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Artes y Culturas

Bailes muinane resisten pese a la violencia y el confinamiento por COVID-19

    Entre cantos, flautas, círculos de la palabra, alimentos cultivados un año atrás y ambil (una pasta negra que se obtiene de la cocción del tabaco), la comunidad muinane transita el dolor que afronta desde el genocidio cauchero que cobró la vida de más de 80.000 indígenas en el Amazonas, hasta la violencia desmedida que dejaron los enfrentamientos entre guerrillas, paramilitares y el ejército durante el conflicto armado.

    “Las personas de los pueblos de centro (féenemɨna’a) utilizan en sus discursos la frase: ‘hacer amanecer la palabra’, que significa una armonía entre la vida cotidiana y el ritual; es hacer que el conocimiento que contiene la palabra se transforme en cosas”, expresa la antropóloga Camila Sofía Venegas, magíster en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

    Ella estudió cómo, a pesar de las constantes situaciones que ha vivido esta comunidad, el sistema tradicional de bailes ha perdurado en el tiempo: ni la pandemia por COVID-19 detuvo el sistema ceremonial, que se ha transformado en uno de los ejes centrales de las relaciones sociales entre los diferentes pueblos de la comunidad en el Amazonas.

    La región de Araracuara, en inmediaciones al río Caquetá, fue el escenario para desarrollar su investigación. Allí se involucraron los asentamientos Chukikɨ y Villa Azul, ubicados en Puerto Santander.

    Aunque el recorrido es “largo y culebrero”, como dirían las abuelas, pues incluye viajes por tierra y río, la investigadora se sumerge a través de la etnografía para encontrar cómo después de la violencia y la pandemia por el COVID-19 el baile se transformó en una forma de mantener las relaciones con los vecinos, incluso después de la migración a las cabeceras urbanas.

    “Los indígenas que se instalaron en las cabeceras urbanas, como Leticia, mantuvieron la tradición del baile y responde justamente a que es un territorio que empezó a ordenar las relaciones en un contexto determinado”, señala la magíster Venegas.

    Dentro de su investigación resalta las múltiples facetas y contradicciones del baile; un ejemplo de ello tiene que ver con algunas invitaciones para este acto ceremonial enviadas por medios digitales como Facebook y WhatsApp.

    “Aunque esta vez la convocatoria al baile se difundió por medios digitales, esto no implica un desplazamiento de las formas tradicionales, que se hace entregando el ambil días antes a los grupos de contendores”.

    De la cosecha al baile en la maloca

    El baile de los muinane empieza un año atrás, cuando las mujeres –especialmente– preparan las chagras en donde recogerán los cultivos que se ofrecerán durante la ceremonia. También son ellas quienes preparan la caguana, una bebida tradicional compuesta principalmente por yuca.

    “Más allá de la división de género, el baile se ve como una complementariedad entre hombre y mujer. Pero, en el pensamiento de este ritual sí existe una asociación entre las capacidades femeninas, algunos dicen que la caguana es la representación de la madre, como la leche materna, porque, así como alimenta a los niños, en el baile esa bebida de la madre es la que alimenta a todos”.

    “Aunque existen bailes principales, bailes de frutas, baile de conciliación de guerra, baile de charapa, baile de tablón y baile de bautismo, todos giran en torno a un mismo eje: curar enfermedades, sanar conflictos o realizar una celebración”, expresa la investigadora.

    COVID-19 y otros riesgos para el sistema de bailes

    En su investigación, la antropóloga identificó que las situaciones que amenacen la integridad o la vida de los muinane pondrían en riesgo la permanencia del baile en el tiempo, como por ejemplo la presencia de grupos armados, la minería ilegal e incluso la disminución de la diversidad de cultivos provocados por la degradación de las chagras.

    La pandemia por el COVID-19 fue otro de los males que la comunidad pasó. Según el Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, el departamento del Amazonas fue uno de los más afectados por el virus con el 6,6 % de las muertes totales del país, una situación que sin lugar a dudas alcanzó al pueblo muinane.