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Salud

Colombianos viven veinte años menos que japoneses

  • Según un estudio de la Universidad de Harvard, una persona con mayor nivel educativo tiene más esperanza de vida. - Víctor Manuel Holguín/Unimedios

La inequidad en salud que sufren los habitantes de algunos departamentos del país afecta su expectativa de vida. Chocó y La Guajira son los más vulnerables.

Las muertes constituyen un factor trascendental en el contexto social, no solo por el dolor que causan, sino por el impacto que pueden tener en el desarrollo de un país. La longevidad se convierte así en un aspecto determinante que permite diagnosticar las condiciones de bienestar en que vive la población y el atraso de la nación entera.

Mientras en algunos países la gente suele morir anciana (después de los 65 años), en otros no se alcanza a cruzar esta frontera de la vejez. Colombia no escapa de una mala calificación en su expectativa de vida. Según los resultados de un estudio del profesor Javier Eslava Schmalbach, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, los colombianos viven en promedio 10 años menos que los japoneses, quienes tienen una esperanza de vida de 84 años.

Los datos no serían alarmantes si se consideran las diferencias de desarrollo entre los dos países; sin embargo, la preocupación surge al percatarse de que en Colombia, dependiendo de la región, el departamento que se habite y el periodo que se elija, la esperanza de vida de los habitantes presenta diferencias hasta de 20 años con respecto a la de Japón.

Según el investigador Eslava, los datos del estudio se basan en un subregistro detectado en el Censo del 2005, en el cual el número de muertos reportados por el DANE no coincidió con las cifras de mortalidad obtenidas a partir de los certificados de defunción.

Al comparar la expectativa de vida de los colombianos con la de los chilenos, quienes registran la mayor longevidad en Sudamérica y su esperanza de vida se iguala a la de los norteamericanos, se observa una distancia de aproximadamente 7 años.

Diversos hasta en la esperanza de vivir

Aunque la media de años de vida de los habitantes en el país ha tenido leves mejorías, durante la última década las brechas por regiones son inmensas. "Es como si japoneses (que viven más de 80 años) y marroquíes (africanos que no sobrepasan la expectativa de los 63) habitaran un mismo territorio.

En el 2006 se evidenció que en zonas como Chocó pocos individuos alcanzaban a superar los 62 años, mientras en Atlántico y Bogotá la expectativa de la mayoría oscilaba entre 11 y 13 años más.

El análisis halló que las zonas que registran mayor longevidad son Bogotá, San Andrés y Santander. Los departamentos de menor supervivencia en su población son Amazonía, Caquetá, Casanare y Chocó, este último con los peores resultados.

El profesor Eslava señala que los estudios sobre longevidad son una forma de medir el grado de desarrollo de un país. "En naciones avanzadas las personas viven más porque tienen cómo prevenir la mortalidad temprana evitable, e invierten más recursos en ello", dijo el director de la investigación.

Agregó que en países como Colombia, y en particular en departamentos como Chocó, con condiciones pobres de desarrollo, las personas mueren por infecciones que podrían tratarse con antibióticos, por ausencia de diagnósticos oportunos y por la falta de promoción de estilos de vida saludables.

Evidentemente, este es un problema ligado a la inequidad en el acceso y la calidad de la atención en salud. "Si el Sistema Nacional de Salud tuviera cobertura en todos los departamentos, uno esperaría que la expectativa de vida fuera similar en cualquier lugar del territorio nacional. Veinte años de diferencia con Japón en la posibilidad de vida de los habitantes es un dato que debe llamar la atención", afirmó Eslava.

Los hallazgos también muestran que los hombres viven menos. Las estimaciones para el 2006 revelaron que, mientras una mujer en el Chocó podía alcanzar los 66,2 años de edad, un hombre llegaba solo hasta los 58.

Un problema de mal nutrición

En un estudio previo realizado en varios departamentos del país, el profesor Eslava había advertido sobre la relación que existe entre inequidad en salud y menor expectativa de vida. A esta conclusión llegó luego de medir variables en la población como bajo peso y mortalidad en menores de cinco años, y mortalidad de niños y adultos por malaria, que en 1998 tuvo valores de hasta 60 por 100 habitantes para niños, y 24 por 100 mil habitantes para la población general del Chocó. También se analizó el número de partos atendidos por personal especializado, con cifras de 47% para Vaupés, en el 2004.

El estado de desnutrición, equivalente al bajo peso en menores de 5 años, es uno de los aspectos más críticos evidenciados por el estudio. En 1998, el departamento con peores resultados fue Córdoba, con un alarmante 11,9% de desnutrición. Entre el 2000 y el 2005, este porcentaje aumentó de manera extrema a un 15% en La Guajira. El valor mínimo de desnutrición para todo el país fue cercano al 2%, lo que evidencia la diferencia de las cifras en un mismo territorio.

Además de los departamentos se evaluaron tres de las principales ciudades del país: Bucaramanga, Bogotá y Medellín. Esta última fue la de peor comportamiento, con un 0,16 PI (π) (en este caso 1 π equivale al total de inequidad), mientras que Bogotá y Bucaramanga tuvieron un 0,14 PI (π). Ahí vuelve a coincidir la desigualdad con la baja expectativa de vida, pues Antioquia es una de las zonas donde se vive menos.

Estas cifras son directamente proporcionales al progreso de un país, ya que si el 48 por ciento de sus habitantes, que equivale a la población productiva, deja de aportar económicamente 10 años, el proceso de desarrollo se verá afectado.

En Colombia se estima que hay 18 millones de ocupados. Una persona produciría el equivalente a 60 millones de pesos en 10 años. Por tanto, la productividad perdida en la población de ocupados, por vivir 10 años menos, podría equivaler a 1.080 billones de pesos, lo que equivaldría a sostener el sistema de salud por 40 años, teniendo en cuenta la inversión actual anual, estimada en 27 billones de pesos.

Sin embargo, más allá de las cuentas económicas, hay un alto costo social que se está pagando, especialmente por problemas de salud pública en los que pesan factores como la falta de agua potable en zonas como Chocó, la pobreza y la dificultad de acceso y atención de calidad en caso de enfermedades.

Más allá del deseo de morir de viejo, el tema de la expectativa de vida manifiesta las condiciones de un país en el que las desigualdades se ven representadas hasta en la oportunidad de vivir más o menos tiempo.