Escudo de la República de Colombia Escudo de la República de Colombia
/Cambio climático influye en el comportamiento de insectos transmisores de enfermedades
Medioambiente

Cambio climático influye en el comportamiento de insectos transmisores de enfermedades

    Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) confirman que las condiciones extremas que afronta la Tierra estarían modificando la distribución de los insectos, las bacterias de su microbioma y los criaderos donde dejan sus huevos, lo que incidiría en la salud pública. Por ejemplo, el conocido Aedes aegypti, causante de enfermedades como el dengue, se estaría multiplicando no solo en agua limpia estancada, sino también en líquidos hostiles (o lixiviados) producto de metales abandonados o chatarra.

    En Antioquia, Cesar y Amazonia se adelanta un importante estudio sobre el tema, ya que estos departamentos están entre los mayores aportantes del país de casos de malaria, dengue, zika, chikunguña y leishmaniasis.

    El investigador Rafael José Vivero Gómez, integrante del grupo de investigación Microbiodiversidad y Bioprospección (Microbiop) de la UNAL Sede Medellín, afirma que “por tener ecosistemas, altitudes –valles y montañas– y posiciones geográficas estratégicas, decidimos trabajar allí, recolectar los insectos junto con la comunidad y analizarlos desde distintos frentes aprovechando además tres grupos de investigación de la UNAL presentes en estas regiones”.

    Analizar los cambios en su comportamiento es esencial para mejorar las estrategias de control y prevención.

    Leishmaniasis: inventarios de especies

    Los flebótomos, también conocidos como palomillas, jejénes o yatevi, son pequeños insectos del género Lutzomyia que transmiten virus, bacterias, y muy especialmente los parásitos que causan la leishmaniasis.

    “Por su importancia y falta de estudios en la Amazonia, decidimos actualizar los inventarios morfológicos y explorar su variabilidad genética para saber qué especies vectores están circulando y qué cambios han tenido a partir de las modificaciones ambientales recientes, especialmente en zonas de Leticia y Florencia”, señala el experto.

    Para ello acudieron a la taxonomía clásica y molecular: recolectaron insectos en lugares con relevancia histórica y los clasificaron según su “apariencia física” y las secuencias del gen citocromo oxidasa I, que funciona como código de barras genético.

    “Hasta ahora hemos identificado 29 especies, reconocido especies vectoras y especies nuevas para la región, información muy valiosa para las entidades de control”.

    También están estudiando sus patrones de ingesta sanguínea, es decir de qué tipo de animales se están alimentando y si tienen hábitos antropofílicos (convivencia directa con humanos). “Esto se hace mediante marcadores moleculares que muestran ‘de dónde viene’ esa sangre, lo que a su vez nos permitirá conocer de dónde están ‘obteniendo’ el parásito para luego transmitirlo”, añade.

    Por último, continúan con el análisis de las bacterias que habitan en los intestinos de estos insectos, con el propósito de determinar si algunas fortalecen o modulan el desarrollo y la transmisión de parásitos y virus.

    “En flebotomíneos identificamos Wolbachia, Cardinium y Arsenophonus, bacterias que han sido usadas en el control biológico de insectos. Además, en mosquitos Anopheles encontramos Arsenophonus, y en Aedes albopictus hallamos Wolbachia”, señala el investigador.

    Malaria: bacterias heredadas

    El trabajo con los mosquitos Anopheles, que transmiten el parásito que causa la malaria, se adelanta en la comunidad indígena ticuna de San Pedro de los Lagos (Leticia).

    “Estamos evaluando los sitios de cría naturales, caracterizando las bacterias que habitan allí para luego examinar si son ‘heredadas’ por los insectos y qué preferencias fisicoquímicas están teniendo para la ovipostura, todo esto en articulación con el grupo de investigación en Limnología Amazónica y el Laboratorio de Manejo y Gestión de Humedales de la UNAL Sede Amazonia”, menciona.

    Este análisis, que también se está haciendo con mosquitos del género Aedes (transmisores de arbovirosis como el dengue, el chikunguña y la fiebre amarilla), ha mostrado que ya no solo se crían en cuerpos de agua limpia, sino también en sitios como lixiviados de chatarra, lo que da cuenta de su capacidad de adaptación y cambios en su distribución.

    Arbovirus: nuevas preferencias de temperatura

    “Para el género Aedes también estamos evaluando sus patrones de preferencia de humedad relativa y temperatura (termotolerancia). Para eso los ubicamos en un dispositivo diseñado por el grupo, llamado termoclina, que tiene un gradiente de temperatura que va de los 18 a los 40 °C”, precisa el investigador.

    Así han encontrado que aunque sean de la misma especie, algunos mosquitos prefieren temperaturas entre 26 y 28 °C, y otros más bajas, lo que lleva a presumir que estos últimos se podrían asentar en territorios a mayor altura.

    “También estamos analizando las diferencias de su microbioma, pues algunas bacterias les estarían ayudando a tolerar esas temperaturas. Así mismo, estamos comparando poblaciones de mosquitos de Leticia, Medellín y La Paz, con el grupo de investigación Artropodología Básica y Aplicada de la UNAL Sede de La Paz”.

    Por último, con grupos representativos de insectos vectores de las tres regiones se está realizando vigilancia entomovirológica, que se basa en estrategias de secuenciación de alto rendimiento (NGS), con el fin de identificar nueva información referente a patógenos bacterianos, endosimbiontes (organismos que viven dentro de otros organismos), fuentes de alimentación y descripción del conjunto de todos los virus –o viroma– en el contexto actual de cambio climático.

    Este importante proyecto, llamado “Alianza estratégica interdisciplinaria Leticia, Medellín y La Paz para el estudio del microbioma de insectos vectores de enfermedades tropicales y su relación con el cambio climático y la sociedad”, cuenta con la participación de estudiantes de posgrado y pregrado de los semilleros de investigación y es liderado por las profesoras Claudia Ximena Moreno Herrera, Gloria Ester Cadavid Restrepo, y el investigador Rafael Vivero Gómez, de la Facultad de Ciencias de la UNAL Sede Medellín; además cuenta con la co-investigación y el apoyo de los profesores Giovan Gómez García, de la Sede de La Paz, y Santiago Roberto Duque Escobar, de la Sede Amazonia.