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Artes y Culturas

Del Llano colombo-venezolano llegan a la UNAL cantos y memorias vivas del trabajo de vaquería

    Hasta el 28 de junio estará abierta la exposición “Los cantos de trabajo ´e Llano, un patrimonio cultural colombo-venezolano para el mundo” en el espejo de agua del edificio de Posgrados de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL). Se trata de un reconocimiento a uno de los espacios geográficos en los que se desarrolla la novela La vorágine y también a las historias, memorias y culturas vivas de los Llanos que se resisten a desaparecer.

    Durante la inauguración, el geógrafo y museólogo Edmon Castell, coordinador académico de la Maestría en Museología y Gestión del Patrimonio de la UNAL, aclaró que “aunque esas culturas vivas de los Llanos se encuentran literalmente en un instante de peligro, siguen latentes resistiendo a los procesos de tecnificación y modernización. ‘Los cantos de trabajo ‘e Llano’ son memoria viva que desafía el tiempo”.

    La exposición muestra la belleza de los cantos de vaquería y llama la atención sobre la importancia de preservarlos, ya que por una serie de factores desencadenantes se encuentran en alto riesgo de desaparecer. De ahí que la Unesco declarara sobre ellos medidas urgentes de salvaguarda, además de incluirlos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

    Pese a las adversidades, esta manifestación cultural resiste y se niega a dejar de existir. De eso da cuenta esta exposición itinerante inaugurada inicialmente en la Casa de la Cultura Departamental de Arauca y luego en la Casa de la Cultura Miguel Matus Caile de Arauquita a finales de 2019, y recientemente también en Soacha, en la Casa Museo Salto del Tequendama.

    “’Ya nadie se acuerda de cantarle a una vaca’, se lamentan algunos llaneros. Pero más que nostalgia es posible pensar que las manifestaciones de la cultura llanera hablan de una cultura resiliente y rebelde que, en defensa de sus costumbres y formas de vida, se resiste a desaparecer”, señala al respecto uno de los textos de la exposición que ahora adorna el espejo de agua del edificio de Posgrados de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL.

    Los cantos de trabajo del Llano abarcan las expresiones inmateriales propias de las actividades ganaderas de la Orinoquia colombo-venezolana, memoria viva de la histórica relación cercana, cotidiana y musical que con el ganado y las labores derivadas de las prácticas de arreo y ordeño (las cuales tienen sus propias normas, usos y costumbres) lograron forjar a los llaneros de los dos países durante varios siglos de arduo trabajo en las extensas llanuras binacionales.

    Precisamente el Plan Especial de Salvaguardia de los Cantos de Trabajo de Llano señala que “sin los cantos, no sería posible entender cómo el llanero se convirtió en artesano, arquitecto, músico y artífice de una rica cultura material: [...] El llanero se convirtió también en arquitecto. Los techos de palma y los materiales de construcción fueron poco a poco dotando de un estilo particular el paisaje de la sabana. Por último, el llanero se convirtió en músico pues, como se escuchaba decir, ‘el que no baila toca, el que no toca canta, y el que no canta, silba’”.

    Según el profesor Castell, “el universo de valores, usos y costumbres que constituyen los cantos de trabajo del Llano ha configurado, en la práctica, una resistencia a la racionalidad económica y a la modernización, que mucha gente en los Llanos ha experimentado como una desposesión de sus formas de trabajo y descanso”.

    Por su parte, Yesid Sandoval, director de la Fundación Consucol, co-organizadora de la exposición desde su fase de concepción, anunció durante su intervención en el acto inaugural que el próximo destino de “Los cantos de trabajo ‘e Llano” es Villavicencio, capital del Meta. 

    La exposición fue posible gracias al esfuerzo conjunto de varios actores clave, entre ellos el profesor Carlos Páramo, decano de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL, que apoyó la organización de la exposición y facilitó el espacio de exhibición; el profesor Edmon Castell, y el profesor e investigador Fernando Urbina, quien facilitó una serie de fotografías tomadas por él en la región de los Llanos.

    Esta exposición se inaugura en el espejo de agua de manera intencional y como una forma de reconocimiento a uno de los espacios geográficos en los que se desarrolla la novela La vorágine de José Eustasio Rivera, pues precisamente este año se conmemora el centenario de la publicación de la versión original de esta obra maestra de la literatura colombiana y latinoamericana cuya historia se centra en la selva, la sierra y los Llanos.

    La exposición, que se podrá visitar hasta el próximo 28 de junio, constituye en sí misma una forma de aportar a las estrategias de salvaguarda de esta manifestación cultural para que en el futuro sean los mismos portadores quienes transmitan el conocimiento de una manifestación viva y no las memorias de una irremediablemente extinta.