Cultivos de palma utilizan hasta 486 litros de agua diarios en Cesar
Así lo explica el magíster en Ingeniería – Ingeniería en Biosistemas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Fredy Leonardo Torres Bernal, quien estudió la “zonificación de la demanda hídrica del cultivo de la palma de aceite bajo las condiciones agroclimáticas del departamento del Cesar”aplicando la metodología de balance hídrico, que implicó medir la humedad del suelo, específicamente en el municipio de Agustín Codazzi.
“El cultivo de palma de aceite requiere una cantidad significativa de agua, con una necesidad hídrica que oscila entre 1.500 y 3.000 milímetros (mm) por año dependiendo de las condiciones climáticas y ambientales específicas de la región. En el departamento de Cesar esta necesidad hídrica varía entre 1.900 y 2.200 mm/año, lo que se traduce en un requerimiento diario de entre 5 y 6 mm/día”, explica.
Según el investigador, “el uso del agua en los cultivos de palma tiene un impacto significativo, especialmente en regiones donde los recursos hídricos son limitados o donde se utilizan métodos de riego ineficientes, lo cual plantea un desafío importante para la sostenibilidad del cultivo en términos de conservación del agua y eficiencia en su uso”.
“El gasto hídrico del cultivo de palma de aceite es variable y depende de las condiciones climáticas locales, por eso zonifiqué la demanda hídrica regional, en donde se identificaron 8 zonas con diferentes niveles de gasto hídrico, que oscilan entre 1.900 y 2.200 mm/año, lo que corresponde a un consumo diario de agua por palma de entre 437 y 486 litros”, acota el magíster.
Las zonas estudiadas fueron: (i) abarcando parte de los municipios de Copey, Bosconia y Valledupar, (ii) El Copey, Bosconia, El Paso, Valledupar, La Paz, San Diego, Agustín Codazzi y Becerril, (iii) La Paz, San Diego, Valledupar y Astrea, (iv) Pailitas, Tamalameque, Chimichagua y Chiriguaná, (v) Río de Oro Aguachica y Gamarra, (vi) Chimichagua, Tamalameque, La Gloria, Pelaya y La Jagua de Ibirico, (vii) parte de San Alberto, San Martín, Río de Oro y La Gloria, y (viii) con otra parte de los municipios de San Alberto y San Martín.
“La mayor parte de esta agua es suministrada por las precipitaciones regionales, que varían entre 1.200 y 2.100 mm/año en las diferentes zonas identificadas. Sin embargo, en algunas zonas del departamento se requiere suplir un déficit hídrico de más de 800 mm mediante sistemas de riego, mientras que en otras, especialmente en el sur del departamento, se observan excesos hídricos ambientales”, sustenta.
El agua utilizada para el riego de dicho cultivo proviene principalmente de fuentes superficiales como ríos, arroyos y embalses, o de fuentes subterráneas, dependiendo de los sistemas de riego empleados y de la escala de las empresas involucradas.
Las empresas más grandes y con mayores recursos tienden a tener acceso a sistemas más sofisticados, que pueden incluir pozos profundos para la extracción de agua subterránea o infraestructuras para el almacenamiento y la distribución de agua superficial. Por otro lado, las empresas más pequeñas, o aquellas con menos disponibilidad de recursos hídricos, suelen depender de fuentes superficiales de menor capacidad o de sistemas de riego menos eficientes.
La elección de la fuente de agua y del sistema de riego está influenciada por la disponibilidad local de recursos hídricos, la infraestructura existente y las consideraciones económicas, lo que afecta directamente la sostenibilidad del uso del agua en este tipo de cultivo.
El Cesar se caracteriza por una diversidad de macro y microclimas que generan distintas situaciones en cuanto al uso y la disponibilidad regional de recursos hídricos. En esta investigación se identificaron varias zonas climáticas dentro del departamento, cada una con condiciones particulares.
Por ejemplo, en las zonas altas de la Serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta se observa una mayor disponibilidad de agua debido a las precipitaciones orográficas, mientras que en el valle del río Cesar predominan condiciones más áridas y semiáridas; y en el sur se encuentran zonas muy húmedas con abundantes precipitaciones.
El investigador Torres propone implementar sistemas de riego más eficientes y adaptados a las condiciones específicas de cada zona para optimizar el uso del recurso hídrico y mejorar la sostenibilidad del cultivo de palma de aceite en la región.
“Esta variabilidad climática implica que el manejo del recurso hídrico debe ser diferenciado según las características de cada zona. Las zonas áridas y semiáridas enfrentan mayores desafíos en términos de disponibilidad de agua, lo que requiere estrategias de gestión hídrica más rigurosas, incluyendo la optimización de los sistemas de riego y la implementación de tecnologías para el aprovechamiento eficiente del agua. Por otro lado, en las zonas con mayor disponibilidad hídrica, el reto se centra en prevenir el desperdicio y asegurar que los recursos se utilicen de manera sostenible”.
“Por eso es fundamental considerar los efectos del cambio climático en la región, los cuales incluyen aumentos en las temperaturas y disminuciones en las precipitaciones. Estas alteraciones climáticas pueden exacerbar las dificultades en la gestión del agua, especialmente en las zonas más vulnerables”, enfatiza el experto.