Cantos tradicionales del pueblo miraña, de los casetes a las plataformas digitales
Los miraña son una comunidad con una historia que se extiende por el río Caquetá y sus afluentes. Aunque dispersos por Colombia y Brasil, luchan por mantener vivas sus tradiciones a través de rituales conocidos como “bailes ceremoniales”. Estos eventos no son simples reuniones festivas, sino momentos de profunda conexión espiritual donde se cantan fragmentos de historias transmitidas por generaciones.
“Los cantos no solo celebran la vida, también son un medio para educar desde los cuidados de la mujer cuando está en embarazo, hasta el respeto a la naturaleza, los animales y los demás seres vivos”, explica el miembro de dicha comunidad indígena, Elio Miraña, investigador cultural y líder de la iniciativa.
El proyecto “Cantando y bailando se armoniza el territorio” digitalizó más de 40 casetes grabados por Luis Gwajko Miraña, tío de Elio y cantor tradicional del clan Neebaje (Achiote). Estas grabaciones forman parte de ARDILIA, espacio de memoria viva de la UNAL.
“Esta iniciativa es un ejemplo de justicia epistémica”, afirma el lingüista Alejandro Augusto Prieto Mendoza, investigador del proyecto y futuro doctor en Estudios Amazónicos de la UNAL; en su opinión, esta colección “permite que los miraña sean reconocidos como productores de conocimiento”.
Uno de los mayores logros del proyecto fue la creación de una cartilla educativa que combina tecnología moderna y tradición oral. En esta, cada canto descrito, en lengua miraña está vinculado a un código QR que permite escuchar los audios originales mientras se leen las letras.
Este material se presentó en un evento realizado en la maloca Casa Hija Eetane de la UNAL Sede Amazonia, donde participaron líderes comunitarios, familiares de Luis Gwajko y otros integrantes de la comunidad. “Queremos que nuestros niños y jóvenes no solo aprendan los cantos, sino también entiendan su significado profundo”, señala Elio.
En la cultura miraña los rituales ceremoniales cumplen un papel vital en la armonización del territorio y la resolución de conflictos. El lingüista Prieto explica que “el baile no es solo alegría y movimiento; es también un ejercicio de gobierno comunitario, donde se renuevan las relaciones entre personas, malocas y la naturaleza; para cada baile que inicia desde las 2 de la tarde, ellos comparten comidas, bebidas, mambe y tabaco, y van cantando en orden sus cantos, por ejemplo, cuando inicia el baile, cuando cae el sol, cuando llega la madrugada, y así hasta el día siguiente”.
Neeba Gwajko, tiene por nombre la iniciativa liderada por Elio Miraña, en honor a su tío Luis Neeba Gwajko, cantor y líder comunitario, quien recopiló las grabaciones en casetes hace décadas, como un esfuerzo comunitario para preservar el idioma y las tradiciones de su pueblo.
Con la iniciativa, ahora digitalizada, se busca contrarrestar la pérdida cultural que enfrentan las comunidades indígenas debido a la globalización y la aculturación. “Nosotros no componemos nuevos cantos; simplemente conservamos lo que nos legaron nuestros ancestros de generación en generación”, afirma Elio.
En la cultura miraña, los cantores tienen un rol tan vital como los líderes comunitarios o los médicos tradicionales. Son ellos quienes narran las historias y mantienen el orden durante los rituales. “Luis Gwajko fue un visionario en este sentido, grabando horas de bailes y sus cantos con la esperanza de que fueran útiles no solo para los investigadores externos, sino también para las futuras generaciones miraña.” señala el futuro doctor en Estudios Amazónicos de la UNAL
El archivo digital y la cartilla educativa son herramientas que permiten a los miembros de la comunidad, sin importar dónde se encuentren, conectarse con su herencia. “Esto es especialmente importante para las nuevas generaciones que crecen en contextos urbanos o periurbanos”, añade el investigador Elio, pues “la tecnología nos permite salvar distancias y mantener viva la cultura”.
“Que se pierda absolutamente una lengua, sea indígena, o cualquier otra, es una es un atentado contra los derechos humanos básicos de cualquier comunidad” explica el lingüista Prieto, pues la pérdida de una lengua o una tradición no solo afecta a una comunidad; es una pérdida para toda la humanidad.
Los investigadores coinciden en que iniciativas como Neeba Gwajko deben ser replicadas para salvaguardar otras culturas indígenas. “Cada canto que rescatamos es una victoria contra el olvido”, concluye Elio.