Estos métodos surgen como una estrategia para mitigar la demanda masiva y la escasez de elementos de protección personal (EPP) para los trabajadores de salud, a causa de la pandemia por el COVID-19.
Los docentes encontraron 15 estudios que proponen la reutilización de las mascarillas después de un proceso de descontaminación que inactiva cualquier material potencialmente infeccioso en sus superficies.
Dentro de dichos estudios resaltó el uso de peróxido de hidrógeno y la luz ultravioleta en función de su eficacia biocida (agentes antimicrobianos), rendimiento de filtración, características de ajuste y toxicidad química residual, además de otros aspectos prácticos como el equipo requerido para su implementación y el máximo de ciclos de descontaminación.
Entre otros métodos están el uso de hipoclorito de sodio, el calor y el horno microondas, incluidos métodos energéticos a pequeña escala y las soluciones de desinfección, pulverización y toallitas.
Según neumólogo y pediatra Carlos Rodríguez Martínez, profesor asociado del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la UNAL, el objetivo era hacer esa revisión crítica y analizar si se podía hacer alguna recomendación al respecto para contribuir a la poca disponibilidad de EPP en el país o en otras partes del mundo, ya que su escasez es una realidad no solo en Colombia.
"Nos llamó la atención que hace algunos meses el Invima prohibió descontaminar esas máscaras, por eso nos dimos a la tarea de hacer esa revisión y entender qué soporte o evidencia teníamos para decir que sí o que no" afirma el experto.
El doctor Rodríguez, junto con los profesores Mónica Sossa Briceño y Jorge Cortés, del Departamento de Medicina Interna, trabajaron en este artículo, el cual resume toda la evidencia disponible sobre los diferentes métodos de eliminación de contaminantes que podrían permitir la reutilización de estas mascarillas desechables, con énfasis en la descontaminación del virus SARS-CoV-2.
Criterios de descontaminación
Pese a que existen muchos tipos de EPP, unos de los más críticos son las mascarillas o respiradores N95 por sus características de filtrar partículas muy pequeñas y prevenir el contagio de COVID-19.
A raíz de esta capacidad, hace unos años investigadores alrededor del mundo empezaron a evaluar la posibilidad de poder descontaminarlas y reutilizarlas, por lo cual para llevar a cabo una correcta evaluación de esos dichos procesos es necesario tener en cuenta algunos factores.
Según el neumólogo Rodríguez, se debe asegurar que el método de descontaminación sea eficaz, es decir que si hay bacterias o virus en la mascarilla, el método sea capaz de eliminarlo. También es importante ver que después de la descontaminación la mascarilla siga siendo funcional y no pierda su capacidad de filtración ni sus características.
Además debe conservar su forma, de manera que haga un muy buen sello en la cara del personal médico y que no permita la entrada de aire por la boca ni la nariz, ya que por esos espacios puede entrar el virus.
Otro factor a tener en cuenta es que al momento de descontaminar no se dejen residuos que puedan ser tóxicos, peligrosos o irritantes para las personas. Como criterios adicionales, es importante ver cuántos ciclos de descontaminación se pueden hacer para que la mascarilla quede completamente libre de contaminantes.
Por último, se debe considerar la parte logística y práctica: qué equipo se necesita para descontaminar, si es muy grande, si está disponible en los hospitales, cuántas mascarillas se pueden descontaminar a la vez, entre otros factores.