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Desarrollo Rural

Caña y ganadería, actividades que conservan el suelo en el Valle del Cauca

    La evaluación de la degradación del suelo en esta región del país, con un enfoque especial en la ganadería y en las prácticas agrícolas comunes, como el cultivo de cilantro, maíz y caña de azúcar, reveló que estos dos últimos usos fueron los que mejor conservaron el suelo, por el alto contenido de materia orgánica hallada.

    El trópico, con su diversidad de climas, influye en que las rocas básicas ígneas originales se vuelvan diminutas dando lugar a suelos con texturas finas y medio finas, entre ellas el franco-arcilloso, caracterizado por su fertilidad. Por eso se convirtió en el objeto de estudio de un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira y la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), adelantado en el Valle del Cauca.

    En contraste, los países ubicados en latitudes altas presentan suelos con más arena y difíciles para la agricultura, ya que estas texturas juegan un papel clave en la retención y absorción de agua, afectando directamente su manejo y la capacidad del suelo para mantenerse fértil.

    El profesor Édgar Enrique Madero Morales, del Departamento de Ingeniería de la Facultad de Ingeniería y Administración, explica que en Colombia la diversidad geográfica y climática ha dado lugar a una variedad de suelos con distintas propiedades agronómicas.

    Sin embargo, “aunque existen otras regiones con suelos de alta calidad, los más productivos se encuentran especialmente en el Valle del Cauca, el Valle del Magdalena y las sabanas de la Caribia, zonas que se destacan por albergar suelos fértiles y bien estructurados, ideales para una amplia gama de cultivos”, menciona.

    El Eje Cafetero, por su parte, presenta suelos de colina y montaña enriquecidos con cenizas volcánicas, que ofrecen condiciones propicias de productividad para el cultivo de café y otros productos agrícolas.

    Junto a la ingeniera ambiental Adriana Pineda Obando y la investigadora de Agrosavia Diana Lucía Correa, el profesor Madero evaluó el impacto del uso y manejo del terreno en suelos franco-arcillosos del Valle del Cauca, considerando factores como la profundidad de labranza constante y el sobrepastoreo en un área total de 31 hectáreas planas destinadas a cultivos de caña (4 años), maíz (6 años), cilantro (6 años) y pastoreo (periodos variados de 6 a 18 años).

    Utilizando el software ArcGis, para el estudio se digitalizaron los “mapas detallados de la distribución de suelos franco-arcillosos, fertilidad y usos actuales”, proporcionados por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), creando así capas específicas para los de textura superficial; además se realizaron entrevistas directas con agricultores para obtener una comprensión completa de las prácticas de manejo.

    Luego los investigadores trazaron una red de 42 puntos de muestreo cubriendo 31 hectáreas, de tal manera que pudieran observar la variabilidad del suelo según rango: medio 400 m, corto 40 m y muy corto 4 m. Para cada uno evaluaron en campo tres factores: la densidad aparente, para conocer qué tan apretado está el suelo; la velocidad de infiltración, que ayuda a determinar cómo entra el agua inicialmente; y la conductividad hidráulica, para establecer la velocidad con la que el agua se mueve por dentro.

    En laboratorio analizaron la materia orgánica, el pH o acidez y la conductividad eléctrica, características que sirven para conocer si el terreno es estable y si mantiene su potencial para cultivar después de años de continuo uso.

    Uno de los hallazgos principales es que los usos que mejor conservaron el suelo fueron la caña de azúcar y la ganadería de bajos insumos. A lo largo del tiempo, el primero mantuvo niveles iniciales altos de materia orgánica, y los pastos experimentaron un aumento significativo de este indicador, lo cual es positivo por su alto contenido de compuestos provenientes principalmente de organismos vivos, residuos de plantas, hojas y animales, así como de productos descompuestos. En contraste, el cilantro y el maíz mostraron porcentajes moderados a moderadamente altos.

    “En maíz y cilantro se evidencia la necesidad de incorporar materia orgánica y variar la profundidad de labranza, ya que los dos dejaron una capa subsuperficial densa con baja permeabilidad. El resultado obedece a la poca profundidad a la que los cultivadores siembran las semillas, contrario a las profundidades y tecnificación de la caña de azúcar”, señala el profesor Madero.

    Los resultados apuntan a la necesidad de fomentar estrategias que preserven la salud del suelo, como el uso de herramientas adecuadas y la promoción de sistemas de rotación de cultivos; además permitirán orientar futuras iniciativas que impulsen la sostenibilidad en la agricultura del país.