Búsqueda de personas desaparecidas en el conflicto armado requiere un relevo generacional
En la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Orinoquia, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) realizó un conversatorio para invitar a los estudiantes, en las dinámicas de su territorio, a comprender la importancia de un relevo generacional y la construcción de memoria; además se dio conocimiento de la posibilidad de realizar prácticas profesionales con la Institución.
Uno de los principales objetivos del Acuerdo de Paz firmado con las FARC en 2016 es la construcción de memoria y reparación a las víctimas del conflicto armado en Colombia, por eso se crearon entidades estatales humanitarias y extrajudiciales como la UBPD, que lidera acciones de búsqueda para encontrar y dar respuesta a los allegados afectados de la desaparición forzosa.
“Se busca a los seres queridos desaparecidos sobre los que la justicia ordinaria no ha logrado dar respuesta, debido a que buscan desde un sistema penal que pretende localizar responsables”, explica el abogado Iván Darío Arévalo, enlace de tejido y diálogo social de la UBPD, y especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la UNAL.
La necesidad de relegar la tarea de búsqueda de personas desaparecidas a generaciones más jóvenes ratifica la misión de los acuerdos de paz de seguir creando memoria, reparación y no repetición de los hechos cometidos en el marco del conflicto armado del país, pues quienes buscan son mujeres principalmente allegadas a las víctimas de la desaparición forzada.
Uno de los problemas identificados en este proceso es que en la actualidad estas personas están envejeciendo y el proceso de recordar los hechos para reunir testimonios puede ser dispendioso y doloroso, por lo que la información valiosa que puedan brindar se queda con ellas.
La UBPD opera dentro del Sistema Integral para la Paz, del que forman parte la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, entidades que realizan el acompañamiento, la conexión y contribución a las acciones humanitarias de búsqueda, testimonios y datos que entrega la comunidad, por eso busca responder a los grandes interrogantes de los familiares ¿qué le pasó a la persona desaparecida?, es decir si continúa o no con vida y dónde está, cuál es su paradero.
La UBPD reporta 2.236 personas desaparecidas en Arauca, y entre 1985 y 2016, los años más agudos del conflicto armado con las FARC, en la zona fronteriza se reportaron 121.768 personas como desaparecidas.
Aunque el Acuerdo de Paz se firmó con las FARC, aún quedan otros grupos al margen de la ley que se disputan la zona, por lo que los problemas relacionados con el conflicto siguen vigentes. En cifras más actuales, durante todo el 2023 la Defensoría del Pueblo tuvo conocimiento de la desaparición de 113 personas en Arauca, de 37 de las cuales aún no se tiene conocimiento de su paradero, y en 2024 de 29 aún se desconoce su ubicación.
En este sentido es importante seguir fortaleciendo los procesos humanitarios para construir paz, y que los más jóvenes conozcan de primera mano qué ruta seguir frente a situaciones de violencia como esta, por eso en el conversatorio brindado por el abogado Arévalo también se socializó qué pueden hacer los estudiantes en caso de que ellos tengan un ser querido desaparecido o personas cercanas buscando, “ratificando que a través del número institucional que se les entregó se recibirá la solicitud de búsqueda y se les hará partícipes en todo este proceso de hallar a sus seres queridos desaparecidos”
También se proyectó el documental Por cielo y tierra, “seleccionado en el Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos que muestra los caminos que transitan 5 mujeres para encontrar a sus seres queridos y sirve como herramienta de sensibilización y pedagogía para narrar la complejidad en la búsqueda, para que apoyen y se vinculen en todos estos procesos de búsqueda aquí en la región”, detalla el abogado Arévalo.
Además se les informó a los estudiantes la posibilidad de hacer sus prácticas profesionales con la entidad estatal, en pregrados como ciencias sociales, filosofía, antropología y literatura, también en áreas como geología, las ingenierías, derecho, ciencias forenses y psicología. “Esperamos que los estudiantes estén interesados y vean que hay un campo laboral, que existe una entidad con la cual pueden darse la mano”, agrega el abogado.
Julieth Pinzón, coordinadora de Bienestar Universitario añade que “este tipo de encuentros son muy importantes porque desde el espacio educativo construimos la paz, además esto permite crear habilidades socioemocionales: la resolución de conflictos, la empatía y la comunicación”.
Este tipo de espacios en la UNAL le permite a la comunidad estudiantil sentirse escuchada, conocer su territorio, aportar a la búsqueda desde un enfoque diferencial y “sensibilizarse ante estas problemáticas que se siguen generando para que cuando salgan al campo laboral sean profesionales integrales que reconocen todas estas dinámicas del conflicto y que son empáticos con la comunidad”, enfatiza el abogado Arévalo.
Concluye que “la intención es seguir generando estos espacios, seguir articulando con la UNAL, seguir participando en los diferentes escenarios con la comunidad estudiantil, ya que muchos de ellos vienen de diferentes corregimientos y veredas apartadas que pueden tener sus propias dinámicas en torno al conflicto, buscamos que se proyecten a futuro como los profesionales de la región que van a realizar el relevo generacional con las actuales buscadoras”.