De la selva al llano: el legado de La vorágine en la memoria histórica de la Orinoquia
Durante dos jornadas, en el evento itinerante “Cien años con La vorágine”, expertos y conocedores de la obra y de la región subrayaron la importancia de la novela no solo como relato literario, sino como documento histórico que evidencia las masacres y el desplazamiento de comunidades indígenas en la frontera colombo-venezolana.
“La vorágine es uno de los pocos textos que narra con crudeza el genocidio indígena que tuvo lugar en la región, y es importante hacer conciencia sobre el abuso que se tuvo con estas comunidades, ya que por lo general en la memoria o registro de los hechos históricos no aparecen los indígenas, se privilegia los elementos de origen español y se ignora toda la herencia cultural indígena que tiene esta región”, reseña la antropóloga de la UNAL María Mercedes Ortiz, doctora en Literatura Hispánica y docente de la Universidad del Valle.
La obra de Rivera, escrita en 1924, además de ser una historia de amor, narra la brutalidad del auge de las caucherías en la Amazonia y la Orinoquia; permite entonces visibilizar un pasado silenciado que, según la docente Ortiz, es crucial para que las nuevas generaciones conozcan y respeten a los indígenas que aún habitan el territorio, pues forman parte fundamental de la identidad llanera.
“Los Llanos prehispánicos albergaban diversos grupos étnicos, desde cazadores y recolectores nómadas, hasta horticultores como los sáliva y achagua, quienes aún conservan su lengua. El Llano fue un corredor comercial muy importante entre los Andes y la selva, y sus comunidades fueron devastadas por la conquista, especialmente para los indígenas horticultores, esclavizados; mientras que los grupos nómadas como los sikuani y los cuiba wamonae lograron escapar. Más adelante, en el siglo XVIII, los jesuitas fundaron haciendas y misiones ganaderas en donde los achagua y los sáliva fueron evangelizados, dando origen a gran parte de la población llanera actual”, detalla la antropóloga.
En este sentido, el espacio itinerante busca descentralizar el conocimiento y llevar la reflexión sobre La vorágine a las comunidades que se ven directamente reflejadas en sus páginas. Así lo destacó María Fernanda Camacho, profesional de apoyo de la UNAL Sede Orinoquia: “este Congreso no solo es una celebración de la prosa de Rivera, también busca generar una autorreflexión sobre el aporte de la Orinoquia a la historia nacional e internacional, y un recordatorio del genocidio indígena que fue ignorado por el Estado colombiano hasta bien entrado el siglo XX”.
El impacto de La vorágine va más allá de sus méritos literarios, pues en ella también hay todo un recorrido cultural. La ingeniera agrícola Ana María Romero, funcionaria de la UNAL, y su padre, el gestor cultural Hermes Romero, presentaron su Escuela de Llaneridad en Artes y Oficios, una estrategia pionera en la transmisión de saberes culturales llaneros.
“Se han involucrado a más de 5.000 estudiantes de la región en la enseñanza de cantos tradicionales y otros conocimientos culturales, contribuyendo a preservar nuestro patrimonio cultural, con el objetivo de contrarrestar el quiebre generacional que ha impedido la transmisión de estos saberes, permitiéndoles a los jóvenes apropiarse de su identidad territorial”, expresa la ingeniera Romero.
La jornada culminó con una muestra artística de los cantos de trabajo del Llano, declarados por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. “Es vital que las nuevas generaciones comprendan que los Llanos son más que un escenario de explotación, son el hogar de una cultura diversa y existente”, subrayó la ingeniera Romero.
El evento incluyó la presentación de la nueva edición de La vorágine realizada por la UNAL, que comparó el texto de 1924 con los manuscritos originales de Rivera. Esta edición, aplaudida en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2024, recupera la esencia de la prosa, rima y musicalidad de la obra, elementos que contribuyen a su poder para narrar las injusticias cometidas contra los pueblos originarios y la devastación ambiental de la selva amazónica.
El Congreso también brindó un espacio para la discusión académica sobre la universalidad de La vorágine, con la intervención de Anastasia Belousova, docente de literatura rusa, italiana y crítica literaria de la UNAL, quien hoy adelanta un estudio sobre las traducciones de La vorágine al ruso, durante la Unión Soviética, y después al idioma lituano, lo que resalta el gran potencial y la universalidad de la obra colombiana, incluso durante el siglo XX.
Además de su valor literario, la obra de Rivera ofrece una ventana para comprender las tensiones y violencias que han marcado a las comunidades indígenas y campesinas de la región, promoviendo así un diálogo necesario sobre derechos humanos y justicia social.
El Congreso ha recorrido ciudades del país como Neiva, Tunja y Arauca, y posteriormente estará en Amazonas y Bogotá. El evento fue organizado por la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL en articulación con algunas instituciones estatales y educativas, entre ellas la Universidad Surcolombiana (USCO) y la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).