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Así lo sugiere un estudio realizado por el investigador Miguel Alejandro Escobar, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien encontró que en este municipio a lo largo del tiempo existe una mayor producción acumulada de biomasa, nutrientes digestibles totales y megacalorías de energía neta de lactancia, es decir los requerimientos energéticos que los rumiantes obtienen de los alimentos para realizar sus funciones metabólicas.
Sin embargo aclara que esta recomendación no aplicaría para pasturas a 2.900 m, donde los periodos de descanso deben ser más largos o esperar al rebrote de un mayor número de hojas (hasta 6).
El estudio se desarrolló en la Provincia de Ubaté, una de las regiones lecheras más importantes de Colombia, donde sus pasturas están representadas principalmente por pasto kikuyo.
"Uno de los retos más importantes es mejorar el uso de esta pastura, ya que se ha realizado de manera tradicional y muy pocos productores se han preocupado por optimizarlo, teniendo en cuenta que este forraje es uno de los más bondadosos para la ganadería del país", comenta.
En ese sentido, se buscó determinar si la mayor producción de biomasa y el mayor rendimiento de nutrientes digestibles del kikuyo durante un periodo extenso de experimentación se presenta cuando los rebrotes están en una proporción de cinco hojas vivas, independientemente de la altitud en la que se encuentre establecida la pastura.
La recomendación es oportuna, ya que "los nutrientes del kikuyo se ven directamente afectados por el envejecimiento de las hojas", indica.
Esto se demostró durante las observaciones realizadas en el experimento de campo, en el que el proceso de envejecimiento de la primera hoja del punto de rebrote comenzaba cuando emergía la sexta hoja, por encima de los 48 días a los 2.500 m y por encima de los 60 días a los 2.900 m.
A menor altura, más nutrientes
Otro de los resultados fue que la producción de biomasa del kikuyo y la de nutrientes digestibles totales en periodos amplios de rotación es significativamente mayor en las altitudes de 2.500 m que en las de 2.900 m.
De igual forma, el investigador comenta que "la relación del número de hojas frente a la producción de biomasa es directamente proporcional; a medida que aumenta la madurez aumenta la producción de materia seca por hectárea en altitudes de 2.500 m".
Como dato adicional, afirma que la tasa de acumulación de forraje no es proporcional al aumento del número de hojas, ya que su efectividad depende de las condiciones climáticas en un rango de días en el que se cumpla la madurez como momento adecuado de cosecha de la pastura, por ejemplo, a menores temperaturas el intervalo de aparición de hojas aumenta.
Los resultados se obtuvieron después de un año de trabajo en campo en cuatro fincas del proyecto "Ciencia y tecnología para productores de leche de la provincia de Ubaté".
En las ocho parcelas delimitadas se aplicaron al azar cuatro momentos de corte (4, 5, 6 y 7 hojas por rebrote). En cada rebrote las hojas se contaron por observación dentro de cuadros de 0,25 m2 lanzados cinco veces dentro de cada parcela cada dos días.
"Cuando la proporción de rebrotes con el número de hojas respectivo al tratamiento superaba el 90 % dentro de cada cuadro, se asumió que la parcela se encontraba lista para realizar con el cortacésped a 5 cm de altura", comenta.
Después se aplicaron algunas variables de medidas, entre ellas ambientales y de pastura, y un análisis estadístico. Fue así como se determinó que el tratamiento de cuatro hojas es diferente (39 días) del tratamiento de siete hojas (66 días).
En cuanto a la altitud, señala que también se encontraron diferencias significativas entre los 2.500 m (34-58 días) y los 2.900 m (50-70 días).
"En términos generales, a 2.500 m se necesitan ocho días en promedio para desarrollar una hoja nueva, mientras que a los 2.900 m se necesitan 10 días en promedio para el desarrollo de una hoja nueva", concluye.
Este pasto, conocido científicamente como Pennisetum clandestinum, presenta un rápido crecimiento y agresividad, por lo que en algunas regiones se considera como maleza. Sin embargo, además de su bajo costo y su tolerancia a la sequía, es muy usado como forraje rico en proteína.