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Salud

Bailarines folclóricos, los más propensos a lesiones

      Las cargas de entrenamiento más bajas –entre clases, ensayos y presentaciones– y el poco entrenamiento físico adicional, que les permitiría prepararse físicamente para asumir los retos y exigencias de los entrenamientos habituales, llevaría a que estos bailarines enfrenten el doble de riesgo de sufrir una lesión.

      Bajo este mismo principio, los bailarines que realizan su actividad entre 20 y 25 horas a la semana podrían tener un factor protector, ya que esas altas cargas de entrenamiento los beneficiarían a largo plazo.

      A estas conclusiones y asociaciones llegó Diana Carolina Camacho Serna, médica del Deporte de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y bailarina de salsa y tango desde los 15 años, quien en su investigación aborda el nivel de prevalencia de las lesiones musculoesqueléticas de los bailarines y los posibles factores de riesgo asociados con estas.

      En un estudio con 405 bailarines de Bogotá se encontró una prevalencia de lesiones del 64,2 %, y el ballet como el género de danza que causa más lesiones por su alta exigencia. “Esto se debe especialmente a los rangos de movimiento que manejan estos bailarines, las posiciones que llevan a una rotación externa forzada de la cadera, movimientos repetitivos, largas jornadas de entrenamiento, entre otros”, destaca la investigadora.

      Así mismo, en todos los bailarines los miembros inferiores serían los más afectados, especialmente la rodilla (25,9 %) y el tobillo. En el 70 % de los casos estas afectaciones se darían por sobreuso. Se trata de lesiones crónicas, es decir que durante mucho tiempo la persona hizo una y otra y vez el mismo movimiento, lo que lleva a que se presentan algunas lesiones de este tipo, como las tendinopatías (enfermedades o lesiones de los tendones).

      Además, según los bailarines, solo el 35,7 % de ellos se rehabilitaron adecuadamente de alguna lesión, y el 72 % de los lesionados todavía tiene algunos síntomas, es decir que nunca mejoraron, lo que según la doctora Camacho es preocupante, ya que no solo la mayoría de ellos están lesionados, sino que están convencidos de que es algo normal.

      “Para realizar este estudio diseñamos una encuesta virtual e hicimos una convocatoria pública, de modo que pudimos incluir a los 405 bailarines como muestra representativa importante de este gremio en la que pudimos incluir no solo el ballet o la danza contemporánea (en las que se enfocan la mayoría de los estudios), sino también danzas más específicas como folclore, afro, tango y salsa”, comenta la doctora Camacho.

      A los participantes se les aplicó un cuestionario estructurado que incluía información relacionada con el tiempo de baile que dedicaban a la semana, cuántas horas al día ensayaban, días y horas a la semana, el género que más bailaban, si tenían otro tipo de entrenamiento adicional a la danza (yoga, pilates, entrenamiento físico), si habían tenido lesiones en el último año, qué segmento corporal habían tenido afectado, si tenían diagnóstico médico, si habían tenido un proceso de rehabilitación y si se consideraban rehabilitados o si no tenían síntomas, entre otras preguntas relacionadas.

      Descuido de la salud, un problema normalizado

      “Los bailarines, a diferencia de los deportistas, tienden a tener una competencia por roles. Por ejemplo, en las compañías de ballet clásico un bailarín o una bailarina compiten por tener el mejor puesto en la coreografía. Esto, además de la forma como han sido educados, hace que ‘normalicen’ muchas cosas como el dolor, las lesiones y la incomodidad. Es un medio con mucha presión que se mueve bajo la mal usada frase de ‘el show debe continuar’, por lo que los bailarines soportan grandes cargas de dolor para lograr la perfección en sus movimientos”.

      Según la doctora Camacho, otro agravante son las largas jornadas de trabajo que les impiden descansar, además de la falta de entrenamientos físicos adicionales para fortalecer y resistir las jornadas de ensayos y presentaciones.

      “Algunos bailarines tiene otras actividades, pero muchos tienen procesos de formación, dan clases por la mañana, por la tarde van a un grupo, por la noche ensayan en otro, lo que les genera problemas para administrar su tiempo y descansar”, subraya la investigadora.

      Prevención, lo más importante

      Advierte además que se debe hacer un trabajo de prevención tanto desde las políticas públicas para este gremio como desde el cuidado de la salud del bailarín, reconociendo que este es similar a un atleta, que tienen demandas y exigencia física muy altas.

      “La mayoría de los planes de prevención se enfocan en el acondicionamiento físico, pero este se debe hacer desde puntos específicos teniendo en cuenta lesiones más frecuentes. Si no convencemos al bailarín de que se tiene que hidratar, descansar, evaluar sus cargas de entrenamiento y no bailar todo el día sin importar qué pasa, será difícil lograr cambios, y todo eso se debe incluir en un plan de prevención”, concluye la doctora Camacho.