Autocuidado educativo colectivo, el reto del confinamiento

Así describe el profesor Andrés Felipe Mora, director del Centro de Pensamiento en Políticas Públicas de Educación Superior (CPPE) de la UNAL Sede Bogotá, el objetivo de una de las propuestas realizadas por este equipo a la comunidad académica.

A raíz de la emergencia sanitaria la primera iniciativa fue no cerrar la Universidad, medida implementada en el corto plazo por el Gobierno nacional, seguido por las directivas de la Institución.

Pese a los retos de la virtualidad, los espacios de encuentro se han mantenido: tanto estudiantes y profesores como el área administrativa han avanzado en generar consensos mínimos orientados a enfrentar la emergencia, reconociendo las desigualdades que afectan a distintos sectores de la comunidad académica y estrechando los lazos de solidaridad.

"Entendiendo a la Universidad como un espacio en el que la comunidad académica discute y piensa alternativas para enfrentar la situación que como sociedad y ámbito educativo estamos enfrentando, al mantenerla abierta se espera que ella siga cumpliendo con sus funciones misionales, investigando y comunicándose con la sociedad, posicionado debates sustentados en la evidencia y en estudios cualificados", comenta el profesor Mora.

Como la salud, la educación es un derecho fundamental y en una crisis como la desatada por el COVID-19 las instituciones de educación superior han sido estratégicas y claves en la presentación y ejecución de iniciativas para amortiguar la situación y para proyectar acciones a futuro.

Otra recomendación es diseñar un programa de bienestar para los profesores durante la coyuntura, ya que sus cotidianidades también se han visto drásticamente afectadas.

"Se espera que estas propuestas no solo lleguen a las autoridades de la UNAL, sino que sean consideradas por toda la comunidad académica, entendiendo la situación que afrontamos. Los profesores debemos adoptar nuevas dinámicas de trabajo y eso se ha estado procurando; se debe tener en cuenta que los docentes también deben responder como padres o madres de familia", agrega el directivo del CPPE.

Aunque son propuestas sencillas se ha involucrado a toda la comunidad, de ahí que los estudiantes de los Programas de Admisión Especial (PAES) y de Admisión y Movilidad Académica (Peama), y de todas las sedes en situación de vulnerabilidad también se mencionan en estas estrategias.

Frente a estos grupos se ha pensado en extender el apoyo económico en gastos y brindarles dispositivos y conectividad a internet para evitar que abandonen sus estudios a pesar de las dificultades. Asimismo, haciendo otro esfuerzo económico para cubrir otros sectores que también son susceptibles de deserción, se sugiere usar como criterio objetivo el Puntaje Básico de Matrícula.

Estas propuestas son el resultado de discusiones generadas a través de diversos canales de comunicación "como foros y semilleros" con estudiantes de los diferentes niveles académicos que aportan a la discusión y con el CPPE, quienes aprovechan estos espacios para reconocer las circunstancias actuales.

"La sorpresiva necesidad de continuar con el trabajo académico a distancia ha evidenciado varias dificultades, una de las cuales es la evaluación de los cursos. Por lo tanto, se sugiere adoptar la medida de que las notas (tanto para pregrados como para posgrados) sean cualitativo", plantea otra de las propuestas redactadas por el CPPE.

Luego de varias discusiones en equipo con profesores y estudiantes se llega a la conclusión de que este sistema de calificación refleja algunas ventajas, como incentivar el aprendizaje más allá de una nota, lo que haría más llevadero el proceso virtual para profesores y estudiantes.

"Mantener la Universidad abierta es un ejercicio de autocuidado de la comunidad universitaria, pues es el requisito básico para conocer las situaciones que enfrentamos, reconocer las vulnerabilidades que nos afectan y establecer lazos de solidaridad y afecto que permitan descubrir otras dimensiones del proceso educativo", concluye el profesor Mora.