Casanare tiene miel de alta calidad, pero carece de infraestructura para comercializarla
En esta región la miel es vital para la economía y la producción agrícola, incluso es uno de los sectores priorizados en el Plan de Desarrollo departamental. No obstante, los productores se enfrentan a la falta de acceso a tecnologías avanzadas para transportar, empacar, y en general producir la miel, además desconocen prácticas adecuadas del producto como alimento, pues la presión del mercado es cada vez más competitiva.
Así lo determinó un estudio realizado para la Maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), en el cual analizó la producción de la miel en Casanare, específicamente en los municipios de Sácama, La Salina, Chámeza y Yopal, en donde el producto es llamativo por su calidad y sabor.
“Hasta ahora no se había hecho un estudio en el que se viera realmente cómo estaba la cadena de los productos de la agricultura y de la miel, tan apetecida de esta zona”, precisa el docente Carlos Alberto Fuenmayor Bobadilla, de Ciencia de Alimentos de la UNAL y director del proyecto de tesis.
El Casanare está ubicado en el piedemonte de los Llanos Orientales, por lo que cuenta con una gran riqueza botánica, lo que les permite a las abejas acceder a una amplia variedad de recursos florales a lo largo del año. El estudio de la UNAL ratificó la calidad de estas mieles y además analizó “las propiedades características ligadas a su origen peculiar; mediante un análisis fisicoquímico y microbiológico observamos especialmente una buena calidad en las 37 muestras recolectadas, unas 10 por cada municipio”, explica el docente.
Agrega que “también se realizó un diagnóstico de perfiles sensoriales –aroma, apariencia, sabor y textura–, algunas con tonos maderables o ácidos por estar cerca de cultivos frutales, otras incluso con toques de sal debido a las salinas; puede ser que algunas abejas estén visitando los yacimientos de sal donde hay aguas salada de manera natural”. Estas características del producto ayudan a que los apicultores conozcan el valor diferenciador de sus mieles.
Este sector alberga un prometedor potencial comercial; según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en Colombia la cadena productiva de las abejas y la apicultura ha tenido un crecimiento del 3,49 % entre 2020 y 2021. Casanare, con su vasta extensión de área disponible y diversidad botánica, tiene un gran potencial para expandir su producción de miel, además de sus favorables condiciones climáticas y prácticas apícolas tradicionales que aportan características únicas; sin embargo, la falta de innovación en estas puede retrasar y afectar la producción de miel.
Las prácticas tradicionales realizan un manejo cuidadoso de las colmenas, ubicándolas cerca de cultivos de café y aguacate, entre otros, que facilitan el proceso. “Por ejemplo, suelen ubicar las colmenas en lugares empinados y de difícil acceso, obligándolos a cargar mucho peso manualmente, ya que ningún vehículo corriente llega hasta allí”, explica el ingeniero químico Andrés Niño Aparicio, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la UNAL.
En actividades enfocadas en buenas prácticas apícolas (BPAP), lideradas por el ingeniero Niño, se les recomendó a las familias productoras reubicar las colmenas en zonas más cercanas –sin alejarlas del todo del ecosistema– para manejar adecuadamente la recolección de la miel. También se capacitó sobre su calidad, composición química, y los parámetros legales en calidad que deben cumplir reglamentariamente las mieles, además de sensibilizar a los campesinos sobre el manejo del producto con la misma higiene de cualquier alimento.
“A pesar de los retos de los apicultores en términos de infraestructura, de acceso a vías y de prácticas que requieren una revisión, ellos producen una miel de buena calidad, la mayoría tienen productos que cumplen con todos los estándares de calidad de la miel en Colombia, regulados por la Norma Técnica Colombiana NTC 1273 de 2007”, indica el investigador Niño.
En la investigación se identificó que se deben mejorar especialmente los procesos de manipulación del alimento, además de la limpieza y desinfección de los equipos, de manera que sean más rigurosos, para lo que también se requiere acceso a tecnología.
“Se deben establecer protocolos más estrictos para asegurar que los utensilios y colmenas estén debidamente higienizados, promover la adquisición y el uso de equipos adecuados para mejorar y optimizar la producción, establecer un sistema de monitoreo regular que incluya análisis fisicoquímicos y microbiológicos de la miel, permitiendo identificar problemas de calidad y tomar medidas correctivas a tiempo”.
El ingeniero Niño, quien también es apicultor, añade que “otra de las dificultades es que se paga muy poco al apicultor por su miel, entonces necesitamos que las cadenas comerciales sean más directas con el consumidor; para esto el productor debe trabajar en el envase, almacenamiento y la comercialización de su producto. O sea, fortalecer el mercadeo desde asociaciones de apicultores, ya que es muy difícil hacerlo de manera individual y por eso es tan importante la asociatividad. Si en cada municipio hay una asociación de apicultores, se facilitará muchísimo esa valorización”.
El investigador concluye que las abejas son un indicador biológico de que un ecosistema es saludable. “Esta es una forma directa en la que la apicultura contribuye al equilibrio ambiental y a que haya una producción adecuada de alimentos en el territorio; por eso es muy importante que las mieles se posicionen para que tengan un alto valor agregado a lo largo y ancho del país”, señala.