Aula Viva, una de las 14 experiencias pedagógicas más significativas de la UNAL

Hasta el momento, más de 2.000 estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) de distintas disciplinas, así como abuelos sabedores de diferentes grupos étnicos, indígenas, campesinos y líderes han participado y enriquecido este proyecto con sus experiencias, conocimientos y trabajo colaborativo a través de propuestas y actividades que han trascendido en el tiempo.

Por su trabajo con las comunidades, el Aula Viva ha recibido el reconocimiento al Espíritu Innovador UN en 2013, 2015 y 2017; en 2019, el Concejo de Bogotá le concedió el premio de Excelencia Ambiental José Celestino Mutis, y este año ha sido reconocido por la Vicerrectoría Académica de la UNAL como una de las 14 experiencias pedagógicas más significativas.

Entre las razones para concederle dicho reconocimiento, Gloria Inés Muñoz, coordinadora General del Programa Saber y Vida y Aula Viva, señala que entre los aportes se encuentran los hechos a la paz, a través de la reparación simbólica.

Relata que, para ello, se ha trabajado con más de 2.000 víctimas del conflicto armado y 469 autoridades locales de 20 municipios de Cundinamarca a través de charlas, talleres y encuentros como un espacio de sanación y reparación a través de las memorias de sus territorios.

Así mismo, el Aula Viva ha participado en actividades como el Encuentro Nacional de Indígena (2011), el Encuentro Continental de Autoridades Indígenas y el primer Encuentro de Jóvenes Indígenas Universitarios en 2013.

También ha acompañado este año a los sabedores de grupos étnicos de la localidad de Bosa para consolidar su Escuela de Saberes Ancestrales.

De igual manera, en 2021 el Aula Viva realizó un intenso trabajo de motivación a los estudiantes provenientes de distintas regiones para que retornen a sus regiones en los periodos intersemestrales y, junto con la comunidad, realicen acciones para fortalecer su identidad cultural. Así surgió el proyecto Aulitos Vivos.

“Hasta el momento se han desarrollado 12 iniciativas de este tipo, las cuales buscan que cada joven enseñe en su comunidad la importancia de la conservación de su cultura y costumbres como símbolo de conservación patrimonial”, anota la coordinadora Muñoz. En ellos se realizan actividades conocidas como el arrullo, el abrazo, la mochila, el árbol, la olla, el tejido o el círculo de palabra.

El Aula Viva trasciende

Para Valentina Castaño Hoyos, estudiante de la Maestría en Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales de la Facultad de Ciencias de la UNAL, vivir la experiencia de Aula Viva durante ocho años le permitió enfocar su propuesta de maestría en la educación ambiental, donde buscó que se intercambiaran conocimientos sobre el aprendizaje de la siembra y el uso apropiado del suelo.

Al respecto menciona que “los participantes del proyecto nos reunimos en los invernaderos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL por más de seis meses para intercambiar conocimientos sobre la siembra de maíz, hortalizas, lechugas y plantas medicinales, entre otras”.

La siembra es concebida como la capacidad de generar abundancia alimentaria en la que todos se reúnen y trabajan por un bien común.

La selección de las semillas (relacionada con la identidad y su componentes físicos, químicos y ciclos de vida), y el cuidado de esos cultivos, con actividades para el manejo de plagas mediante abono, compostaje y deshierbe de plantas.

A través de este estudio se evidenció que tanto la ciencia -en el ámbito académico- como los saberes son dos formas válidas de ver el mundo y se enriquecen entre sí.