Sustituir el uso de fertilizantes sintéticos por hongos en cultivos de yuca en la región de la Orinoquia es el objetivo de un proyecto que busca diseñar una alternativa que pueda ser utilizada en otras siembras, como el arroz, en ese inmenso territorio.
Allí los suelos son muy bajos en nutrientes debido a su antigüedad; por eso, hacer agricultura demanda una gran cantidad de productos artificiales. Otro aspecto que influye es el alto régimen de lluvias, solo cuatro meses son considerados secos, los demás presentan constantes precipitaciones por lo que la tierra pierde sus propiedades y, desde el punto de vista químico, se vuelve pobre.
De ahí la necesidad de buscar iniciativas que no sean agresivas, pero que suplan los requerimientos de las plantaciones, como el fósforo, vital para su crecimiento. En la actualidad esa y otras sustancias, producidas de forma industrial, son importadas y dependen de las variaciones en el precio del petróleo, lo que las encarece.
Una mejor opción la ofrece la naturaleza, a través de una curiosa amistad biológica entre los hongos y las raíces de las plantas, denominada micorriza arbuscular, que es la más común de estas relaciones simbióticas. La característica principal es que ambos se compenetran a nivel celular, el uno le pasa fósforo al otro y este a cambio recibe carbono.
"Es como una transacción comercial, yo te doy y tú me das. El vegetal recibe los suministros que no puede tomar con la raíz y su compañero recibe el carbono que necesita para vivir", explica Alia Rodríguez, profesora de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Colombia.
La clase de hongos utilizados en el proyecto son muy antiguos, se trata de los Glomeromycota, los cuales se han encontrado en fósiles que datan de 400 millones de años. Estos fueron determinantes cuando el planeta pasó de ser un sistema acuático a uno terrestre.Glomeromycota ayuda a superar ese efecto.
Según Rodríguez, la teoría es que para poder colonizar el nuevo ambiente, las especies botánicas se asociaron con estos organismos en un periodo en el que todavía no se habían desarrollado las raíces. El éxito de esa unión fue tal que aún continúa.
"Además de beneficiar la parte nutritiva, se ha encontrado que protege al cultivo de otros hongos que causan enfermedades y, además, ayuda a tolerar la sequía y los contaminantes del suelo", agrega la experta. Los terrenos de la Orinoquia tienen otra característica y es su altísimo contenido de aluminio, elemento muy tóxico para las plantas.
"En Brasil, donde existen grandes zonas con la misma particularidad, se opta por usar un compuesto químico de cal; sin embargo, se deben usar entre 7 y 8 toneladas por hectárea, lo que lo hace poco viable en nuestro país", comenta la agrónoma.
Cómo va la experiencia
La yuca, que se demora en crecer entre 10 y 12 meses, se siembra a partir de trozos de tallo del arbusto, los cuales se recubren con un producto que contiene el hongo. Uno de los experimentos más grandes se hace en Yopal (Casanare), donde hay sembradas 1.200 hectáreas.
Para el experimento se realizaron dos cultivos, en uno se aplicó el organismo y en otro no, pero se esparció con diferentes dosis de fertilizantes. En los que se inoculó el hongo se pudo rebajar hasta la mitad el uso de sustancias sintéticas. Esos mismos análisis se realizaron en laboratorio en la Sede Bogotá.
Se calcula que con la técnica se podría reducir hasta 30% el costo de la producción de yuca, además de mejorar su calidad, ya que esta raíz comestible tendría una mayor acumulación de almidón, haciéndola más nutritiva. Una buena noticia para los consumidores, pues es un producto básico de la canasta familiar.
En la dieta colombiana
Según datos de la FAO, la mandioca, como también se conoce al tubérculo en otros países, puede alimentar a unas mil millones de personas, no en vano es el cuarto cultivo de importancia a nivel alimenticio en el trópico.
Se cree que Colombia es uno de los centros geográficos de origen de la especie vegetal, por lo tanto es un alimento ancestral que se consume en todas las regiones.
Su uso industrial es muy importante. Es base en la producción de concentrados para animales, de harinas para pastelería y repostería, en la fabricación de pegantes, en la industria alimenticia y algunas de sus variedades, como la yuca amarga, tienen potencial para la producción de bioetanol.
Los integrantes del grupo destacan la colaboración que reciben de la Universidad de Lausan (Suiza). "Su interés es apoyar ideas para mejorar el uso de los recursos naturales en países en desarrollo. Hay un elemento adicional, muchos señalan a la Orinoquia como una región de posconflicto, y esta es una manera de evitar que vuelva la guerra. Así lo entienden los suizos y por eso apoyaron el proyecto", puntualiza Rodríguez.
El proyecto de yuca que financia la Swiss National Science Foundation se está realizando con el grupo de investigación de la Universidad de Lausanne (Suiza) con el Profesor Ian Sanders. Este proyecto en su fase experimental se desarrolla en el marco de un convenio interinstitucional entre las Universidades Nacional, Lausanne (Suiza) y La Salle en el campus Universitario de la Universidad de La Salle ubicado en Yopal (Casanare) en donde se desarrolla el programa UTOPIA para la formación de Ingenieros Agrónomos del país, con una concepción de inclusión social de estudiantes bachilleres campesinos de zonas de conflicto en Colombia, en donde se incorporan estudiantes al programa y se les beca por toda su carrera.