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Política y Sociedad

Defensa del territorio: acto biológico que se da en hongos, vegetales, animales y humanos

    Comprender por qué el ser humano es territorial para facilitar la convivencia en la sociedad, fue uno de los objetivos del estudio sobre territorio desarrollado por el Grupo de Investigación en Orquídeas, Ecología y Sistemática Vegetal de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el cual determinó que el territorio se organiza con base en la defensa y se relaciona con procesos de poder en todos los niveles: bacterias, hongos, animales, vegetales y humanos.

    Mediante un análisis cienciométrico basado en más de 14.600 publicaciones científicas en la plataforma Web of Science, y a través de herramientas estadísticas, los investigadores concluyeron que el concepto de “territorio” es utilizado por una importante variedad de categorías del conocimiento, además identificaron las 15 con mayor cantidad de artículos, y dentro de cada una utilizaron el reporte de citación para analizar el concepto en al menos 5 de los artículos más citados.

    Las 15 categorías del conocimiento con más artículos que hacían referencia a “territorio” o territory fueron: geografía, salud pública ocupacional ambiental, ciencias ambientales, ecología, neurología clínica, ciencias políticas, zoología, medicina interna, geociencias multidisciplinar, humanidades multidisciplinares, estudios ambientales, economía, antropología, y estudios de área.

    A partir de los resultados, el profesor Joel Tupac Otero Ospina, coordinador del Grupo de Investigación Orquídeas de la UNAL Sede Palmira, manifiesta que “entender la territorialidad humana a partir de unas bases biológicas y evolutivas puede ser fundamental para resolver conflictos ambientales y sociales en el mundo”.

    “Aunque el territorio es reconocido en las especies animales, en la literatura científica también se registra la existencia de territorio entre los microorganismos (hongos y bacterias) y las plantas”.

    “El ser humano se ha considerado como una especie territorial, y, al igual que otras especies, manipula el espacio en favor de sus intereses; sin embargo, existe poco diálogo y estudios relacionados con el territorio entre los zoólogos y científicos humanistas”.

    Defensa del territorio y procesos de poder

    La complejidad territorial parte de los organismos más simples como hongos, bacterias y plantas, hasta llegar e incidir en el comportamiento de los animales y de los humanos, quienes se organizan en Estados, se relacionan, y en algunos casos buscan el control territorial de otros países con invasiones y guerras, como se observa en el panorama geopolítico del mundo.

    La defensa del territorio humano tiene diversas facetas y va desde la infraestructura defensiva creada para ello, como por ejemplo “poner una reja en la ventana de la casa, y hasta la misma puerta es una forma de territorialidad que impide que personas externas entren. En el caso de la soberanía de un país, los dirigentes se ponen a la defensiva cuando hay una interferencia en su autonomía o en sus creencias”.

    Por el contrario, el “armamento” de las bacterias, que es químico y letal, consiste en una serie de compuestos metabólicos que les permite excluir a otras bacterias del territorio.

    Igual pasa con la territorialidad en hongos, los cuales pueden llegar a producir una batería enzimática que ataca y acaba con otros hongos. “El hongo puede secretar proteínas que degradan el cuerpo del microorganismo al que se está enfrentando”, explica el profesor Otero.

    En los animales hay una combinación entre el marcaje del territorio y el comportamiento agresivo que puedan tener ante intrusos en el área que están defendiendo.

    Por último, la defensa del territorio en el reino vegetal se basa en los compuestos alelopáticos, que al ser expulsados evitan la presencia de otras plantas.

    “Aquí la competencia por la luz determina una territorialidad que se basa en el crecimiento de la planta: la que crece más rápido le opaca la luz a las de abajo y evita que crezcan”, concluye.