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¿Cuál es su cultura energética? Identifican 6 perfiles de trabajadores de oficina

    Mediante la evaluación del uso de la energía en un edificio administrativo se identificaron 6 perfiles de cultura energética, desde el más comprometido, llamado “empoderamiento afortunado” y caracterizado por individuos altamente conscientes del ahorro energético, hasta el “confort desinformado”, que agrupa a las personas que priorizan su comodidad. En cuanto a los equipos, se determinó que los consumos más altos se realizan por climatización (43,34 %), equipamiento de trabajo (22,98 %) y conectividad (19,96 %).

    El estudio sobre eficiencia energética se desarrolló en un edificio con 22 oficinas administrativas ubicado en el Valle del Cauca, con el propósito de entender cómo utilizan la energía en estos espacios de trabajo y cómo pueden mejorar dicho uso, debido a la creciente preocupación por el cambio climático, pues a medida que aumentan las temperaturas extremas también lo hace la demanda, especialmente para refrigeración y aire acondicionado en el suroccidente colombiano. Mientras que la mitigación de este fenómeno requiere de un uso eficiente de este recurso.

    Según el trabajo de investigación de la administradora de empresas Stefanía Forero Salcedo, magíster en Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, “la categoría del desempeño energético se considera como una de las variables con más relevancia para la sustentabilidad, ya que a lo largo de su cadena de valor la energía se relaciona con diversos impactos ambientales, siendo uno de los principales la emisión de gases de efecto invernadero: se estima que la producción de electricidad es responsable de cerca del 40 % de las emisiones totales de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera”.

    Para caracterizar el contexto y el desempeño energético, la investigadora Forero siguió la norma ISO 50001, cuyo objetivo es mantener y mejorar los sistemas de gestión de energía en las organizaciones. Con estas pautas la magíster formuló preguntas para una encuesta que aplicó a más de 60 personas del edificio para analizar sus prácticas, revelando que, entre los perfiles identificados, el 47 % mostró bajos niveles de consciencia y conocimiento sobre los problemas ambientales relacionados con la energía eléctrica.

    Con 43,34 %, la climatización por sistemas de aire acondicionado se identificó como el uso de energía más alto del total consumido en el edificio. Con 22,98 % le siguió el equipamiento de trabajo, como computadores e impresoras, y la conectividad con 19,96 %. Juntos, estos tres rubros constituyen el 86,28 % del consumo. Completan el perfil energético otros usos como iluminación (8,53 %), alimentación y bebidas (3,97 %), desplazamiento (1,16 %) y entretenimiento (0,06 %).

    ¿Cuál es el suyo?

    Para crear los perfiles de cultura energética, la magíster analizó conglomerados con los datos recolectados, una técnica estadística que le permitió agrupar individuos con características similares, importante para identificar patrones y hábitos y a la vez diseñar intervenciones adaptadas a las necesidades específicas de cada grupo.

    Entre los perfiles destacados está el de “empoderamiento afortunado”, que congrega a personas con alta consciencia y compromiso, quienes cuentan con equipos eficientes y un entorno favorable para implementar acciones de ahorro energético, y el de “entorno e infraestructuras limitantes”, que se caracteriza por individuos conscientes y comprometidos que se ven limitados por un entorno con condiciones ambientales y equipos que dificultan el ahorro de energía.

    En contraste, el perfil de “motivación pasiva” describe a las personas con poco conocimiento sobre el problema y con prácticas ineficientes debido a su falta de interés. Los de “desinformación inconsciente” son aquellos con baja conciencia y compromiso sobre el consumo energético, quienes se sienten limitados y poco motivados para tomar acciones de ahorro.

    Hay quienes cumplen con el perfil de “equipos restrictivos”, pues son conscientes y comprometidos, pero se ven restringidos por equipos obsoletos que no les permiten un consumo eficiente. Finalmente, los de “confort desinformado” incluyen aquellos que priorizan su comodidad, mostrando poca conciencia y compromiso, lo que los lleva a ser pasivos en la adopción de prácticas de ahorro energético.

    El estudio también reveló que el 74 % de los equipos del edificio obtuvieron calificaciones malas o muy malas en términos de eficiencia energética, modernidad y estado, lo que sugiere que es necesario hacer un recambio tecnológico urgente, especialmente en el aire acondicionado, los computadores, impresoras y luminarias.

    Con este diagnóstico, cuyas conclusiones se pueden aplicar a otros edificios, la tesista Forero generó 10 propuestas de mejora clasificadas como urgentes y necesarias, entre ellas promover la conciencia, el compromiso y la aplicación de buenas prácticas de consumo energético, además de implementar el sistema de gestión de la energía en las organizaciones. Las recomendaciones están orientadas a mejorar la infraestructura, instalar sensores y modernizar los equipos, acciones que, aunque necesarias, requieren de inversiones importantes.