Bonos verdes atraen a los inversores, pero el camino hacia la sostenibilidad es largo
Como muchos otros países, Colombia enfrenta desafíos ambientales significativos como la deforestación, la pérdida de biodiversidad y los efectos del cambio climático. Por eso el Gobierno nacional y otras entidades han optado por financiar proyectos ambientales que impulsen la sostenibilidad y contribuyan a mitigar estos impactos negativos.
Todo esto se materializa a través de un instrumento financiero conocido como “bonos verdes”, que funcionan como cualquier otro bono, pero el dinero se invierte en iniciativas sostenibles como buses eléctricos y taxis híbridos, además de proyectos relacionados con la eficiencia energética y las energías renovables, entre otros.
En el país, tanto el sector público como el privado han participado activamente en la emisión de estos bonos. Por ejemplo, el Gobierno colombiano puede emitir bonos verdes para financiar proyectos de infraestructura ecológica, mientras que las empresas privadas pueden hacer lo mismo para respaldar iniciativas ambientales en sus operaciones comerciales.
Según los expertos, la emisión de bonos verdes no solo representa una vía para recaudar fondos destinados a proyectos ambientales, sino que también puede otorgarles a los emisores –en este caso las entidades– condiciones crediticias favorables, gracias al llamado greenium, (que viene de green premium o prima verde), una prima asociada con las tasas de rendimiento más bajas de los bonos verdes en comparación con los bonos convencionales.
En la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), Javier Rozo Bonilla, magíster en Actuaria y Finanzas Cuantitativas de la UNAL, y la profesora Alejandra Sánchez Vásquez, del Departamento de Matemáticas de la Facultad de Ciencias, llevaron a cabo un análisis sobre la primera emisión de Títulos de Tesorería (TES) por parte del Estado en septiembre de 2021, por un monto de 1,5 billones de pesos, con el fin de evaluar su impacto en el país.
Para llevar a cabo este análisis utilizaron un modelo teórico que no solo explicara el greenium, sino que además contemplara variables ambientales dentro de su parametrización. El modelo fue descrito en un estudio titulado en español como “Bonos verdes corporativos: entendiendo el greenium en un modelo estructural de dos factores”.
Lo que hace dicho modelo es aplicar un enfoque “estocástico-matemático” para entender las dinámicas y los factores determinantes de los bonos verdes corporativos. En otras palabras, abarca una rama de las matemáticas dedicada al estudio de fenómenos aleatorios que varían con el tiempo y por eso es una herramienta poderosa para modelar y analizar una amplia gama de sistemas con incertidumbre, como los mercados financieros.
El estudio se centró en dos áreas clave de incertidumbre: los ingresos de la empresa emisora y el impacto efectivo de los proyectos ecológicos financiados mediante la emisión de deuda. Según los investigadores, este enfoque permite calcular la tasa de rendimiento esperada de un bono verde corporativo a partir de su precio, lo que a su vez permite compararlo con bonos estándar de características similares para determinar el greenium, es decir la prima asociada con los bonos verdes.
Estos modelos requieren de bases de datos confiables que brinden información para cada parámetro. En este caso, los investigadores utilizaron información de varias fuentes, como la compañía financiera Bloomberg para los precios, la tasa de los bonos del Banco de la República, los precios del índice Colcap y datos sobre daños ambientales del Inclusive Wealth Report, entre otros.
Con estos datos se implementó el modelo de dos factores –dos conjuntos de variables independientes– y se pudo calcular el greenium, exponiendo especialmente la diferencia en las tasas de interés entre bonos verdes y bonos convencionales similares.
“El modelo aplicado mostró una buena bondad de ajuste, es decir que las estimaciones resultaron coherentes frente al contexto colombiano. En este sentido, el greenium (teórico) obtenido alcanzó valores de 5,98 y de 7,13 puntos básicos (según la tasa de cambio observada), cuyos resultados se aproximaron al registro de greenium, estimado en 7 puntos básicos”, precisaron los investigadores.
Así, precisaron que al reportarse mayores niveles de greenium, mejores serán las posibilidades de financiamiento del país. Pero un dato adicional, y muy relevante, es que los resultados mostraron que las tasas de impuesto corporativo y libre de riesgo son los parámetros para los cuales el greenium tiene cambios más grandes en cuanto a sensibilidad.
Según los expertos, estos resultados brindan herramientas pertinentes para gestionar la política fiscal y monetaria en temas de sostenibilidad ambiental. “Especialmente aportan un marco de referencia al cual se debe enfocar la política pública para definir la sostenibilidad ambiental como meta principal a la que se podría llegar por medio de instrumentos financieros, en particular bonos verdes soberanos”, precisaron en el estudio.