Colección de plantas e insectos del Jardín Botánico de San Andrés: tesoro biológico
El herbario cuenta con 728 ejemplares de plantas vasculares (con tejidos de conducción interna de agua y nutrientes) y 345 especies, el 86 % de ellas colectadas en San Andrés, el 13 % en Providencia y el 1 % en Santa Catalina.
El biólogo de la UNAL Rafael Mora, curador de la Colección Biológica, explica que “no se trata simplemente de fragmentos de plantas secas bañadas con etanol, secadas y prensadas bajo protocolos específicos, sino que cada ejemplar contiene una información completa del lugar donde se recolectó, la fecha, su nombre científico y común, entre otras características”.
El acervo se preserva en un “compactador”, mobiliario metálico corredizo que impide el ingreso de insectos o de otros elementos que puedan deteriorar las muestras.
“Aunque la colección se creó en 2005, los primeros ejemplares datan de 1990 y 1991, cuando el profesor Petter Lowy, exdirector de la UNAL Sede Caribe, inició su investigación de pregrado que dio paso a la creación del Jardín Botánico, y en enero de 2022 fue reconocido como Centro de Ciencia, Tecnología e Innovación del país”, señala el curador Mora.
En las 8 hectáreas que conforman el Jardín Botánico de la UNAL Sede Caribe se registran 12.640 especies entre árboles, arbustos y palmas con un diámetro superior a 2,5 cm, pertenecientes a 113 especies de 38 familias botánicas, además de 27 especies de aves y 15 de reptiles.
Después del paso de los huracanes Eta y Iota por las islas, el Jardín ha trabajado en la recuperación y recreación de los diferentes tipos de vegetación del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
En este espacio, en donde se encuentran plantas nativas y foráneas –o introducidas–, una de la más destacadas es el cedro rosado (Cedrela odorata), registrada como “en riesgo de extinción” según el Libro rojo de plantas de Colombia. También, la palma Wild pop thatch (Acoelorrhaphe wrightii), muy importante en Providencia, y Pop thatch (Coccothrinax argentata), que en Colombia solo crece en esa isla.
De igual manera se destaca el árbol de promenta (Pimenta dioica), muy importante para la comunidad raizal “porque se utiliza para hacer aguas aromáticas durante los funerales, y en el Archipiélago crece de forma silvestre en los bosques secos, mientras que en Colombia continental no”, anota el experto Mora.
Agrega que “la relevancia de preservar las plantas radica en que pueden servir para otras investigaciones científicas, para analizar qué especies crecían en un área particular de la isla, en un momento de la historia”.
Aunque por lo delicado de su manejo la Colección no se encuentra abierta al público, el Jardín Botánico implementó la tecnología de realidad aumentada para mostrar los ejemplares mediante animación.
El ingeniero agrónomo Guillermo Guarín, egresado de la UNAL Sede Medellín, es el curador de la Colección de Artropofauna, que cuenta con más de 3.500 individuos de los diferentes órdenes de Insecta.
Dichos especímenes incluyen los colectados en las expediciones científicas Seaflower de 2016 y 2017 en islas cayo Serrana y Serranilla, donde se atraparon 1.313 y 1.154 individuos respectivamente, que corresponden al 69 % de la colección.
San Andrés, que es la isla principal y tiene gran diversidad de ecosistemas, cuenta con solo 859 individuos; Providencia con 138 y Santa Catalina con 107.
El ingeniero Guarín señala que, “como en el caso de las plantas, estos ejemplares cuentan con las coordenadas del lugar de captura, método y otros datos, lo que representa información incalculable y es lo que le da valor a un espécimen”.
La iniciativa de reactivar esta colección comenzó en 2015, a fin de recuperar algunos insectos preservados que ya tenía el Jardín, pero que no contaban con una curaduría que siguiera los estándares.
En este momento se tienen debidamente confinados en armarios tipo Cornell, identificados en cajas Ward’s, catalogados en una lista de Excel y reportados en el sistema GBIF Colombia (Global Biodiversity Information Facility).
Para su captura se utilizan trampas como malaise, pitfall, trampas de atún y similares, y luego pasan por curaduría.
El agrónomo Guarín afirma que a la fecha no se ha determinado que exista un insecto endémico o autóctono del Archipiélago. Sin embargo, sí hay algunos “insectos indicadores” relacionados con la salud de los ecosistemas, como por ejemplo los colectados entre diciembre de 2017 y enero de 2018 para determinar la abundancia en tres localidades de San Andrés: libélulas (Odonata: Zygoptera y Anisoptera), mariposas diurnas (Lepidóptera) y escarabajos coprófagos (Coleóptera: Scarabaeidae).