El algodón y su histórica relación con el pueblo raizal de San Andrés y Providencia
El biólogo Rafael Mora, curador de colecciones biológicas del Jardín Botánico de la UNAL, explica en qué consiste esta iniciativa, cuyo objeto es revivir las memorias de la comunidad raizal a partir de la importancia cultural, económica e histórica de plantas que se han dado en el suelo de las islas.
“Nuestro interés no es solo mostrarle a la comunidad las más de 200 especies de plantas que tenemos sembradas, sino darles a conocer cómo muchas de estas están ligadas al pueblo raizal, no solo por un uso cultural o económico, sino también por su importancia histórica, como el algodón en este caso”, afirma.
Contrario al imaginario, San Andrés y Providencia estuvieron dedicadas a la agricultura por encima de otras actividades económicas. “Varias investigaciones del Banco de la República, por ejemplo, dan cuenta de que las islas dependían de la comercialización de plantas, incluso por encima de la pesca, y entre esas está el algodón como uno de los principales productos de exportación hasta 1850”, relata.
En efecto, en San Andrés la historia del algodón se remonta a la época de la esclavitud, tiempo en el que, por su importancia económica, era producido y comercializado, y el proceso de colecta era realizado manualmente por los esclavos.
“Sin embargo, con la abolición de la esclavitud y de ciertos cambios en las dinámicas socioeconómicas de la Isla, el raizal decide no continuar con la producción del algodón, perdió el interés, pues al no haber más esclavos se dedicaron a la producción de plantas como el coco, que necesitan menos esfuerzo en su cultivo y colecta y que fue importante hasta 1950, cuando se dio la apertura económica de la Isla”, comenta el curador Mora.
Aunque el algodón no se cultiva hoy en la Isla, sí se conservan algunas plantas en patios o jardines, o crece libremente en potreros. Contrario a otras plantas, su producción requiere de periodos de sequías con mucho sol; los suelos no tienen que tener un alto nivel de nutrientes, crece en zonas abiertas, incluso intervenidas por el ser humano.
Dadas estas condiciones, durante el último mes la planta del algodón ha empezado su proceso de floración en el Archipiélago: “estas flores, que pueden ser blancas o amarillo pálido, se abren; después de un tiempo cambian a un tono más rosa, luego los pétalos se marchitan y las estructuras se modifican y dan origen al fruto, una cápsula de color verde con puntos oscuros”.
“A medida que va madurando su color cambia de nuevo a amarillo y café, y finalmente se va abriendo en partes: expone las semillas que tiene en su interior, las cuales no son muy apreciadas, pues ya están rodeadas por las fibras de algodón. Este proceso tarda entre 1,5 y 2 meses”, explica el biólogo Mora.
Por último, destaca el trabajo que viene haciendo el Jardín Botánico de la UNAL Sede Caribe por recuperar parte de la memoria histórica de las islas: “el objetivo es que los raizales conozcan la planta, muchos no la conocen porque ya no se cultiva o por el paso generacional; se va perdiendo la historia que hay detrás del algodón, y hacemos ese llamado en este momento que está floreciendo y se puede apreciar en las instalaciones del Jardín Botánico”.