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Desarrollo Rural

Cerdo del Pacífico, recurso alimentario en extinción

Para comunidades pobres del Chocó, esta variedad de porcino se constituye en la única fuente de proteínas y de recursos económicos; sin embargo, la introducción de especies comerciales está acabando de forma dramática con los especímenes criollos, cuyos ancestros se remontan al siglo XV.

El chancho criollo de la Región Pacífica, denominado popularmente "cerdo mico" o "pajarito", es un recurso genético traído por los españoles durante el siglo XV. Sorprendentemente ha logrado subsistir hasta la actualidad, pese a las altas temperaturas y las enfermedades endémicas de la zona.

Sus innumerables ventajas, entre ellas su adaptabilidad, rusticidad y capacidad para buscar su propio alimento, lo convierten en protagonista de gran importancia cultural para los habitantes de unas diez poblaciones marginadas del Departamento del Chocó, ubicadas a orillas de los ríos Baudó y Dubasa.

Profesores y estudiantes del Grupo de Investigación en Recursos Zoogenéticos (GIRZ) de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira, y del Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP), caracterizaron los sistemas tradicionales de producción pecuaria de estas comunidades, identificaron los problemas que afrontan y estudiaron la morfología de los ejemplares existentes en el área.

Los resultados, producto de largos recorridos e información recolectada con los habitantes, evidencian un grupo humano relegado por el Estado y un recurso genético a punto de desaparecer, para el cual aún no se han planteado estrategias de conservación.

Escasean los criollos

No es fácil trasladarse desde Quibdó hasta las aguas de los ríos Baudó y Dubasa (en el sur del departamento), donde se pensaba que aún subsistían poblaciones considerables de cerdos criollos. Las agrietadas vías de transporte y la situación de orden público hacen que el recorrido sea una travesía.

"Para llegar a Puerto Meluk, uno de los sitios donde hicimos el estudio, tardamos más de cinco horas desde la capital chocoana; es un recorrido largo y agotador que se agudiza con las lluvias y las altísimas temperaturas", comenta la profesora Luz Ángela Álvarez, directora del GIRZ.

Una vez allí, los exploradores se reunieron con los representantes de los consejos comunitarios locales y funcionarios de la Alcaldía de Medio Baudó, con el objetivo de realizar entrevistas individuales sobre las técnicas de producción y pedir autorización para el estudio.

Luego, sentados sobre una pequeña canoa de madera, emprendieron camino, selva adentro, en busca de los puerquillos. Las poblaciones de Batatal, Guayabal, El Caño, Baudosillo, Majagual, Puerto Adán, Playita, Bellavista, Puerto Echeverri, El Valle, entre otras, fueron los lugares en donde se recolectó la información socioeconómica de los productores y se tomaron medidas para la caracterización de los porcinos.

"Realizamos 33 encuestas a criadores de la zona, hicimos mediciones morfológicas a 34 animales y recolectamos 54 muestras de sangre", afirma Julia Victoria Arredondo, estudiante del Doctorado en Ciencias Agropecuarias de la UN en Palmira. Sin embargo y para sorpresa de todos, encontrar los animales no fue tan fácil como se esperaba. En cada población o caserío eran pocos los ejemplares o no había.

"Fue preocupante encontrar que en muchos sitios los cerdos no están sino en la memoria de los campesinos, ya que las comunidades han sido víctimas, en muchos casos, de la imposición de paquetes tecnológicos contrarios a su producción tradicional, lo que ha desplazado a los criollos por variedades comerciales. Los resultados no han sido los esperados porque las razas mejoradas resultaron insostenibles en las condiciones selváticas del Chocó", sostiene Arredondo.

Esto, según datos del GIRZ, es una situación alarmante debido a que los especímenes nativos representan un sustento económico y autosostenible para estas sociedades rurales que carecen de recursos para la subsistencia.

"Se han introducido animales mejorados sin tener en cuenta que los costos para su mantenimiento son elevados", afirma la profesora Álvarez.

Relegados y sin asistencia

El estudio evidencia que el panorama es gris para los productores de cerdo criollo del Pacífico, pues a la falta de valoración del recurso genético se suma la pobreza, el desplazamiento forzoso y la falta de educación para que exista un manejo tecnificado y provechoso de la especie.

"Con las encuestas conocimos la forma de posesión de las tierras, la producción agrícola y porcina y los parámetros productivos, entre otros aspectos, que nos permitieron entender las condiciones socioeconómicas", sostiene el profesor Jaime Eduardo Muñoz, miembro del GIRZ.

Los resultados indican que 30% de los entrevistados no lee ni escribe, que 70% lleva más de 10 años criando cerdos para su subsistencia y que 60% no realiza ninguna práctica sanitaria.

"Este tipo tradicional de cuidado de los porcinos depende en gran medida de los recursos naturales, así como de una diversidad de prácticas y creencias transmitidas por generaciones que se han conservado por siglos, con un mínimo manejo profiláctico y nutricional", afirma Julia Victoria Arredondo.

A punto de desaparecer

El chancho "pajarito", que no necesita de un mantenimiento estricto y costoso, representa la una única fuente de ahorro y dinero para estas familias campesinas, además de ser una fuente importante de proteína y grasa. Los investigadores advierten que de no conservarlo, los chocoanos de estas zonas se verían enfrentados a una aguda crisis alimentaria.

Concluyen que "es necesario el planteamiento de estrategias encaminadas al fortalecimiento del saber científico, así como el ancestral y las prácticas tradicionales, la solución de problemas y la conservación del cerdo criollo". En la actualidad continúan realizando recorridos en busca de su conservación.

La exploración por el territorio chocoano deja una enseñanza para autoridades y academia: no todos los desarrollos tecnológicos y científicos pueden ser implantados en las comunidades bajo un mismo criterio.

La evidencia es clara, los cerdos mejorados genéticamente para la explotación comercial no funcionan en los territorios selváticos, pues estas comunidades requieren soluciones adaptadas a su entorno y necesidades.