Controlar el avance de la agroindustria para salvar el planeta: voces del Congreso de Agro-ecología en la UNAL
En su intervención, Paulo Petersen señaló que la agro-ecología no es solo una práctica agrícola que busca transformar la manera en la que se producen y consumen los alimentos, sino también un movimiento social que se construye en todo el mundo con base en las experiencias de los movimientos sociales.
Este modelo combina el conocimiento científico y el de los agricultores con el fin de implementar prácticas agrícolas que consideren tanto la estabilidad de la producción como la preservación del ambiente y a los actores del sistema a partir de la equidad, la justicia social, la cultura y la salud.
Por ello, según Petersen, es necesario fortalecer los territorios mediante la integración de los saberes locales y las necesidades de las comunidades. “La lucha debe venir desde los territorios”, destacó, haciendo énfasis en que Brasil ha sido un ejemplo en el impulso de la agro-ecología a través del fortalecimiento comunitario, por ejemplo, en el caso de la región semiárida, donde las comunidades se organizaron localmente para implementar estrategias agrícolas para vivir y producir adaptados al clima, contrario al enfoque gubernamental de “lucha contra la sequía”.
Uno de los mayores obstáculos para el avance de la Agroecología, según Petersen, es la mentalidad dominante que considera a los alimentos industriales como la mejor opción . Esta visión, impulsada por las grandes corporaciones alimentarias, limita la adopción de alternativas más sostenibles y justas para el medioambiente y las personas. “No hay cómo avanzar en la agro-ecología si no se pone freno a las dinámicas destructivas del capital”, declaró.
En 2021 se promulgó la Ley 2120 en Colombia, conocida como Ley de Comida Chatarra, y en varios países se realizaron avances normativos similares para regular la fabricación, la venta y el consumo de productos alimenticios ultraprocesados. Esta legislación tiene como objetivo promover entornos alimentarios y garantizar el derecho a la alimentación saludable, estableciendo requisitos de etiquetado para informar a los consumidores sobre la calidad de estos productos. Sin embargo, este es solo uno de los aspectos para lograr una alimentación ecológica y sostenible.
Con esta consigna, Petersen expuso dos sentidos fundamentales de este concepto en el contexto brasileño: en primer lugar, la agroe-cología debe entrar “a la boca del pueblo”, entendida como un derecho a la alimentación sana y adecuada, una visión que rechaza la noción de los alimentos como simples mercancías. “Mientras los alimentos sigan siendo tratados como productos comerciales, habrá desigualdad en el acceso”, aseguró.
En segundo lugar, la agro-ecología debe salir “de la boca del pueblo” como un enunciado político para empoderar a las comunidades que desean retomar el control de sus sistemas alimentarios frente a las grandes corporaciones que dominan los flujos de producción y consumo.
Según Petersen, los sistemas alimentarios modernos son una de las principales causas de la emisión de gases de efecto invernadero. Por ello sugiere que los Estados deben incluir en sus planes de gobierno la agenda agro-ecológica, reconociendo la capacidad de este modelo para mitigar los efectos del cambio climático, promover la sostenibilidad y proteger los suelos y el agua frente fenómenos como sequía, contaminación, erosión, entre otros.
“La agroindustria puede aprovechar los desafíos climáticos como una oportunidad para proponer soluciones más sostenibles, pero es imperativo que el enfoque agro-ecológico forme parte integral de estas propuestas”, afirmó.
Por medio de tres estrategias, el invitado enunció cómo se puede enfrentar el control de las corporaciones sobre la alimentación, a través del rechazo a los sistemas dominantes, el encapsulamiento o aislamiento de los enfoques alternativos, y la acomodación o deshumanización mediante el control de las industrias corporativas.
Insistió en que estas corporaciones se deben encaminar a realizar una transición hacia la agro-ecología, aprovechando las nuevas tecnologías y la ciencia de manera que beneficien tanto a las personas como al planeta.
“La agro-ecología debe ser portadora de denuncias y de anuncios”, concluyó Petersen, instando a los presentes a mostrarle al mundo que la agro-ecología es el camino para un futuro alimentario más justo y sostenible.
Hasta el 19 de septiembre, la UNAL Sede Bogotá alberga el Congreso Popular, Político y Científico de Agro-ecología, un evento sin precedentes que reúne a más de 2.800 participantes de 29 departamentos del país.