El investigador Daniel Varela considera que "este comportamiento refleja la crisis económica del Chocó", y advierte que desde 2012 la situación empeoró, cuando se produjeron apenas 150 mil toneladas, tendencia que puede explicar la difícil situación de la región.
El estudio fue adelantado por un grupo de expertos, entre ellos Varela y Carlos Andrés Meza, magíster en Antropología Social de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) e investigador del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).
El análisis de la situación chocoana también reveló que los habitantes de este departamento "cultivadores y consumidores ancestrales del plátano hartón" se debaten hoy entre los cultivos tradicionales para su sustento y el monocultivo que impone el mercado para jalonar la economía regional.
Según el investigador Meza, mientras que en el primer casos se enfrentarían a una situación en la que los precios son excesivamente bajos, la otra cara de la moneda les muestra un tipo de plantación cuyo producto es visto en la región como un "veneno", debido a la gran cantidad de químicos empleados para controlar las plagas y preservar su vida útil.
Alto consumo interno
Fruto del interés por encontrar una respuesta a las transformaciones que ha sufrido la vida de los campesinos del Chocó, cuatro antropólogos de la U.N. determinaron que el plátano es la principal fuente de alimento de sus habitantes y que circula por las redes hídricas conformadas por los ríos Atrato (Quibdó, Munguidó y Bojayá), San Juan (Andagoya, Istmina y Las Mojarras) y Baudó (Puerto Meluk y Pie de Pató).
Debido a que el Chocó es un departamento en el que la mayoría de los productos para consumo interno proviene de otras regiones del país, el plátano cobra especial relevancia. Sus orígenes se remontan a la necesidad de alimentar a los esclavos durante las largas travesías a las que los sometían desde África hasta las grandes plantaciones de azúcar y yacimientos mineros de América.
A diferencia de los centros urbanos como Bogotá o Medellín, en el Chocó el plátano tiene la particularidad de consumirse verde y en las más variadas formas, bien sea cocido en agua, asado o frito: "rara vez se consume maduro o preparado como postre", acota el investigador Varela.
"Se ha establecido una diferencia sustancial entre el plátano hartón "cuya tala y porte son mayores que los demás" y lo que en el Chocó se conoce como marabaya "banano, primitivo, guineo y cachaco, entre otros"", explica el investigador Varela, quien destaca que mientras el primero se vende por raciones de 64 plátanos, los racimos de las otras variedades no tienen ningún estándar de comercialización.
A pesar de la gran demanda de estos productos en la capital del Chocó, los autores del estudio observan que la producción puede variar entre una y otra región, debido a factores asociados con la presencia de explotación minera, que en la mayoría de los casos es ilegal, mientras que regiones como Bojayá y el medio y bajo Atrato tratan de abrirse hacia un mercado nacional e internacional.
"Mientras que en Quibdó una ración cuesta en promedio 33 mil pesos, un racimo de banano cuesta 15 pesos, sumado al hecho de que el plátano hartón resulta más nutritivo", explica la antropóloga Liliana Gracia, y precisa que además el cultivo del hartón requiere muchos más cuidados.
Aunque la región de San Juan es considerada como eminentemente minera, una de las sorpresas con las que se encontró el equipo de investigación es que su producción de plátano y marabaya es suficiente para autoconsumo, gracias a la presencia de pequeños refugios de producción agrícola.
Antes del recrudecimiento del conflicto armado de finales de los años ochenta y noventa, y parte del nuevo milenio, el plátano se producía en el Baudó "región de vocación agrícola" e incluso llegó a ser comercializado en Buenaventura; sin embargo la cadena comercial se ha roto y los intermediarios se quedan con gran parte de las ganancias.
Los avances de la investigación serán presentados en el marco de la Semana CES, que se desarrollará entre el 17 y el 21 de octubre en el Edificio de Posgrados Rogelio Salmona de la U.N. Sede Bogotá.