El monóxido de carbono afecta la respiración y circulación correcta de la sangre, provocando una enfermedad conocida como hipoxemia. Estos niveles levemente altos también se presentaron en el 20 % de la población después de turno, con los que se podría confirmar la exposición a este gas.
Carolina Galeano, magíster en Toxicología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que "cuando hay presencia de monóxido de carbono, mucho más afín a la hemoglobina que el oxígeno, nos quita el oxígeno. Si hay mucha carboxihemoglobina, es menos el oxígeno que transportamos en la sangre", explica.
Sin embargo, indica que "aunque estos niveles son permisibles es difícil establecer una relación directa de los niveles encontrados con los trastornos cardiovasculares y electrocardiográfica de los bomberos que participaron en la muestra".
Los bomberos aeronáuticos son los encargados de atender las emergencias en los aeropuertos y sus cercanías. Dentro de las situaciones que se pueden presentar están los incendios, rescates, accidentes e imprevistos s en las aeronaves, unas de las principales causas de concentración de monóxido de carbono en los espacios.
"La operación de automóviles en estructuras cerradas y el uso de maquinaria con sistema de combustión interna como motosierras, espadas de corte, equipos de primera respuesta en una emergencia, etc., emiten gases, los cuales en espacios cerrados tienen una recirculación constante; presentando dos principales preocupaciones, siendo la más grave la emisión de CO y la segunda, la emisión de dióxido de nitrógeno", explica.
Según reporte del Observatorio Ambiental en Bogotá para 2015, la circulación estimada del tamaño del parque automotor fue de 1.567.155 vehículos, los cuales generan diariamente a la atmósfera toneladas de partículas, gases y vapores contaminantes.
Con respecto a otros hallazgos de su estudio, la magíster señala que con la lectura de los electrocardiogramas se detectaron diferentes diagnósticos, el más significativo está que "en un 39 % de la muestra los latidos por minuto fueron entre 40 y 60 lat/min frecuente en buena parte de los individuos entrenados en deportes de resistencia aeróbica, y en el 8 % de la población no deportista. Este es un trastorno que, si bien por sí solo no es peligroso, en muchos casos es reflejo de alguna alteración en el sistema eléctrico del corazón".
En igual proporción de 10 % se evidenció bloqueo incompleto de rama derecha por el cual viajan los impulsos eléctricos para que el corazón lata, y trastorno de repolarización cardiaca, un signo para un diagnóstico temprano de miocardiopatía.
"En general toda la población a estudio presenta situaciones electrocardiográficos que pueden estar relacionados a un mecanismo adaptativo al entrenamiento físico, siendo la bradicardia sinusal la alteración más habitual en el electrocardiograma de deportistas, afín a la exposición crónica a bajas dosis de monóxido de carbono", comenta la investigadora, tras evaluar una población con una edad media de 39 años.
Las mediciones fueron analizadas con la prueba t-student pareada, queriendo mirar que diferencias habría entre la medición previa y posterior al turno. A partir de la prueba "se encontró un nivel de significancia del 5 %, con lo que se puede concluir que no hay diferencia significativa entre la medida de la variable carboxihemoglobina antes y después del turno de trabajo".
Además del electrocardiograma, se realizaron análisis de historias clínicas toxicológicas, y la toma de muestras sanguínea para análisis de porcentaje de carboxihemoglobina.
Aunque los niveles de exposición son leves, la investigadora recomienda que estos profesionales "continúen con hábitos saludables como el ejercicio el no consumo de cigarrillo, ni de alcohol, y el uso de elementos de protección personal, dado que puede comportarse como un mecanismo protector".