Esta es una de las principales apreciaciones de Jesús Orlando Rangel, profesor del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia, frente al tema de la deforestación en el país.
De acuerdo con el docente, Colombia tiene 69.000.000 de hectáreas (ha) de bosques; sin embargo, pierde 312.000 ha de bosques naturales al año por la expansión de la frontera agrícola, que asciende a 30.000 por cultivos ilícitos y 128.000 por consumo directo de madera, lo que origina una pérdida de 470.000 ha en total. En este sentido, aseguró Rangel, de continuar las cifras, el país perdería la totalidad de su cobertura vegetal en solo 146 años.
Frente al consumo de madera, advirtió que en regiones como el Chocó biogeográfico, la tala de árboles maderables ha llevado a una condición cercana a la extinción a numerosas poblaciones de la flora silvestre y a la sensible disminución de comunidades vegetales autóctonas, afectando notablemente la biodiversidad de Colombia, uno de los países con mayor expresión de riqueza biológica.
Como causas de la mutilación forestal, añade las actividades productivas y de infraestructura. Asimismo las amenazas sobre el capital natural se sintetizan en "la minería, las quemas y talas que más tarde van a manifestarse en los procesos de erosión y pérdida de suelo, y en las acciones altamente transformadoras de las obras civiles y del urbanismo acelerado que se manifiestan al final en la fragmentación de bloques originales de hábitat, que posteriormente conducen a extinciones locales y regionales", señaló Rangel.
Ante tal panorama extractivo y destructor, propone promover la declaratoria de áreas de reserva a nivel nacional, departamental o municipal, incentivar la red de reservas de la sociedad civil y adoptar una estrategia que permita controlar la extensión de la frontera agrícola, haciendo uso de los planes y esquemas de ordenamiento territorial (POT y EOT).
A su vez, formuló la promoción de la reforestación industrial para mitigar la presión sobre el bosque nativo y desestimular el consumo de la madera. En el nivel de los cultivos ilícitos, propuso el apoyo mundial para que haya planes globales que controlen el flagelo y la promoción de estrategias que permitan gradualmente la apropiación por las comunidades de los servicios ambientales y de los valores agregados del bosque.