Ciencias Económicas, 70 años aportando soluciones a problemas del país

Otro ejemplo de la incidencia de la Facultad en la historia y el presente del país es la participación de sus docentes en posiciones clave del Estado, en el Gobierno –no solo el actual sino también en el pasado–, en el Departamento Nacional de Planeación, en el Banco de la República y en la Contraloría General de la República.

La Facultad se creó el 22 de enero de 1952, al independizarse de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, concluyendo así un proceso que había iniciado en 1945, cuando se conocía como Instituto de Ciencias Económicas, dirigido por el profesor Antonio García Nossa, considerado como uno de los principales pensadores de la socioeconomía colombiana, junto con Lauchlin Currie, economista canadiense nacionalizado en el país.

Desde 1930, y en especial desde el gobierno de Alfonso López Pumarejo, el país iniciaba su camino en la construcción de una economía moderna (la misma reestructuración de la UNAL en los años 30 y 40 fue un ejemplo de ello). Sin embargo, dicho entorno mostraba la ausencia de científicos sociales y economistas que hicieran frente a la nueva situación nacional e internacional.

Con dichos antecedentes, y la formulación de un estudio a tiempo completo de la economía, bajo el rectorado de Gerardo Molina, el 13 de abril de 1945 el Consejo Superior autorizó la creación del Instituto.

La profesora Consuelo Corredor de Martínez, exdecana de la Facultad, menciona que el Instituto está adscrito a la Facultad de Derecho porque “la preocupación fundamental era lo social y lo político”.

El Profesor Emérito Beethoven Herrera agrega que García Nossa fue asesor de Quintín Lame, Jorge Eliécer Gaitán y Gustavo Rojas Pinilla.

“Él es de los clásicos, si se quiere decir así, del análisis social y económico del país”, menciona por su parte el exprofesor José Antonio Ocampo, ministro de Hacienda y Crédito Público del gobierno actual.

La dirección de García Nossa en el Instituto de Ciencias Económicas hasta 1949 fue decisiva, ya que le imprimió un carácter interdisciplinar en favor de un pensamiento económico plural y humanista.

En 1965, la Facultad pasó a formar parte de Ciencias Humanas junto con los programas académicos de Administración de Empresas y Contaduría Pública, y finalmente estos dos programas, más el de Economía, volvieron a agruparse en la Facultad de Ciencias Económicas como la conocemos hoy.

“El esfuerzo académico, teórico, técnico y metodológico que se ha realizado durante todo este tiempo es para que nuestros estudiantes estén en capacidad de solucionar problemas, pero también de hacer desarrollos sociales con el sector agrario, industrial y de servicios, entre otros”, anota el profesor Rafael Suárez Eugenio, de la Escuela de Administración y Contaduría Pública.

El profesor Álvaro Zerda Sarmiento destaca que “la Facultad ha tenido una fuerte incidencia en la academia económica colombiana, en la medida en que desde hace varios años las universidades de provincia están pendientes de lo que se hace aquí en relación con el diseño de sus programas curriculares, la orientación de sus estudios y las investigaciones de sus docentes, entre otros aspectos, para aplicarlas o replicarlas en sus respectivos contextos”.

En relación con la formación de posgrado en regiones del país también ha sido importante en la medida en que sus Maestrías en Economía, Administración y Contaduría se han llevado a universidades regionales contribuyendo a la formación y al mejoramiento de sus docentes y de alumnos de posgrado.

El documental “FCE: 70 Años” fue realizado por Televisión UNAL. En él se narra la evolución de la Facultad a través sus protagonistas y los edificios que han conformado su infraestructura física, diseñados por reconocidos arquitectos de distintas épocas: Leopoldo Rother, Fernando Martínez Sanabria, Guillermo Bermúdez Umaña y Gonzalo Vidal. De hecho, el Edificio 310 del campus de la Sede Bogotá, su construcción más emblemática, fue declarado Patrimonio Arquitectónico en 1990.

Alumnos, docentes e investigadores recuerdan que en las cafeterías de estos espacios han sabido encontrar en un lugar idóneo para reflexionar y debatir sobre nuestra realidad, apoyados siempre en el estudio concienzudo y en la argumentación.