Por medio de la disciplina positiva, un proceso educativo que requiere de límites, repetición y paciencia, los niños aprenden a comportarse de manera socialmente aceptable, sin necesidad de contemplar el castigo físico ni verbal. Según Ángela Camacho, profesora asociada al Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), este proceso le proporciona tranquilidad a la crianza.