Desfibrilador implantable disminuye salud sexual y calidad de vida
Rosa Amelia Herrera, magíster en Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), explica que “por lo general este dispositivo se implanta en personas que tienen riesgo de sufrir muerte súbita, o que la han experimentado a causa de una arritmia ventricular grave; estos pacientes constituyen una población en riesgo de presentar alteraciones en su calidad de vida.
El desfibrilador automático implantable (CDI), que se coloca en el pecho del paciente para estimular el corazón, consta de una batería y dos o tres cables conectados a las cámaras auriculares y ventriculares del corazón, y ha demostrado ser efectivo en la detección, corrección y tratamiento de arritmias ventriculares graves.
Según la investigación de la magíster Herrera, “las alteraciones psicológicas son las más frecuentes en las personas que usan el dispositivo, ya que las descargas son inesperadas y dolorosas y se asocian con temor e incertidumbre, lo que puede afectar negativamente la calidad de vida del paciente, e incluso considerarse como una amenaza para su supervivencia”.
Otro factor que parece estar relacionado con cambios en la calidad de vida de los portadores de un CDI son los cambios en la salud sexual. “Los pacientes temen recibir una descarga durante la relación sexual, también experimentan una pérdida de interés por sostener relaciones, en algunos casos a causa de la sobreprotección de su pareja”.
“Así mismo puede haber problemas en la erección y el paciente teme que el CDI no detecte arritmias letales durante la actividad sexual o, por el contrario, que detone descargas que puedan lesionar a su pareja”, explica la investigadora.
En 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que 17,9 millones de muertes fueron causadas por enfermedades cardiovasculares, lo que representa el 32 % de las muertes mundiales.
Para determinar las afectaciones en la calidad de vida de las personas con CDI, la magíster tomó una muestra de 30 pacientes –entre hombres y mujeres– de 21 años o más, que en los últimos tres años habían sido sometidos por primera vez a un implante de CDI, con historial de vida sexual activa antes o después del implante, y que asistían a seguimiento posimplante en el Servicio de Electrofisiología de la Clínica Mayo, en Jacksonville, Florida (Estados Unidos).
El 33,3 % fueron personas menores de 60 años, el 16,7 % entre 60 y 64 años, el 20 % entre 65 y 69, y el 30 % mayores de 70 años. La edad media de las mujeres fue de 58 años y la de los hombres de 67 años.
El 49 % de los pacientes reportaron disminución en la calidad de vida debido a la dependencia de otros, el aislamiento social, y la incapacidad para trabajar. “En cuanto a la calidad de vida relacionada con la salud, se evaluaron negativamente seis dimensiones: salud general, monitoreo sexual, control sexual externo, fatiga-inercia, tensión-ansiedad, y confusión-desconcierto”.
De forma paralela, las dimensiones de calidad de vida mejor evaluadas por los participantes fueron el bienestar emocional y el funcionamiento social, es decir que se sentían más capaces y con más confianza para realizar las actividades cotidianas.
Se comprobó además que el estado de ánimo y la salud sexual se comportan como factores relacionados con la calidad de vida de los pacientes: “durante la valoración de enfermería es importante identificar estrategias para mejorar estos aspectos. El rol del enfermero en la atención, consejería y educación de los pacientes portadores de un CDI, es una práctica que no se realiza de manera estructurada y rutinaria”.
Por lo tanto, recomienda plantear y ejecutar nuevos programas de atención en los cuales se brinde un cuidado integral a esta población, que aborde no solo la funcionalidad de los órganos sexuales sino también las preocupaciones sexuales.
Según el DANE, de las 242.609 muertes registradas en Colombia en 2019, 38.475 correspondieron a enfermedades isquémicas del corazón (cuando se obstruyen las arterias que le suministran sangre) y 15.543 a enfermedades cerebrovasculares, esto sumado a otros eventos del sistema circulatorio que representaron alrededor de 4.000 defunciones adicionales.