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"Boom petrolero" ¿Hasta cuándo?

  • AFP

Con una producción media de 900.000 barriles diarios, las reservas actuales de petróleo en el país se agotarían en unos cuatro años. Más que un debate inútil sobre una bonanza, se debe analizar, por ejemplo, la capacidad que hay de encontrar los 180 millones de nuevas reservas explotables anuales que permitirían mantener la producción alcanzada.

Desde hace varios meses, diferentes medios vienen insistiendo en la existencia de un boom petrolero que servirá como una de las grandes locomotoras del desarrollo del país en los próximos años. Ello ha generado un debate bastante inútil sobre si es real tal auge o si simplemente es una falacia hablar de bonanza en una nación que, repetidamente se ha dicho, no es petrolera. Resulta más enriquecedor analizar hasta cuándo se podrá mantener la producción que hoy se ha alcanzado.

A la luz de las cifras, sin lugar a dudas, Colombia ha logrado aumentar en forma importante su producción.

Desde enero del 2010 se pasó de 741,8 mil barriles diarios a 890 mil en marzo del 2011 y algo más de 900 mil en abril de este mismo año (ver gráfico 1).

Esos resultados son realmente alentadores y han generado, por otra parte, altos ingresos de divisas por efecto de las exportaciones y relativa tranquilidad en cuanto al futuro cercano del abastecimiento petrolero para el consumo interno.

Sin embargo, y sin pretender pecar de pesimista, conviene analizar la sostenibilidad de este escenario en el futuro. Con una producción media de 900.000 barriles diarios, las reservas actuales (ver gráfico 2) se agotarían en unos cuatro años. Para mantener la producción en este nivel por una década más, sería necesario adicionar cerca de 180 millones de nuevas reservas o de reservas explotables anuales. Es una cifra importante si se toma en cuenta que los descubrimientos que se están presentando en el país son de pequeños volúmenes y la probabilidad de grandes hallazgos es relativamente baja.

Más preocupante resulta ver que el nivel anual de reservas viene con una tendencia decreciente desde el año 2000, a pesar de que la actividad exploratoria se ha incrementado sustancialmente.

Parecería, entonces, que mantener por un tiempo razonablemente prolongado una producción cercana al millón de barriles no es muy probable, salvo que se hicieran grandes encuentros para aumentar las reservas, o tales provisiones petroleras se lograran recuperar en los campos actuales que, con las tecnologías existentes, no es posible extraer.

El número de pozos exploratorios y la actividad generada a su alrededor ha crecido en los últimos años. Se pasó de 17 perforaciones en el 2000 a 110 en el 2010, con un nivel de éxito cercano al 30%, lo cual es muy satisfactorio. Sin embargo, no basta con ampliar el número de pozos excavados y el porcentaje de logros; también se requiere que los hallazgos sean de mayor tamaño, pues, de lo contrario, el ritmo de extracción será mayor que el de aumento de las reservas, y ello llevará inevitablemente al agotamiento y a la pérdida de autosuficiencia en un periodo relativamente corto.

En ese sentido, la sostenibilidad del auge petrolero depende de los resultados que se obtengan en la actividad exploratoria. Con lo conseguido hasta hoy no es suficiente y se requiere por lo menos duplicar el número de pozos a sondear para tener más probabilidad de elevar las reservas. Los mecanismos desarrollados por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) han sido exitosos y las áreas aún inexploradas son inmensas, por lo tanto, es perfectamente posible lograr este incremento en la exploración.

Beneficios
Es evidente que la producción petrolera de este momento trae beneficios económicos significativos en términos de divisas, regalías, ingresos fiscales y, en menor medida, de incremento del empleo. De ahí la importancia de trabajar para que este auge se mantenga, en lo posible, por un periodo más prolongado. Además, Colombia está viviendo una inusitada aparición de pequeñas y medianas empresas "capaces de competir con grandes compañías internacionales", dedicadas a prestar servicios que van desde la geología básica, la sísmica, el análisis de prospectivas, la generación de electricidad, la perforación, la toma de medidas y registros, etc., que son los que mejor reflejan la transferencia tecnológica y el valor agregado directo de la actividad petrolera.

La disminución de la producción por efecto del decrecimiento de las reservas puede llevar al cierre de estas firmas, salvo que se preparen para exportar sus servicios, lo cual es factible dada la alta calidad del recurso humano nacional. Es una tarea fundamental para garantizar la sostenibilidad del sector. Igual sucede con la capacitación de técnicos y profesionales en universidades e institutos especializados.

Costos colaterales
También es importante señalar algunos costos que genera la actividad petrolera. En materia ambiental, a pesar de las mejoras en tecnologías y de los mayores recursos destinados para este efecto, aún son muchos los daños que ocasiona la producción de hidrocarburos, especialmente a los cuerpos de agua, las zonas agrícolas, las vías, etc.

En el caso colombiano, por desgracia, esta actividad intensifica la inseguridad, la prostitución, la drogadicción y otros males sociales indeseables. En países como Canadá han logrado convertir estas bonanzas en mejor calidad de vida. Aquí esa ecuación está por verse. La corrupción y la falta de atención a las necesidades básicas de las poblaciones cercanas a los centros de producción y a los migrantes que esta actividad genera, han impedido el verdadero desarrollo sostenible. En esta materia, la sostenibilidad parece más embolatada. Si no se logra encausar el uso de estos cuantiosos recursos de manera eficaz y eficiente, se habrá perdido una de las mejores oportunidades que ha tenido el país en los últimos cien años para superar el problema de la pobreza y todas sus nefastas consecuencias.

En resumen, más exploración, más educación y capacitación, más amplitud en la mirada hacia los mercados externos por parte de las compañías nacionales de servicios petroleros, cero corrupción en el uso de las regalías, mejores proyectos y mayor planificación en el uso de los recursos son premisas absolutamente necesarias para poder efectivamente hablar de una bonanza petrolera, en el sentido de que Colombia tendrá mejores condiciones de vida para su población y mejores condiciones para el bienestar de futuras generaciones. Lo demás es un simple debate semántico.