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Aves del campus en Bogotá portan parásitos de malaria

  • Toma de muestras - Fotos Archivo Particular

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Así lo evidencia una investigación realizada por estudiantes de la UN, que en un año colectaron y analizaron la sangre de 102 individuos cuyo hábitat es el campus.

Los hemoparásitos (encontrados en la sangre), causantes de lo que comúnmente se llama malaria aviar, se han encontrado en una prevalencia de: Plasmodium 16%, seguido de Haemoproteus 7% y Leucocytozoon 1%. Otros parásitos también hallados son Microfilaria 1% y Trypanosoma 1%.

El grupo de investigación Relación Parásito Hospedero: Modelo Hemoparásitos Aviares, liderado por Sebastián Mantilla y bajo la dirección de las profesoras Nubia Matta y Ligia Moncada, realizó el estudio en aves que se capturan con redes de niebla instaladas y que son parecidas a las mallas de voleibol pero con un tejido más fino.

"Las aves no las ven, se enredan y es ahí donde procedemos a capturarlas y muestrearlas. Se han capturado copetones, palomas, mirlas y colibríes, entre otros", dijo la profesora Matta, directora de la investigación.

Rafael Gutiérrez, miembro del grupo, explicó que una vez se capturan las aves se relacionan los datos espaciales y temporales como la nubosidad, la lluvia, el sol y el tiempo de duración de las mallas abiertas. "Para el caso se instalaron 10 mallas en diferentes sitios del campus, las cuales se recogen terminada la tarde".

En el laboratorio

Una vez capturadas las llevan al laboratorio para la toma de muestra, que es realizada por corte distal de uña, previa limpieza y desinfección. Después de realizado el corte, aparecen algunas gotas de sangre que son extendidas en láminas de vidrio. Esta técnica es poco invasiva y el ave regenera rápidamente la uña cortada (estas son irrigadas, es decir que llevan sangre, a diferencia de las de los humanos).

"Se procede a tomar registro fotográfico del ave, se comprueba que haya coagulado la sangre, se anilla (con el fin de analizar recapturas) y finalmente se libera", explicó Sebastián Mantilla, quien agregó que lo más importante es que el procedimiento debe hacerse en el menor tiempo para evitar que el ave se estrese o se maltrate, siguiendo el protocolo para muestreo y manipulación del ave que tiene la aprobación del comité de ética de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia.

Esas láminas son fijadas con un reactivo llamado metanol, que permite que la sangre se adhiera al vidrio para su posterior coloración, y después son analizadas a través del microscopio para emitir el diagnóstico. "Se analizan parámetros como frecuencia y distribución de los parásitos", enfatizó la profesora Matta.

Esta clase de trabajo es nuevo en el campus, muy pocos hay a nivel mundial realizados a esta altura (2.600 msnm), y en un sistema intervenido, es decir, donde hay construcciones, edificios y vías. "Es un buen contraste con otros estudios que hemos realizado en sistemas poco intervenidos como los Parques Nacionales Naturales de Chingaza, La Macarena y Los Nevados", manifestó la docente.

Mantilla dice que no existen evidencias ni en este estudio ni en otros realizados en otros lugares del mundo, que demuestren que la enfermedad por estos hemoparásitos lleve invariablemente a la muerte del ave.

"Lo que generalmente se ha observado y demostrado es que las aves tienen decaimiento, pérdida del apetito y disminución de periodos de canto. Y específicamente en este estudio se ha asociado con bajo peso y apariencia de plumas desordenadas", puntualizó el estudiante Mantilla.

"Se esperaría que estas aves tengan síntomas parecidos a los que tiene una persona con malaria, aunque debe aclararse que estos parásitos no infectan a los humanos", aseguró la docente Matta.

Los estudios continúan aún en el campus y el siguiente paso, afirman los investigadores, es encontrar a los artrópodos posibles vectores de los parásitos.