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Educación

Bachilleres mejoraron hábitos alimenticios en clase de Ciencias Naturales

    Ante los rápidos cambios tecnológicos que enfrenta la sociedad y las altas tasas de enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes, un profesor de Ciencias Naturales de un colegio oficial en el municipio de Pradera (Valle del Cauca) implementó con estudiantes de séptimo grado una metodología que les permitió medir el contenido de azúcar en los productos que consumían a diario y tomar conciencia de la cantidad que ingerían.

    Tradicionalmente la responsabilidad de educar sobre nutrición recae en los nutricionistas, quienes orientan a niños y adultos en consultas individuales en centros médicos. Sin embargo, es clave que la escuela asuma un rol más activo y se adapte a los cambios sociales y tecnológicos para enfrentar este tipo de desafíos.

    Así lo planteó el profesor Jorge Andrés Ramírez Soler, magíster en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, en un estudio realizado con 22 estudiantes entre 12 y 14 años de la Institución Educativa Agrícola de Guadalajara de Buga, el cual demostró la efectividad de la metodología CTS (ciencia, tecnología y sociedad) para mejorar la enseñanza alimentaria y nutricional en bachilleres, y de paso la de sus familias.

    El docente determinó que los hábitos de los alumnos estaban influenciados por la publicidad en medios de comunicación, el alto consumo de productos ultraprocesados –como papas fritas, dulces y bebidas energizantes– y la ausencia de vegetales.

    Cuando el investigador hizo la revisión documental del proyecto evidenció que el aprendizaje de este tema en las escuelas es algo totalmente aparte y conceptual a la conciencia del niño. “Por ejemplo, se enseña desde el punto de vista fisiológico que hay una boca, un esófago y un estómago, pero los estudiantes no saben la relación que tienen con los alimentos y los efectos sobre su propia vida”, explica.

    Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN), en Colombia casi el 25 % de los niños tiene exceso de peso, y el 17,7 % de los adolescentes están en riesgo de sobrepeso y obesidad.

    Según el magíster Ramírez, “la metodología CTS se centra en conectar la ciencia y la tecnología con la sociedad, mediante el abordaje de problemas actuales y relevantes para que sean asimilados en clase por los estudiantes con actividades prácticas”. Para este caso, el enfoque escogido por el profesor fue la alimentación y la nutrición en las clases de Ciencias Naturales.

    Educación alimentaria

    Una de las prácticas más reveladoras fue medir el contenido de azúcar en los productos que los estudiantes consumían a diario, para lo cual tomaron las muestras de lo que compraban en la cafetería de la institución y en las tiendas aledañas. Luego, los mismos alumnos, junto con el profesor, analizaron los resultados y quedaron sorprendidos cuando conocieron la cantidad de azúcar que ingerían en un solo día.

    “Con esta práctica comprendieron cómo el páncreas genera insulina y logramos hacer mucho más vivencial la experiencia que simplemente poner a dibujar el sistema digestivo y nombrar las partes”, afirma el docente.

    Las actividades incluyeron la investigación de los estudiantes sobre los efectos en la salud de consumir alimentos altos en azúcar y ultraprocesados, así como la exploración de las consecuencias sociales y ambientales de la producción de alimentos. También tuvieron charlas con expertos nutricionistas durante las clases, y luego desarrollaron en grupos la presentación de sus trabajos para compartir los hallazgos con sus compañeros.

    También sembraron maíz y fríjol con el objetivo de conocer de dónde provienen los alimentos, aprender a cultivarlos y cuál es su importancia para una buena nutrición.

    Así se logró que los estudiantes desarrollaran una comprensión más profunda de la relación entre su dieta y su salud, lo que generó un cambio positivo en sus hábitos alimentarios y una mejora en las habilidades de pensamiento crítico.

    A partir del proyecto también se integró la educación alimentaria y nutricional en el currículo de Ciencias Naturales de la institución educativa, e incentivó hábitos alimentarios saludables en los estudiantes, así como el desarrollo del pensamiento crítico.

    El profesor también identificó la necesidad de actualizar el currículo de ciencias a nivel nacional para reflejar mejor las realidades actuales y los desafíos del siglo XXI, como el calentamiento global y los problemas de salud pública. “Las políticas educativas vigentes, algunas de las cuales datan de 1994, no están adecuadamente alineadas con las necesidades actuales de la sociedad”, señaló.