Chats, videos y memes muestran cómo cambiaron las relaciones familiares en pandemia
Una investigación adelantada en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se dio a la tarea de recopilar y analizar chats, videos, historiales de navegación, hilos de tweets, conversaciones de WhatsApp, memes, pantallazos y stickers en teléfonos celulares y portátiles de 250 niños, jóvenes, adultos y ancianos.
La materia prima de dicho estudio forma parte del libro Lo que pasa cuando nos conectamos en casa, publicado de manera conjunta entre el Centro de Pensamiento TIC, Nuevos Medios y Brecha Digital de la UNAL y el proyecto “Actuar en la emergencia: Repensar la agencia del diseño durante (y después de) la COVID-19”, del Grupo de Investigación en Diseño y Transformación Social (GREDITS) del Centro Universitario de Arte y Diseño de Barcelona.
La profesora Zenaida Osorio, de la Facultad de Artes de la UNAL, menciona que “la investigación surgió como una alternativa a las explicaciones institucionales públicas y privadas y a la presencia permanente de la opinión de los especialistas que intentaban explicar qué pasaría en la economía, el trabajo, el sexo, la medicina, el deporte o el entretenimiento”.
Agrega que “en ese momento los dispositivos tecnológicos se convirtieron en una especie de epicentro de la vida en casa y la conectividad –la garantía de esta– pasó a ser algo esencial en la cotidianidad”.
En la publicación se destaca que “entre los aspectos identificados se encuentra que las actividades laborales y escolares no fueron las que más se transformaron, sino todas aquellas que unen a las familias, a los grupos religiosos y activistas, a las amigas y amigos: celebrar los cumpleaños, cuidar la salud, orar, preparar intervenciones, tener sexo y entretenerse”.
“Con libertad y mayor creatividad que en el trabajo o en la educación formal, las familias y amigos, y los grupos de oración y de activismo social vivieron con fluidez extraordinaria la continuidad de lo online y lo offline”, recalca la docente.
“Esto se apreció en temas como cocinar, agendar citas médicas o cumplir con los rituales de comunión, extremaunción y bautizo. Pasó también que acordaron no llamarse dentro del hogar en voz alta ni golpear las puertas para entrar a las habitaciones, ni poner la olla pitadora a ciertas horas. Se permitieron así “mutear” o silenciar los espacios compartidos para cuando se activara el micrófono en las plataformas de conectividad, y lo hicieron con naturalidad admirable”, amplía.
Según la académica, “el trabajo documenta situaciones que ocurrieron a gran escala con el uso de herramientas que tenemos a la mano, como el celular en este caso. Además demuestra que el arte y el diseño están preparados para demostrar su valor y para actuar en los momentos de crisis”.
El estudio contó con la participación de 77 estudiantes de la Escuela de Diseño Gráfico y de Antropología de la UNAL. El resultado se recoge en 13 informes que constituyen la primera parte del libro, titulados así: “¿Eres distraído?”, “Salud.com”, “Apocalipsis en la era de los medios digitales”, “Percepciones pandémicas y prepandémicas de la higiene” y “Educadxs virtualmente”, entre otros.
Cada informe fue propuesto por un grupo diferente de estudiantes, quienes diseñaron infografías, mapeos sonoros y espaciales, fotomontajes e ilustraciones para entender y no solo para representar la información.
Laura Hernández, una de las entrevistadas, menciona: “mi mamá se la pasa trabajando y contestando el chat del trabajo, entonces ella normalmente está almorzando o yendo al mercado con el celular en la mano”.
Esta situación ejemplifica lo que muchos colombianos vivieron durante el tiempo de confinamiento y se relaciona con el hecho de que muchos tuvimos que desarrollar “multitareas”, lo cual disminuyó la capacidad de concentración al tener que estar atento a mensajes por WhatsApp, notificaciones o videollamadas, además de las tareas del hogar o el cuidado de los hijos.
El estudio mostró que el modo de usar las plataformas de streaming cambió: las películas se vieron compartiendo contraseñas y acordando qué ver y qué comer, al mismo tiempo, en las distintas casas, utilizando las aplicaciones para llevar kits de ingredientes a domicilio. Las plataformas más usadas fueron Nexflix, Amazon Prime, Disney+ y Rave.
Así mismo los baños, las habitaciones, las salas, los garajes y las ventanas de casas y apartamentos se convirtieron en escenarios cuidadosamente regulados por políticas domésticas de visibilidad laboral, educativa y familiar.