El cono de Abrams, llamado así por el nombre de su inventor, se usa tradicionalmente desde hace casi un siglo para determinar la capacidad del concreto de compactarse en estado fresco, y así se establece si la mezcla es apta o no.
"Aunque en columnas, vigas, losas o andenes el concreto se ve muy duro, inicialmente es como una colada, en estado pastoso. El material se vierte en el cono, y después de levantarlo la mezcla tiende a compactarse; los centímetros que se asiente es lo que determina si sirve para utilizarlo en la obra que se diseña", explica el profesor Carlos Mauricio Bedoya Montoya, de la Escuela de Construcción de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.
El académico, creador del cono modificado, explica las ventajas de este con respecto al de Abrams tradicional, que generalmente es de acero inoxidable, requiere de 15 kg de mezcla y tres capas de material para el ensayo de asentamiento, mientras que el suyo, además de estar protegido con pintura epóxica poliamida, que lo hace anticorrosivo, ahorra el 68 % del material, pues solo requiere 4,2 kg de mezcla para el ensayo. "Ambientalmente es muy positivo porque utilizamos menos materiales no renovables y generamos menos escombros después de la prueba, ya que estas se desechan", destaca.
Agrega que "cuando el cono de Abrams se inventó era muy útil porque hace casi 100 años no se tenían las preocupaciones ambientales actuales y la población mundial no era ni la mitad de la de ahora, de ahí la necesidad de modificarlo y adaptarlo a las necesidades actuales".
Liviano y cómodo
Una de las exigencias actuales es integrar a las mujeres tanto en investigación como en construcción, participación que ya es creciente. En el caso del cono las pruebas de asentamiento resultan más cómodas, pues al modificarlo se le redujo su capacidad, teniendo en cuenta que, por normas de salud ocupacional, ellas pueden levantar máximo 12,5 kg, explica el profesor.
"Aunque para algunos el término "equidad de género" es coyuntural o extremo, en este caso sí aplica, porque es probable que los empresarios descarten a las mujeres si van a hacer un ensayo con los 12,5 kg, mientras que con los 4,2 kg se garantizaría su acceso al mundo de los materiales", resalta.
La estudiante Manuela Vélez Quintero, de séptimo semestre de Construcción de la UNAL Sede Medellín, lo ratifica: "las pruebas con el cono de Abrams se hacen en una posición agachada, así obviamente la espalda se cansa, mientras que con el cono modificado del profesor Bedoya se hacen sobre el mesón; es mucho más fácil y rápido, y el manejo de la varilla es más cómodo".
El elemento, que tiene punta semiesférica, se emplea para compactar la mezcla. Las dimensiones de la varilla del cono de Abrams son 60 cm de largo y 16 mm de diámetro y las del cono modificado son de 30 cm y 10 mm, respectivamente, y pesa 82 % menos.
Para establecer el tamaño ideal del prototipo primero se hicieron análisis de proporcionalidad geométrica y después varios ensayos de validación durante dos años para varios tipos de mezclas. Asimismo se elaboró la "tabla de equivalencias" alterna a la del cono de Abrams.
Los precios de la creación del profesor Bedoya también son más bajos que los del cono de Abrams, que en general cuesta 76.000 pesos, mientras el modificado costaría 50.000 pesos. Por otro lado, la varilla del cono de Abrams cuesta 20.000 pesos y la del cono modificado 13.000 pesos.
Según Lida Tamayo, jefe de Extensión de la UNAL Sede Medellín, "la patente de invención del "Dispositivo para pruebas de asentamiento en mezclas cementantes" es importante porque es la primera patente de invención que se tiene en la Facultad de Arquitectura, y además se concede por 20 años". Con esta son 25 patentes otorgadas por la SIC a la UNAL Sede Medellín.