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Medioambiente

Con cartilla, vecinos de Kennedy aprenden a cuidar y preservar La Vaca

    Al sur de Bogotá, entre los barrios El Amparo y Corabastos, se encuentra el humedal de La Vaca, considerado por varios años como uno de los más grandes de la ciudad, hogar de plantas autóctonas como redonditas y lentejas de agua, y de aves como la tingua de pico rojo, biodiversidad afectada por las basuras y el creciente urbanismo. La necesidad de conservar este entorno natural motivó la realización de un taller con vecinos de la zona y la elaboración de una cartilla para sensibilizar a la población sobre este valioso patrimonio ambiental de la ciudad.

    Con una extensión de 7 hectáreas, La Vaca, como otros ecosistemas hídricos, actúa como una esponja que absorbe el exceso de agua durante las épocas de lluvia y la libera gradualmente en los periodos de sequía.

    Pese a ello, inspecciones realizadas en la zona han evidenciado que además de basuras y escombros, la construcción de nuevos barrios en el sector –varios de ellos ilegales– está fragmentado el ecosistema que el humedal alberga.

    Ante esta problemática, la arquitecta Valentina Barrera García, magíster en Hábitat de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), vio una oportunidad de unirse a un proyecto comunitario centrado en la preservación de La Vaca. Así, en colaboración con líderes sociales del área, inició un proceso de acompañamiento y asesoría a la comunidad para fortalecer las acciones de recuperación y adaptación al cambio climático que ya se estaban adelantando en la zona.

    La magíster fundamentó su estudio en el concepto de “adaptaciones basadas en la comunidad”, centrándose en la gobernanza climática. Estas estrategias y enfoques implicaron la participación de las comunidades locales tanto en la toma de decisiones como en la implementación de acciones, entre ellas velar por la protección de las áreas verdes existentes en el territorio y denunciar mediante acciones legales cuando estas se pongan en riesgo.

    Educación en la comunidad

    “Al entrar al territorio identificamos grupos que se habían organizado como una forma de resistencia después de la creciente preocupación por preservar sus espacios de eventualidades como las inundaciones que se presentaban”, manifiesta la investigadora.

    Dichos grupos están conformados por personas de diversas edades, desde jóvenes hasta adultos, quienes desde diferentes enfoques crean conciencia sobre la importancia de los humedales y la necesidad de preservarlos.

    Según la investigadora, uno de los grupos se dedica a impartir información y promover el conocimiento acerca de las diversas especies que habitan en el humedal, destacando la importancia del monitoreo de la calidad del agua y del aire, mientras otro grupo se enfoca en rescatar las tradiciones muiscas y restablecer la profunda conexión ancestral que esta comunidad indígena tiene con el agua.

    “Estas acciones se han establecido con el objetivo de generar un impacto positivo en toda la comunidad, involucrando a cada uno de sus habitantes para que entiendan plenamente la importancia de proteger y conservar el humedal, el cual forma parte de su territorio y hábitat”, indica.

    Como complemento a estas iniciativas se realizó una recopilación y un resumen de las intervenciones realizadas en el territorio durante los últimos años, y se encontró que en algún momento de la historia el sector del humedal tuvo un uso distinto, pero gracias a esfuerzos continuos se logró recuperar el césped, lo que permitió el resurgimiento del espejo de agua que lo caracteriza hoy.

    Además se elaboró un análisis exhaustivo de mapas y registros de los últimos 20 años para examinar la evolución del humedal, y se identificaron riesgos como la “isla de calor urbano”, fenómeno que se caracteriza por un aumento de la temperatura en las zonas urbanas y cuya principal causa son los materiales de construcción utilizados en estos espacios, la falta de áreas verdes y la interrupción del ciclo del agua. Otro factor de riesgo identificado en el territorio es la remoción de masa.

    Según la experta, este riesgo se relaciona tanto con la posibilidad de que el río Tunjuelo se desborde en eventos extremos y arrastre material hasta el humedal, como con la falta de recarga de los acuíferos subterráneos debido a la escasez de zonas verdes.

    “Esto puede dar lugar a la formación de cavernas subterráneas que afectan la estabilidad del suelo aumentando el riesgo de deslizamientos y daños a las viviendas y la infraestructura urbana”, puntualiza.

    El resultado de este trabajo se reúne en la Guía participativa de adaptación climática para el hábitat de la Chucua La Vaca, un documento que le ofrece al lector la posibilidad de entender mejor conceptos como cambio climático, qué riesgos tiene y qué lo causa; también contiene un capítulo que habla sobre los humedales, su importancia y la relación que tienen con el cambio climático.

    Los resultados muestran la importancia de las acciones comunitarias en la adaptación climática y sustenta la creación de la cartilla que busca transmitir el conocimiento adquirido y fomentar la participación de más personas en la protección y recuperación de los humedales.