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Desarrollo Rural

Con abonos orgánicos, horticultores de Cundinamarca ahorran en insumos

    Por ejemplo en Subachoque, uno de los 116 municipios de Cundinamarca, de todo lo que invierten los pequeños productores de hortalizas en sus cultivos se economizan hasta un 30 %, ya que compran menos insumos químicos, que además de costosos son dañinos para el ambiente.

    El profesor Álvaro Acevedo Osorio, del Departamento de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), destaca que “además, entre los beneficios también se encuentra una mayor autonomía, que incentiva el trabajo colectivo y la cooperación en la comunidad”.

    Para la muestra está la experiencia del Grupo de Investigación Agricultura, Ambiente y Sociedad (Agras) y del Semillero de Investigación Tullpa, quienes han implementado estrategias de manejo sostenible de cultivos de zanahoria, lechuga, brócoli, remolacha o coliflor, junto con la Asociación Red Agroecológica Campesina (ARAC).

    Cada semana, alrededor de 25 familias asociadas a esta red se encargan de vender alimentos a unas 70 familias bogotanas en la modalidad de “canasta”, en las cuales incluyen hortalizas, frutas, aromáticas y huevos, y también tienen un punto de venta muy reconocido en la plaza de mercado del pueblo.

    Entre las acciones está la producción de biofertilizantes a partir de desechos generados por las fincas, como residuos de cosechas y estiércol de conejos, cuyes, bovinos u otros animales.

    El profesor Acevedo destaca que “la práctica agroecológica incluye aspectos importantes como el manejo tanto de la fertilidad de los suelos (mejorando su capacidad para producir alimentos) como de los recursos locales que se usan para producir insumos propios, además de valorar el conocimiento tradicional que los agricultores tienen sobre estas prácticas”.

    Cabe anotar que la producción hortícola en Colombia es de economía campesina y destinada a satisfacer el mercado interno.

    En el caso de Cundinamarca, “se estima que el área total manejada por los productores de hortalizas en lugares cercanos a Bogotá rondaría las 800 hectáreas, terreno en el que se producen alimentos agroecológicos en la región”, afirma.

    Producción orgánica como valor agregado

    Producir plantas más sanas y resistentes a plagas en el país es un reto para los agricultores, por lo que el uso de abonos orgánicos o biofertilizantes es una alternativa necesaria frente al uso de abonos químicos como urea o sulfato de amonio, obtenidos a partir de la energía fósil.

    Al respecto, el profesor Acevedo menciona que “una planta tratada con químicos está más propensa a ser atacada por plagas –como larvas de lepidópteros u hongos como Fusarium– que una a la que se le aplica abono orgánico, que cuenta con una mayor resistencia”.

    Para el manejo agroecológico de la fertilidad del suelo existen tres tipos de abonos naturales: sólidos (microorganismos y lombrices que descomponen la materia orgánica); líquidos (con sustancias minerales como sulfato de cobre, magnesio y boro, que aportan nutrientes y resistencia a plagas), y verdes (plantas leguminosas como lupino, vicia y trébol, que brindan nitrógeno al suelo de los cultivos).

    Entre los microorganismos que descomponen la materia están las levaduras y bacterias como las pseudomonas, que producen sustancias antibióticas estimulando el crecimiento de las plantas, y los hongos micorrícicos, que al unirse a las raíces aseguran nutrientes difícilmente disponibles como el fósforo.

    El cultivo de hortalizas, que son de ciclo corto (entre 3 y 5 meses), consiste en preparar el suelo por medio de maquinarias sencillas como un motocultor o manualmente con azada; abonar los suelos usando los biofertilizantes mencionados, eliminar las malas hierbas que compiten por nutrientes y luz con las plantas cultivadas, haciendo a la vez un manejo integrado de plagas y enfermedades, para finalmente cosechar alimentos nutritivos, sanos y libres de residuos químicos que puedan afectar la salud de las personas.

    Otros lugares en donde se han implementado estas prácticas agroecológicas con acompañamiento del grupo Agras son La Calera, La Mesa y Suesca (Cundinamarca), Riosucio (Caldas) y Natagaima (Tolima).

    Estas prácticas permiten cultivar hortalizas más sanas y saludables, que protegen la salud de las personas y que potencian la agricultura campesina en lugares como Subachoque.