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Ciencia y Tecnología

Cono de Bedoya, invento de la UNAL, es acogido por las normas Icontec

    La inclusión de esta herramienta en la Norma Técnica Colombiana 396 es una noticia excepcional para la industria del concreto, pues rompe paradigmas ambientales y, según las normas mundiales de salud ocupacional, de equidad de género: la herramienta disminuye en un 65 % los desechos y requiere menos fuerza física para su uso. Este acontecimiento, sin precedentes en el país, valida la precisión de sus resultados y permite la venta y consulta en centros de investigación y universidades que tengan acceso a la base de datos del Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación (Icontec).

    El cono de Bedoya se puede considerar como la evolución del cono de Abrams, una herramienta con más de 100 años de historia, más grande y menos ergonómica, utilizada para evaluar el asentamiento del concreto y garantizar su calidad.

    “Los ensayos de asentamiento o consistencia se hacen con ese cono, de la misma manera, todos los días, en todo el mundo, por eso a futuro el impacto de nuestro cono puede ser global”, señala el profesor Carlos Mauricio Bedoya, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, inventor de la herramienta.

    Usarlo es sencillo: se ubica en una superficie plana, con la abertura más pequeña hacia arriba, se humedece y se llena con el concreto. El objetivo es que al retirar el molde la muestra no se desmorone ni se desprenda hacia un lado. Si esto ocurre, el concreto se debe rechazar y reevaluar la cantidad de agua en la mezcla.

    El cono patentado por la UNAL es más pequeño que el tradicional, pero guarda exactamente las mismas relaciones de geometría y volumen. “Esto lo hace sostenible, pues para usar el cono de Abrams se necesitan unos 15 kg de concreto mientras que el nuestro emplea solo 4,2 kg, lo que de inmediato nos lleva a generar cerca de un 65 % menos desperdicios, pues por protocolo el material usado siempre se debe desechar”, agrega.

    Otra diferencia sustancial es que el cono de Bedoya no se ubica necesariamente en el suelo, sino que se puede poner sobre el mesón en el que generalmente se realiza el vaciado de las probetas cilíndricas con las que se evalúa la resistencia y durabilidad del concreto. Esto lo hace más cómodo para una persona más alta que el promedio o que no tenga mucha fuerza física.

    De la Universidad a la sociedad

    La herramienta fue ideada en 2013 por el profesor Bedoya mientras realizaba su doctorado. En 2019 la Superintendencia de Industria y Comercio concedió la patente, y en abril de 2024 recibió la publicación de la NTC 396 actualizada por Icontec, es decir con la inclusión del cono de Bedoya como una alternativa aceptada para las pruebas de consistencia.

    “Aunque tuviéramos la patente y el cono fuera útil y reconocido académica e industrialmente, si no estaba dentro de la norma no se podía utilizar de forma amplia en la industria, las obras y los proyectos. Ahora Icontec lo reconoce, es decir, avala que los datos obtenidos con este dispositivo son válidos para garantizar la calidad esperada de un concreto”, añade el académico.

    El trámite y su aceptación contó con la participación y la discusión de expertos de todo el país, con alta formación científica y gran capacidad propositiva. Al respecto el profesor Bedoya destaca que “esto que nos está pasando es muy satisfactorio porque es lograr un propósito adicional: llevar la investigación a la práctica, que lo que indagamos no se quede solo en las bibliotecas”.

    Actualmente algunas cementeras nacionales lo están utilizando en evaluaciones de calidad que pueden superar las 40 diarias. Además, al sureste de México hay dos estados con licenciamiento, medidas y capacitaciones de la UNAL, que les permiten a las empresas utilizarlo.

    Gracias a esta determinación del Icontec el cono de Bedoya se podrá vender y distribuir con la posibilidad de emprender un impacto significativo internacional en lugares donde se sigue usando el cono tradicional.