Cementerios, valiosos refugios urbanos de biodiversidad de abejas
En la tranquilidad y el silencio de los cementerios, donde el bullicio de la ciudad parece desvanecerse, la vida silvestre encuentra un santuario. Estos espacios, a menudo percibidos como lugares de descanso eterno, son vitales para la conservación de especies de abejas, esenciales para la polinización y la salud de los ecosistemas. Allí se han documentado más de 130 especies de abejas sin aguijón, distribuidas en 24 géneros.
Durante el segundo semestre de 2023 y el primero de 2024, un equipo del grupo de investigación Parasitología, Inmunología y Enfermedades Infecciosas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira exploró por primera vez la diversidad de abejas en los cementerios de Buenaventura, Buga, Cali, Cartago, El Cerrito, Guacarí, Palmira, Santa Helena, Tuluá y Tunía, municipios del Valle del Cauca y Cauca.
Desde el corazón de las ciudades hasta las periferias urbanas, entre los 5 y los 1.700 msnm, la metodología del estudio incluyó visitas a los 12 cementerios seleccionados por su tamaño y parámetros de biodiversidad, pues debían tener más de 1,5 hectáreas y abundancia de áreas verdes mayores al 10 %, factores clave para la vida de las abejas.
Los investigadores realizaron observaciones detalladas y capturaron ejemplares para analizarlos en los Laboratorios de Parasitología, Inmunología y Enfermedades Infecciosas, y de Microscopía e Imagen, en donde las especies se identificaron y clasificaron.
“Identificamos 131 nidos distribuidos en tumbas, árboles y suelos de los cementerios. La especie más común fue N. camargoi, conocida por su adaptabilidad y su vital papel en la polinización de plantas nativas”, señala la estudiante Yiseth Xiomara Hermoza Pérez, del pregrado en Zootecnia.
Le siguieron en abundancia: T. angustula, N. tristella, A. mellifera, y por último S. gonzalezi, todas importantes para el mantenimiento de la biodiversidad local. N. tristella, aunque menos abundante, también se halló en varios sitios, lo que muestra su capacidad de adaptación a estos ambientes, y A. mellifera, menos numerosa, destacó la interacción de estas abejas introducidas con las especies nativas.
T. angustula, comúnmente conocida como abeja angelita, es una de las abejas sin aguijón más pequeñas y prolíficas de América Latina. Se caracteriza por su coloración dorada y su tamaño diminuto; además sus alas son más largas que su cuerpo, rasgo distintivo en su clasificación.
N. camargoi es reconocida por su adaptabilidad a diferentes entornos, por su tamaño mediano, entre 5 y 5,6 mm, y por su coloración amarillenta en el tórax. Tiene alas con 10 intersecciones en las nervaduras y su mandíbula completa, sin dentículos.
N. tristella juega un rol esencial en la polinización de plantas locales. Con un tamaño que varía entre 5 y 6 mm, esta abeja presenta alas con nuevas intersecciones y su cabeza revela configuraciones específicas esenciales para identificarla.
S. gonzalezi es la más grande de las abejas sin aguijón encontradas en el estudio. Con un tamaño entre 7,2 y 7,5 mm, es conocida por su robustez y su reveladora contribución a la polinización.
Es la primera vez que se documenta la presencia de estas abejas en los cementerios del Valle del Cauca y Cauca. En un estudio previo adelantado en los cementerios de Cundinamarca y Meta se reportaron 15 especies de abejas sin aguijón, lo que evidencia que cada región ofrece un refugio único para diferentes especies.
El descubrimiento, en el que también participaron los investigadores Carlos Eduardo Agudelo y Javier Antonio Benavides Montaño, destaca la necesidad de fomentar la conciencia pública sobre la importancia de cuidar los cementerios como ecosistemas vivos, en donde se refugia una amplia biodiversidad de fauna nativa. La vegetación y las áreas verdes que los rodean proporcionan hábitats ideales para las abejas y otras especies para las que sería difícil sobrevivir de otro modo en las áreas altamente urbanizadas.