, la capital del Gran Caldas, Manizales, durante el primer cuarto del siglo XX se convirtió en epicentro de un dinámico desarrollo económico basado en el cultivo del café.

Los comerciantes y los agricultores del grano, junto con los primeros empresarios y la población en general, vieron la necesidad de sacar sus productos con mayor celeridad y cantidad. Después de muchas gestiones y consultas, llegaron a la conclusión de que la mejor alternativa para un territorio montañoso era la de un cable aéreo.

Los emisarios e ingenieros ingleses fueron los encargados de adelantar la empresa que se hizo en modalidad de concesión (a cincuenta años). Con lo que el Estado y la ciudad no tuvieron que correr con mayores gastos.

Entre los visionarios, promotores, gestores y constructores hay que señalar a Salvador Camacho Roldán (1871), al expresidente Carlos E. Restrepo, su ministro Tomás Eastman (1910), los manizaleños Aquilino Villegas y Sinforoso Ocampo, los ingenieros-constructores ingleses James F. Lindsay y Harrison Roe y los colombianos Vicente Gutiérrez, Arturo Jiménez, Jorge Robayo y Francisco de P. Fajardo. Sin olvidar a los miles de obreros y cientos de arrieros que pusieron el hombro, y hasta su vida, para llevar a cabo esta obra. 

El aporte amerindio 

Un aspecto de gran significado fue la materialización de los cuerpos arquitectónicos. Todos los colombianos tenemos una clara imagen de la tradición constructiva en la región cafetera de la Cordillera Central, cuyo componente más distinguido es la guadua.

Este material y la técnica del bahareque, de origen amerindio, dieron como resultado un sistema que ha sido reconocido y valorado por propios y extraños. En el edificio de la Estación de El Cable se combinaron los saberes y la tecnología para desarrollar una arquitectura, en su origen sencilla, pero cargada de gran valor.

Para la estructura portante y de cubierta se utilizaron las técnicas académicas, mientras que para el cerramiento de los espacios se emplearon técnicas tradicionales como el bahareque en tabla, en una versión mejorada y apropiada para el uso de bodegas.

Se consolidó así una síntesis muy lograda que unificó la tradición y la tecnología moderna. Recientemente, con la inclusión del Paisaje Cultural de la Región Cafetera en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, se avaló ese valor tecnológico como uno de los atributos del Paisaje Cultural, cuya aplicación cubre prácticamente todas las necesidades básicas de una vivienda campesina, incluidas las construcciones para el procesamiento del café.

Desde su inauguración en 1922, en medio de grandes celebraciones, y hasta hoy, el conjunto construido ha pasado por numerosas ampliaciones, modificaciones, liberaciones y usos. El Cable fue cedido por Ferrocarriles Nacionales a la Universidad Nacional de Colombia y allí se instaló la sede de la Facultad de Arquitectura.

A partir de ese evento, sus cuerpos construidos han sido tema de numerosos estudios y tesis de grado de sus estudiantes, quienes tienen el firme objetivo de buscar el reconocimiento de la edificación, su recuperación y conservación. Procesos que fueron concretados en un proyecto de restauración elaborado por la misma Facultad, sus profesores y estudiantes en 1996.

Los estudios permitieron develar las técnicas constructivas originales, de las cuales se guardó registro y se hizo una adecuación espacial y funcional para el uso educativo.

El proyecto fue aprobado por el Consejo de Monumentos Nacionales en ese mismo año, hecho que fue simultáneo a su declaratoria como Monumento Nacional (decreto No. 1543 de 28 de agosto de 1996 del Ministerio de Educación Nacional). Con la emisión de la Ley 387 de 1997 o Ley General de Cultura, se convirtió en Bien de Interés Cultural de carácter Nacional.

Hoy, el conjunto arquitectónico de El Cable, sigue como uno de los mejores ejemplos en el país de la conservación de la memoria histórica, constructiva y emprendedora de un pueblo.