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Salud

De la obsoleta pirámide alimenticia al arcoíris de colores en el plato

    Para suplir el consumo de alimentos se ha recurrido al uso desmedido de químicos y fertilizantes, que reducen la productividad de los suelos. Por ejemplo, aunque con el nitrógeno se obtienen buenas cosechas de trigo, maíz o soya, si se aplica desmesuradamente provoca desequilibrios en los ecosistemas. Este panorama exige darle un giro a la pirámide alimenticia tradicional y dirigir la mirada hacia una alimentación basada en frutas y verduras, producción local y con buenas prácticas agrícolas.

    Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el comercio mundial de alimentos ha crecido incluso más rápido que la producción, y su valor monetario total casi se ha cuadruplicado. Esta situación ha incrementado la desnutrición y la sobrealimentación, esta última relacionada con el aumento de afecciones crónicas como la diabetes y la hipertensión, que las padecen 3 y 9 de cada 100 colombianos respectivamente.

    La desnutrición y la sobrealimentación tienen puntos en común, y es que en esa conjunción de alimentos no se incluyen aquellos vitales para el adecuado funcionamiento del cuerpo. Una persona puede estar sobrealimentada y no tener nutrientes esenciales, lo mismo con la desnutrición, algunos de estos fundamentales para la vitalidad y la resistencia de la salud contra las enfermedades.

    Durante el Seminario Agroecológico Internacional, organizado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, la profesora María Dolores Raigón, de la Universidad Politécnica de Valencia (España), ofreció la conferencia “Nutrición agroecológica para la vida”, en la que manifestó que “a partir del detrimento nutricional registrado por los alimentos en la últimas décadas, se deben considerar todos los eslabones del sistema alimentario, incluida la producción y la distribución, porque en esta última se pueden dar cambios en la composición de estos”.

    “Puede suceder que cuando llegan al consumidor no tengan los nutrientes deseados, y, por el contrario, aporten componentes derivados de la producción industrializada que el organismo no está en capacidad de sintetizar”.

    “Por ejemplo, componentes fitosanitarios como los fertilizantes químicos y los herbicidas se acumulan en el tejido graso o se eliminan por excreciones, lo que repercute en la salud de las personas”.

    Por su parte, la profesora Marina Sánchez de Prager, coordinadora del Grupo de Investigación en Agroecología de la UNAL Sede Palmira, indicó que “si queremos organismos sanos, plantas sanas, y personas sanas y un planeta vivo, con futuro, es importante detener la mirada sobre la nutrición”.

    Arcoíris en el plato

    A partir del estudio de los alimentos y su composición, los científicos han observado que los valores nutracéuticos se esconden detrás de los colores, por eso la profesora Raigón propone “comer el arcoíris al día”, ya que detrás de los colores van todos los principios que de alguna manera aportan la salud al organismo.

    “Los colores que encontramos en tomates, berenjenas, y en toda la biodiversidad cultivada que cuenta con una gama de colores, son indicadores de que detrás hay un principio activo altamente nutricional y saludable”, destaca.

    Los colores verdes se deben a una mayor fracción en clorofilas, que son moléculas altamente desintoxicantes; los morados manifiestan la presencia de compuestos polifenólicos que pueden prevenir o retrasar el envejecimiento y daños de las células, y los naranjas, amarillos y rojos evidencian la presencia de carotenoides, que aportan al óptimo color de nuestra piel y al buen funcionamiento de los ojos.

    Las expertas señalaron que el aumento desmedido del nitrógeno en los suelos, para hacerlos más productivos, va en detrimento de una alimentación sana.

    “Un cultivo con una sobreaportación de nitrógeno dará unas producciones muy vigorosas y productivas, pero también desequilibradas, lo mismo que pasa con el efecto de la sobrealimentación”, anotan.

    El evento fue organizado por el Grupo de Investigación en Agroecología y el Centro de Pensamiento en Agroecología de la UNAL Sede Palmira.