Colombia entre dos mundos: la relación entre el conocimiento científico y el tradicional
El profesor Yilson Javier Beltrán Barrera, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Caribe, analizó este intercambio de conocimientos en su trabajo de Maestría en Biociencias y Derecho, cuyos resultados se recogen en el libro Colombia entre dos mundos: Un acercamiento a la relación entre investigadores de la biodiversidad y las comunidades.
Para su estudio, el investigador se centró en dos estudios de caso: el primero sobre la relación entre los pescadores de Taganga (Santa Marta) y un biólogo que elaboraba un inventario florístico, y el segundo sobre el vínculo entre los campesinos y un estudiante del Doctorado de Agroecología que necesitaba muestras de suelo para analizar la biodiversidad microbiana en el Parque Nacional Natural Los Nevados.
“El objetivo de los estudios era ejercer soberanía sobre la biodiversidad del país, y una de sus líneas de investigación fue la conservación y protección de los conocimientos tradiciones, ya que las comunidades son las que han permitido que esos reservorios biológicos y genéticos se mantengan vivos, gracias a la estrecha relación entre la diversidad biológica y la cultural”, explica el docente Beltrán.
En ese sentido, su aporte investigativo consistió en ver cómo se relacionan los conocimientos científicos de la academia con los saberes de quienes habitan estos territorios.
Para el trabajo fue fundamental estar en estrecha relación y establecer confianza con los actores –investigadores y habitantes–, por eso se aplicó la metodología IAP (Investigación-Acción Participativa), pues esta valora y reconoce los conocimientos tradicionales desde un punto de vista epistémico; además se usó la triangulación para cruzar dos territorios distintos: los Andes montañosos y la Costa Caribe.
Si se colabora y construye conjuntamente en pro de beneficios mutuos es posible cambiar las formas de relacionamiento de los territorios y las comunidades que los habitan, aquellas supeditadas por el poder que históricamente ha negado sus conocimientos.
“En el caso particular del relacionamiento entre las poblaciones y los investigadores observamos que estos últimos tenían un serio compromiso ético y político de reconocer los conocimientos ancestrales en sus trabajos y en sus resultados”.
“En ese sentido, no solo se reconoce y valora la ayuda y el aporte de estos pueblos, sino que además se deja claro que sin ellos el ejercicio de investigación hubiera sido mucho más difícil. Esto demuestra que sí es posible cambiar la relación entre los investigadores de la biodiversidad y las comunidades de nuestro país y del mundo, ya que esta es una discusión planetaria”, comenta el docente.
La UNAL no ha estado ajena en vincular al pueblo raizal de las islas en estas dinámicas de protección de la biodiversidad y de los conocimientos tradicionales. Con respecto a algunos escenarios de participación, el docente menciona por ejemplo el trabajo del grupo Plebio (Política y Legislación en Biodiversidad, Recursos Genéticos y Conocimientos Tradicionales), en el cual se ha avanzado en la construcción de políticas públicas.
“En el caso del Archipiélago esta investigación sirve como argumento para reconocer y valorar los conocimientos del pueblo raizal en torno a la relación con su territorio; así se han recogido los conceptos de la vida del pueblo raizal sobre la flora y fauna, tanto terrestre como marina”, agrega.
Recalca además que dentro de la política de protección de la biodiversidad Colombia se está volcando precisamente hacia los mares y la biodiversidad marina. “Investigaciones como esta permiten reconocer y valorar todos los conocimientos del pueblo raizal frente a su territorio, de manera práctica, pues su participación es fundamental y se busca que haya una distribución justa y equitativa de los beneficios que produzcan esas investigaciones”, puntualiza.