Vías como la de Bogotá"Villavicencio y la de Bogotá"Villeta sufren constantes deslizamientos que, si bien son atribuidos a la lluvia, tienen causas de fondo como la presencia de rocas blandas en la zona. Este es un fenómeno que va más allá de los aguaceros y responde a un proceso físico acumulado.
Investigadores de la Universidad Nacional han estudiado la degradación de estas rocas, de las cuales se había hecho poca investigación científica en Colombia. Hasta el momento, han encontrado que una de las causas de su deterioro son los cambios drásticos de temperatura, de sequía a invierno, por ejemplo, del fenómeno de El Niño al fenómeno de La Niña.
Las rocas blandas se forman por procesos de acumulación de sedimentos y capas o partículas muy finas. Por su complejidad se deforman rápidamente.
"Estas rocas tienen un elemento que se llama sulfuro de hierro o pirita, que al entrar en contacto con el aire se oxida, se degrada y se altera muy fácil", explicó Mario Camilo Torres Suárez, docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional, y autor de la investigación.
Colombia, por estar en una zona intertropical, sufre cambios intensos de humedad relativa. Mientras en la mañana puede haber una temperatura bajo cero, al mediodía puede subir a 20 ó 25 grados centígrados. "Este fenómeno, que no ocurre en todos los países y menos en donde existen las cuatro estaciones, afecta gravemente los minerales", señaló Torres.
El 25% de las formaciones rocosas que hay en el país son blandas, pero la mayor presencia de este tipo de minerales se registra en la Cordillera Oriental, donde se relacionan con el 80% de los deslizamientos que ocurren en la zona.
Seguimiento al proceso
Construir túneles superficiales en esta clase de rocas conllevaría costos 2 ó 3 veces superiores a hacerlos en profundidad. Sin embargo, al comparar este tipo de estructuras con las vías de superficie, resultan más viables y económicas (4 ó 5 veces más), pues las carreteras generan problemas graves de deslizamiento, tal como ocurre en El Cune, ruta Villeta.
En la investigación sobre degradación de rocas lodosas, los diferentes niveles de temperatura (en condiciones controladas) fueron simulados en laboratorio con el fin de replicar lo que ocurre en el terreno natural. El experimento permitió medir los efectos del clima en las propiedades ingenieriles de las rocas.
La degradación de los materiales ocurrió en un tiempo similar al que se da en terreno, comprobaron los investigadores, luego del seguimiento que le hicieron al proceso. Según los resultados, tanto las rocas del laboratorio como las que estaban en su medio natural se degradaron relativamente rápido, en semanas o meses.
"Una fase de lluvias intensas no afecta tanto el material como sí el paso de un periodo lluvioso a uno seco. Cambios drásticos como los que están ocurriendo en el país, sobre todo en las últimas décadas, aumentan los procesos de degradación de las rocas", dijo el docente Torres.
Si el clima sigue alterándose, las masas rocosas continuarán en deterioro, perdiendo su capacidad de resistencia y deformándose mucho más, así como las estructuras soportadas sobre ellas. Como consecuencia, las poblaciones asentadas en zonas rocosas van a tener serios problemas de estabilidad.
Zonas afectadas
La alta presencia de este tipo de rocas blandas o lodosas afecta principalmente las zonas de Villeta, Villavicencio y Bucaramanga, lo que se refleja en los constantes deslizamientos en sus vías. "De igual manera, en buena parte del corredor vial Bogotá"Costa Norte hay problemas de inestabilidad y de deformación de estructuras por causa de este tipo de rocas", afirmó el investigador.
Por lo tanto, estas áreas requieren de una infraestructura vial que no sea muy superficial. "El país debería pensar en impulsar los túneles para atravesar esas masas rocosas en la parte más baja", señaló el investigador.
Si se construye una carretera y se corta la roca para atravesar la vía, se induce a que los procesos de degradación se aceleren. Por el contrario, si se cruzan estos materiales a mayor profundidad, se puede controlar o dilatar en el tiempo el desarrollo de este fenómeno destructor.
Por ejemplo, los frecuentes deslizamientos que desde 1996 se vienen presentando en El Cune, le han costado al país casi 15 millones de dólares en pérdidas. Torres precisa que "con ese dinero se podrían construir por lo menos dos túneles. Las pérdidas superan los costos de una construcción subterránea".
El docente agregó que la presencia de rocas blandas podría afectar proyectos grandes como la denominada Ruta del Sol, cuyas dificultades desde el punto de vista constructivo o de estabilidad aparecerían después de concluida. "Si a la degradación de los materiales se le suma el problema geológico de zonas de falla, como las que atraviesan de sur a norte el país, el problema en infraestructura vial en la zona es realmente grave", enfatizó.
El estudio busca avanzar en el conocimiento de este tipo de rocas para determinar las acciones que en materia de construcción deberían adelantarse, pues como sostiene Torres, "los materiales se comportan como se tienen que comportar, no como nosotros queremos que se comporten". Hasta el momento, con la información existente es claro que una manera de menguar los efectos de los deslizamientos, por causa de estas formaciones rocosas, es por medio de obras bajo tierra, siempre y cuando las condiciones sean aptas para ello.
El investigador concluye que los proyectos en curso no deberían desconocer los impactos ocasionados por las formaciones lodosas. El país enfrenta una constante variabilidad climática, y según los resultados del estudio, sería prudente adelantar las obras de infraestructura teniendo en cuenta esta realidad para así evitar réplicas de lo sucedido en El Cune.
Sedes