Controlar la tuberculosis bovina dificulta la certificación de pequeños productores lecheros
En pequeños centros de producción ganadera de la región del Sumapaz, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) analizaron tanto los bovinos sospechosos de infección por tuberculosis (TB) como los productos lácteos derivados de la leche y quesos crudos de estos animales, con el fin de identificar la contaminación bacteriana y la resistencia a antibióticos, pues la tuberculosis en bovinos se puede transmitir entre animales y humanos.
Esta enfermedad también pone en riesgo la producción lechera, ya que según la norma los animales infectados se deben sacrificar, por lo que la investigación les aportó valiosos conocimientos a los campesinos para mejorar las condiciones del animal y la producción de lácteos óptimos.
La Norma Técnica Colombiana (NTC) 399 de 2002 indica que para aprobar el consumo de leche cruda, esta debe ser de aspecto normal, libre de calostro, no tener preservativos, colorantes ni olores extraños, y se debe obtener de animales libres de fiebre aftosa, estomatitis vesicular, rabia, brucelosis o tuberculosis bovina.
Las medidas epidemiológicas para combatir la prevalencia de la TB o brucelosis bovina son muy pasivas, y por lo tanto no han sido suficientes para erradicarlas, según la Unidad de Planeación Rural Agropecuaria (UPRA).
“Si los pequeños ganaderos no tienen el manejo adecuado con los servicios veterinarios o las visitas del ICA para diagnosticar y controlar estas infecciones, esto llevaría a la pérdida de su ganado afectado, teniendo que acatar la norma de sacrificarlo, lo que a su vez impediría comercializar su carne y participar en un comercio formal”, explica el docente en Biología de la UNAL Nelson Enrique Arenas Suarez, co-director de la investigación.
“Consumir leche y queso contaminados puede generar síntomas como fiebre, náuseas, vómitos, diarrea y dolores abdominales. En los animales infectados los síntomas son aquellos comunes de las enfermedades respiratorias, como tos crónica, a menudo con expectoración, pérdida de peso progresiva, debilidad y fatiga, entre otros”, explica el docente.
Sostiene además que “el problema es que el diagnóstico puede ser costoso y las pérdidas significativas, ya que la tuberculosis bovina puede generar afectación en la cantidad de leche que va a producir el animal, además de su deterioro, y por ser una enfermedad de control oficial, el ICA revisa permanentemente que no haya casos, porque de lo contrario el ganadero no se podría certificar en buenas prácticas ganaderas”.
Aunque la región del Sumapaz es un importante centro de producción láctea, algunos de sus productores no cuentan con la información sobre las medidas higiénicas necesarias para ser comercializadores formales, como estar registrados en el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), entidad que –una vez inscritos– se encargará de verificar que los predios se encuentren libres de brucelosis y TB bovina, y emitirá un certificado que lo indique así.
Según la bacterióloga Laura Marcela Gómez, magíster en Ciencias – Microbiología de la UNAL, “Colombia es el cuarto productor de leche de América Latina, sector que representa el 12 % del producto interno bruto (PIB) agropecuario y genera alrededor de 800.000 empleos al año, y el 20 % de los empleos del sector. En promedio se generan 7.094 millones de litros de leche, de los cuales alrededor del 48 % se comercia formalmente, el 45 % va al comercio informal y el 7 % se consume en las fincas”.
“En 1.104 de los 1.122 municipios colombianos se produce leche. Sin embargo, la dispersión de la producción y comercialización por la falta de vinculación de los productores a organizaciones productivas dificulta tanto su ingreso a cadenas de valor como el control de la industria”.
En su análisis los investigadores hallaron genes de resistencia bacteriana debido al abuso de los antibióticos, lo que dificulta aún más las medidas de control de estas enfermedades.
“Algunas veces el ganadero les aplica antibióticos a los animales enfermos sin conocer la causa de la enfermedad, o lo hacen empíricamente, generando un mal uso de estos fármacos, lo que afectaría no solo a los animales sino también la población bacteriana del ganado, el ambiente del animal, y eventualmente la cadena alimentaria a través de los productos que se generan y procesan para llegar al consumidor”, sostiene el docente Carlos Yesid Soto Ospina, del Departamento de Química de la UNAL, quien participó en el proyecto junto con la Universidad de Cundinamarca.
La falta de medidas sanitarias representa un riesgo tanto para los bovinos como para los humanos que consumen la leche y sus derivados, pues las bacterias Brucella abortus y Mycobacterium bovis son patógenos causantes de brucelosis y tuberculosis bovina respectivamente.
Eventualmente estas enfermedades zoonóticas –que se pueden transmitir entre humanos y animales– causan tuberculosis en personas inmunocomprometidas, es decir que su sistema inmune esté débil y pueda infectarse. Esta zoonosis aún es un problema de salud pública en Colombia, en donde del 1 de febrero de 2022 al 31 de enero de 2023 se reportaron 13.301 casos activos, con un aumento de 37,97 % respecto al periodo anterior.
Por eso, para asegurar la calidad de la leche y minimizar los riesgos de enfermedades zoonóticas, los investigadores recomiendan que los ganaderos tengan buenas prácticas, como realizar chequeos veterinarios regulares para detectar y tratar enfermedades en el ganado, implementar programas de vacunación adecuados, capacitarse sobre las medidas higiénicas para el manejo de los productos lácteos y evitar el uso indiscriminado de antibióticos, minimizando así la resistencia a antimicrobianos, y por último, implementar medidas de bioseguridad para prevenir la transmisión de enfermedades entre el ganado y los humanos.
Además de las recomendaciones, a los ganaderos también se les entregó el análisis bacteriano para que conozcan las condiciones de su producción y apliquen buenas prácticas y manejo del ganado, mejorando así sus condiciones de trabajo, producción, productividad y calidad. Con esto pueden lograr certificaciones en buenas prácticas ganaderas y alcanzar un comercio formal que contribuya a las ganancias económicas del sector, el bienestar animal y la seguridad alimentaria.