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Política y Sociedad

Chile y Colombia deben abordar sus fronteras más como espacios de cooperación que de conflicto

    Aunque tradicionalmente las fronteras terrestres se han concebido como líneas de control y separación, en los últimos años se han venido transformado en espacios dinámicos en donde convergen e interactúan diversas fuerzas sociales, económicas y políticas. Profesores colombianos y chilenos se reunieron en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y analizaron estas zonas como escenarios de cooperación y conflicto, en las que la migración, el comercio y la interculturalidad se convierten en elementos fundamentales para entender su complejidad.

    Según los expertos, las fronteras desafían las nociones tradicionales de soberanía y territorialidad. Durante los talleres sobre política internacional e interculturalidad en Chile y Colombia, el profesor Cristian Ovando Santana, del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Tarapacá, señaló que “los dos Estados, además de ser unitarios, es decir que tienen un único gobierno central encargado de tomar decisiones para todo el país, sus fronteras se inscriben como espacios de cooperación y conflicto”.

    “Hoy en día, por la crisis humanitaria que representa la explosión migratoria en el continente, la agenda de fronteras se asocia con crisis humanitarias, inseguridad y crimen transnacional", manifestó. Por ejemplo, cifras del PNUD muestran que durante la última década la migración dentro de la región de América Latina y el Caribe experimentó un aumento dramático del 83,2 %, al pasar de 5,3 millones a 11,3 millones; con respecto a la seguridad, el crimen organizado participa en economías ilegales -narcotráfico, trata de personas, secuestro, extorsión, minería ilegal, etc.- que fluyen de manera transnacional.

    El académico resaltó además que “ante estos escenarios es clave pensar que la sociedad de frontera tiene sus dinámicas cotidianas propias, el dilema está entre respetar dichas dinámicas y poder garantizar el orden público respecto a la denominada migración irregular”.

    Por su parte, el profesor Gonzalo Álvarez Fuentes, del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Tarapacá, comentó que “aunque para ambos países sonaba bien la idea de tener mandatarios de izquierda progresista, que hacían llamados a incluir a los actores no tradicionales de la política internacional, aún hay bastantes limitaciones, como por ejemplo en los sistemas políticos internos para tener una apertura de oportunidades o de lugares efectiva para que los pueblos indígenas u otros actores puedan tener mayor incidencia”.

    Agrega que “en la región también hay una emergencia indígena y de otras movilizaciones sociales que han dado luces sobre cómo se pueden abrir algunas perspectivas de cambio; también hay que mirar el escenario internacional, que ofrece mayores oportunidades de formación en redes de intercambio”.

    Por eso el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri) de la UNAL, junto con el Instituto de Estudios Internacionales (INTE) de la Universidad Arturo Prat y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Tarapacá, abrieron la discusión en un escenario en el que, a través de la modalidad de talleres, abordaron la relación entre la política internacional y las fronteras terrestres, incluyendo la interculturalidad.

    La interculturalidad

    Esta se menciona como una de las herramientas para gestionar la diversidad en las fronteras y construir relaciones más justas entre los diferentes actores.

    Con frecuencia la movilidad humana genera tensiones en los espacios y se producen situaciones de xenofobia o racismo, pero también surgen iniciativas de los mismos actores sociales para resignificar ese encuentro basado en la solidaridad.

    Por ejemplo, Colombia tiene una conexión muy evidente con Chile por el corredor migratorio que va desde Chile, pasa por Colombia y llega al Darién, que dirige el camino hacia Estados Unidos.

    De otra parte, la profesora Cristina Oyarzo Varela, del INTE, resalta que “en la alta población migratoria en Chile hay muchas escuelas que están haciendo fiestas nacionales colombianas, venezolanas, haitianas, y por supuesto chilenas, para ir modificando esta idea de lo nacional y convertirlo en intercultural y plurinacional”.

    A su turno, la profesora Camila Esguerra Muelle, de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNAL, sustenta que “estos movimientos migratorios nos retan a entender la interculturalidad de una manera compleja, de una manera más viva, que va más allá incluso de las fronteras impuestas por los Estados nación; son espacios de negociación”.