Butirina esterificada tendría mejores resultados que los antibióticos en la producción porcina
Durante años los antibióticos promotores de crecimiento (APC) han sido fundamentales en la industria porcina para mejorar el rendimiento productivo y la salud intestinal de los animales, pues el hecho de que un lechón no gane peso adecuadamente puede tener un impacto negativo en la producción general.
Sin embargo, el uso excesivo de estos antibióticos ha provocado una preocupación mundial por el aumento de la resistencia antimicrobiana tanto en animales como en humanos y vegetales, lo que ocasionaría infecciones difíciles de tratar por ser resistentes a los medicamentos.
Según el Instituto Colombiano Agropecuario, en los próximos 10 años el uso de antimicrobianos en el sector ganadero se duplicará, por lo que buscar alternativas a estos fármacos sería una carrera contra el tiempo para la sostenibilidad ambiental.
En Colombia la producción de carne de cerdo crece de manera constante: en 2023 alcanzó las 564.778 toneladas, lo que representó un aumento del 7,3 % respecto al año anterior, y solo en el primer semestre de 2024 se registró un incremento del 8,1 % con el sacrificio de 1.429.442 cabezas.
En este contexto, como parte de su tesis de Maestría en Salud y Producción Animal de la UNAL, la zootecnista Katerine González Castiblanco evaluó la viabilidad de usar una butirina esterificada como alternativa a los antibióticos en lechones recién destetados, trabajo que contó con el acompañamiento de la docente Gloria Amparo Casas Bedoya.
El propósito principal de la investigación fue examinar el impacto de la butirina esterificada, un compuesto formado por glicerol unido a tres moléculas de ácido butírico, un ácido graso de cadena corta que ha demostrado ser beneficioso en la regeneración intestinal y en la absorción de nutrientes, convirtiéndolo en una prometedora opción para mejorar la salud intestinal de los animales sin recurrir a los antibióticos tradicionales.
Para integrarse al sistema productivo de engorde, los cerdos pasan por un proceso estresante que es el destete, un periodo de transición entre su primera fase de vida (la lactancia) y la etapa de precebo.
Cuando los lechones son separados de su madre –entre la tercera y cuarta semana de vida–, su salud intestinal y el rendimiento productivo no es fácil, ya que aún no han desarrollado completamente su sistema inmunológico ni digestivo, lo que dificulta la transición de una dieta basada en leche, que es fácilmente digerible, a una alimentación sólida con proteínas y carbohidratos complejos, más difíciles de procesar.
Para el estudio –adelantado en el Centro Agropecuario Marengo del municipio de Mosquera– se seleccionaron 96 lechones con 21 días de nacidos, los cuales se distribuyeron en corrales de 4 animales, 2 hembras y 2 machos.
Además se diseñaron 3 dietas a base de maíz y soya: una de control negativo (CN), sin antibióticos, ácidos orgánicos ni óxido de zinc; otra de control positivo (CP), con antibióticos promotores de crecimiento (avilamicina, 0,3 kg/ton), y una dieta que contenía butirina esterificada (CN+B; 2 kg/ton) y sin antibióticos.
“El peso inicial de los lechones se registró, y durante 14 días se les suministró la dieta y se monitoreó el consumo del alimento y la consistencia de las heces. Al final del ensayo se obtuvo el peso y se analizaron muestras de intestino para evaluar la morfología intestinal y la expresión de ciertos genes relacionados con la inmunidad y la integridad intestinal. Además se analizaron muestras de heces para medir la excreción de Escherichia coli, una bacteria asociada con la presentación de diarrea durante las primeras etapas de vida de los lechones”, explica la investigadora.
Hallazgos encontrados en los cerdos
Uno de los resultados más importantes del estudio es que, aunque no hubo diferencias significativas en el peso final de los lechones entre los 3 grupos, sí se observaron beneficios notables en la salud intestinal de los lechones alimentados con las dietas que contenían butirina esterificada.
“Los lechones que recibieron la butirina esterificada presentaron incidencia de diarrea más baja, lo que indica una mejor adaptación a la dieta sólida después del destete. En cuanto a la excreción de E. coli, no se observaron diferencias entre las 3 dietas”, sostiene la investigadora González.
En la morfología intestinal se encontró un incremento significativo en la altura de las vellosidades del yeyuno y el íleon, dos secciones del intestino delgado, lo que favorece una mejor absorción de nutrientes. También se observó una relación más favorable entre la altura de las vellosidades y la profundidad de las criptas en los lechones tratados con butirina.
Otro hallazgo importante en los lechones que consumieron la butirina fue la disminución de algunos marcadores de inflamación como la interleucina-6 (IL-6) y el factor de necrosis tumoral (TNF-α), los cuales son indicadores importantes de la inflamación en el organismo, por lo que su reducción sugiere una mejoría en la salud intestinal y una respuesta inflamatoria más baja en los lechones destetados.
“Los resultados muestran que las butirinas esterificadas no solo mejoran la morfología intestinal, sino que además tienen un impacto positivo en el sistema inmunológico del animal”, puntualiza la zootecnista.
Aunque el uso de butirina esterificada ya es común en Estados Unidos y en algunos países de Europa, en Colombia existen pocos estudios al respecto. “Esta tesis sienta las bases para que los productores colombianos adopten una nueva tecnología que puede mejorar la nutrición animal, y al mismo tiempo garantizar una producción más sostenible y segura”, concluye la investigadora González.