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Salud

Castigo físico, opción de los padres para disciplinar a sus hijos

  • A los padres se les cuestionó sobre qué actitud tomarían ante ciertos comportamientos de los niños.

  • El castigo provoca en el niño ansiedad y estrés.

  • Los problemas maritales y el estrés emocional son factores que interfieren con el establecimiento de una disciplina óptima.

  • Las pautas de disciplina varían con las etapas del desarrollo del niño.

  • Un tipo de castigo es prohibir al niño ver televisión.

  • El estudio fue hecho por profesoras y estudiantes de la Facultad de Medicina de la U.N.

Un estudio realizado con 49 familias, en una institución educativa de preescolar en Bogotá, revela que los progenitores continúan inclinándose mayoritariamente por el castigo físico como opción principal para disciplinar a sus hijos.

Las profesoras María Luz Sáenz y Ángela Elisa Camacho, junto con las estudiantes Nelly Johanna Silva y Alejandra Holguín, de la Facultad de Medicina de la U.N., querían demostrar con esta investigación cuál sería la reacción de los padres de familia ante distintos comportamientos de sus hijos.

Así, por ejemplo, se evaluó qué harían los padres ante una situación hipotética como esta: "En un centro comercial su hijo le pide que le compre un juguete. Usted le explica que en ese momento no se puede. Él se tira al piso, grita, llora y lo golpea".

La mayoría de padres respondieron que se inclinarían por el uso del castigo físico, mientras que 22 utilizarían el método del tiempo fuera, es decir, al niño se le manda a un rincón o a su cuarto por un tiempo determinado.

También se analizó este caso: "Usted va a visitar a la abuela del niño y le pide que no juegue en la sala; de pronto, se da cuenta de que, mientras corría de un lado a otro, partió la porcelana favorita de su mamá o suegra".

Esta fue la segunda situación con mayor respuesta de castigo físico, aunque algunos padres aseguraron que preferirían que el niño pidiera disculpas y hacer la posterior reparación.

En el estudio también se presentaron situaciones en las que la opción del castigo físico no fue la más escogida, como por ejemplo: "Usted va a la tienda del barrio a comprar leche y pan con su hijo; en ese momento, el propietario le informa que el niño se ha robado una chocolatina".

Aquí los padres se inclinaron por usar otro tipo de estrategias disciplinarias, como el retiro de privilegios: no dulces, no televisión, no salir de paseo, no ir al cine. Otros prefirieron dar una explicación moral a sus hijos; mientras que 13 de los 49 encuestados escogieron el castigo psicológico: amenaza, descalificación y confrontación.

Algo que llamó la atención del estudio es que en las familias monoparentales (formadas solo por uno de los progenitores) encabezadas por la madre, ellas usarían el castigo físico, pues dentro de sus historias personales, fueron y siguen siendo maltratadas.

"Quien administra castigo tiende a repetirlo cada vez con más frecuencia e intensidad", explica María Luz Sáenz, pediatra y profesora de la Facultad de Medicina de la U.N.

Según esta especialista, el estilo de castigo más recomendado para los niños es el de tiempo fuera, es decir, mantenerlo en un rincón o en un cuarto encerrado por un tiempo. Lo más aconsejable es que el número de minutos corresponda a la edad del niño. Por ejemplo, si tiene cinco años, deberá permanecer cinco minutos.

A veces, un simple aplauso fuerte, un golpe a un mueble con un cambio de actitud o decirle "eso no se hace" puede ser suficiente, pero nunca el maltrato físico.

Según el estudio, los problemas maritales, el estrés emocional, el abuso de sustancias, el nivel educacional o de inteligencia bajo, los padres adolescentes y una historia familiar de maltrato infantil son factores que interfieren con el establecimiento de una disciplina óptima.

Según las investigadoras, es importante tener en cuenta que las pautas de disciplina varían con las etapas del desarrollo del niño. Las primeras estrategias son pasivas y se inician mediante la instauración de rutinas diarias estructuradas, respecto a los horarios de comer y dormir, con la flexibilidad necesaria para reconocer y adaptarse a las necesidades del niño.