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Medioambiente

Cerdos ferales, potencial riesgo para áreas naturales protegidas

    Los complejos cenagosos de Bajo Sinú (Córdoba) y Zarate Malibú (Magdalena), el Complejo de Humedales de Ayapel (Córdoba) del Caribe, y las sabanas y el bosque seco tropical de la Orinoquia se encuentran potencialmente amenazados por la presencia de cerdos asilvestrados o ferales (Sus scrofa). Así lo muestran dos mapas de nivel de riesgo, una valiosa herramienta para el manejo y control de esta especie en el Caribe y los Llanos Orientales.

    Los cerdos ferales llegaron a América durante la conquista española y desde entonces mostraron capacidades de supervivencia y adaptación a diferentes ambientes. Aunque su arribo provocó diferentes tipos de razas criollas (zungo, sanpedreño y casco de mula), también supuso un riesgo para las áreas naturales y para otros animales.

    El biólogo Daniel Ramos Torres, magíster en Ciencias - Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá –junto al grupo en Conservación y Manejo de Vida Silvestre– elaboró los dos primeros mapas que predicen en el país cuál será el movimiento de estos cerdos hacia áreas porcícolas y áreas protegidas en el Caribe y la Orinoquia.

    En su trabajo encontró que los complejos cenagosos de Bajo Sinú (Córdoba), Zarate Malibú (Magdalena), junto con el Complejo de Humedales de Ayapel (Córdoba) –el segundo humedal más grande e importante del país–, están en un riesgo alto por la presencia de los cerdos “cimarrones”. Estos tres ecosistemas se encuentran en el Registro Único de Áreas Protegidas (Runap) de Parques Nacionales.

    “En Argentina, Estados Unidos y Suiza se ha demostrado que la presencia de esta especie es un riesgo para la biodiversidad, por factores como la depredación de plántulas nativas, la modificación de la vegetación, la dispersión de las plantas exóticas, la competencia por recursos con las especies nativas, la depredación de vertebrados e invertebrados y la transmisión de enfermedades”, anota el investigador.

    Las áreas naturales transformadas para ganadería y agricultura, como las sabanas tropicales o el bosque seco tropical –un ecosistema en peligro de extinción–, son las de mayor riesgo de interacción de estos cerdos. De los 1.598 predios evaluados en el Caribe, 1.278 pertenecían a un área transformada.

    En la Orinoquia se evaluaron 543 predios en Arauca y Casanare, de los cuales cerca de 136 presentan un riesgo de interacción de los cerdos.

    “Las zonas identificadas son el bosque húmedo tropical, los humedales y las sabanas inundables, que también presentan un alto grado de transformación”. En estas áreas se ha registrado la presencia de cerdos ferales, especialmente en Arauca, una situación que podría traer problemas de transmisión de enfermedades y que además afectaría la supervivencia de la palma de moriche (Mauritia flexuosa),una planta nativa de la región.

    Mapas para identificar las zonas en riesgo

    Los mapas de riesgo pretenden ser una herramienta para que las autoridades ambientales conozcan las zonas de influencia de los cerdos que podrían estar en riesgo.

    Para su elaboración se usó el análisis de redes y de conectividad funcional aplicando las teorías de circuitos y de grafos para identificar el potencial movimiento que realizarían los cerdos a lo largo del paisaje.

    El análisis toma los predios porcícolas no tecnificados registrados por la Asociación Colombiana de Porcicultores (Porkcolombia)-Fondo Nacional de la Porcicultura, que suelen presentar pocas medidas de bioseguridad. Los predios son delimitados con un radio de 3,5 km, una distancia relacionada con la máxima distancia que un cerdo feral recorrería en un día en la Orinoquia colombiana.

    “Esta información se obtuvo a partir de la captura de individuos de cerdos ferales y cimarrones a los cuales se les puso un collar satelital para conocer los patrones de movimiento, actividad y uso de hábitat. La información ayudaría a constituir herramientas para planear y ejecutar estrategias de control y manejo de la especie”, destaca el magíster.

    Aclara además que en el Caribe colombiano no se han registrado cerdos ferales, pero sí existe presencia local de cerdos conocidos como “cimarrones”, “montunos” o “cienagueros”. “Esto se debe a la cacería y recaptura de individuos por parte de las personas. Esta especie tiene características entre los cerdos domésticos y los ferales, piel oscura, pelaje corto de color negro a marrón y comportamientos inofensivos”.

    Los cerdos ferales de la Orinoquia son más grandes, tienen el pelaje más oscuro y grueso y tienen características similares al del jabalí; pueden ser propiedad de pequeños productores que practican la “crianza libre”, y por ello se mueven con facilidad en los diferentes ecosistemas.

    Por lo anterior, el investigador considera que “las medidas que tomen las autoridades deben tener un enfoque social con participación de las comunidades. Según la experiencia de otros países también se pueden adoptar medidas como las cuarentenas al ingreso de nuevos cerdos, reducir el contacto de esta especie con otros animales del ganado, e incluso mejorar la infraestructura de los predios y construir plantas de sacrificio locales adecuadas”.